A lo que conduce es al desorden y al caciquismo ombliguista y arrebatacapa
El flamante jefe de la oposición oficial a Su Majestad suele escabullirse de las preguntas o de las tomas de postura comprometidas como si fuera una ama de casa dedicada a sus labores, un quinceañero sorprendido en pleno botellón, o incluso un indigente intelectual víctima de la LOGSE y del pertinaz socialismo.
Por muy gallego que se sea, y don Mariano es de lo que más ejerce, no estaría de más que, alguien al que por su teórica preparación se le supone deba tener suficiente criterio, y que, en la medida que pretende oponerse -siquiera retóricamente- a algo, presente claramente las posturas de su partido. O al menos eso es lo se esperaba de quien tiene la grave responsabilidad de personalizar la esperanza de salir del presente marasmo al que nos está conduciendo el devastador Gobierno de Su Majestad.
Pero con el PP actual pasa algo parecido a lo que nos explicaba el científico cuántico Heisenberg con su famoso principio de incertidumbre. “No se puede determinar a la vez la posición y cantidad de movimiento de un electrón”. Si Mariano es jefe de la posición, no sabe lo que quiere, excepto, claro, heredar. Si hereda no se sabe para hacer qué.
O si se determina algo, no se sabe si es antes de las elecciones o después, antes de una encuesta o después, antes de hablar con su confesor Arriola o después, antes de hablar con Gallardón o después, antes de leer el editorial de PRISA o después. Y a la indeterminación temporal se une la espacial. Si lo dicho por ejemplo en Madrid, zona aún claramente española, sigue valiendo en Galicia, Cataluña o Valencia, por citar tierras dominadas por nacionalistas de diferentes partidos o siglas, incluidos las suyas.
Mariano no sabe o al menos no contesta, ni siquiera en inglés. Y mientras tanto ¿qué hacen o dicen los cientos de miles de militantes que supuestamente se afirma tiene el PP?
Tampoco se sabe de cierto, aunque se barrunta mucha resignación. Sí, es verdad que ZP es un completo desastre. Representa la ruina intelectual, moral, social y económica de España. Pero, además de constatar esa pura evidencia para cualquier persona decente y con sentido común, ¿acaso el PP se atreve a decir o hacer algo concreto?
Un asunto muy importante, otro más, es el tan controvertido de la energía atómica para generar energía eléctrica en sus peculiares centrales térmicas. De su aclaración o posicionamiento pueden depender importantes decisiones de inversión no sólo en lo que se refiere a los componentes del balance de energía primaria en España, sino también a recursos naturales, ordenación del territorio, necesidades de financiación, demanda de bienes de equipo, competitividad de las empresas, en fin de la verdadera “sostenibilidad” de nuestra sociedad, etc.
En consecuencia, no son de recibo y desmoralizan al hipotético futuro votante, declaraciones como las recientes del jefe del PP indicando que carece de opinión fundada, (o si lo tiene no lo confiesa por miedo a que se sepa) sobre el asunto del almacenamiento de los residuos radioactivos. Es decir, don Mariano no pone orden entre sus señores o señoras feudales pero se une en su pragmatismo al no menos famoso ex ministro Bermejo, en eso de ir haciendo lo que aconseje la jugada.
Se suele decir que el pragmatismo conduce a la delincuencia. Todo se andará.
O no.
Pero, de momento, a lo que conduce es al desorden y al caciquismo ombliguista y arrebatacapas.
La imagen de la España del siglo XXI es la de un territorio medieval dividido en taifas con señores feudales enfrentados que se pelean por el control electoral de sus propios siervos de la gleba y sin que ninguno ejerza de primus inter pares, en funciones de rey, siquiera medieval. Son males propios del calamitoso sistema de las Autonomías. Pero que al parecer el PP refuerza.
Con esta oposición mucho me temo que tenemos zapaterismo para rato, gobierne quien gobierne.
Alfonso De la Vega es escritor.
ACLARACIÓN DEL AUTOR: Para tratar de evitar que los juicios ligeros expresados por ciertos comentaristas del texto puedan acaso afectar a la credibilidad de Periodista digital entre algunos de sus lectores, el autor cree oportuno manifestar lo siguiente:
Puede equivocarse o no en sus apreciaciones sobre la realidad como cualquier otro opinante.
En este texto NO ha dado su propia opinión sobre la problemática de la energía en España, sino que ha criticado la aparente falta de transparencia del principal partido de la oposición al respecto.
Es ingeniero superior por la ETSIA de Madrid. Y posee varios diplomas en relación con el Medio ambiente de entidades prestigiosas tales como UPM, EOI, AENOR, etc.
Ha asesorado al M. de Economía (primera Admón socialista) en asuntos relacionados con la energía y los recursos naturales. Tuvo la oportunidad de revisar, como asesor de la Dirección general de Planificación y de la Junta permanente de Planificación, el PEN y el antiguo programa nuclear español.