«Esta Conferencia no es un punto y aparte, pero sí un punto de inflexión», señaló María Dolores de Cospedal en su reaparición después de casi dos meses -los que han transcurrido desde el 24-M- en un segundo plano.
El PP busca en el dial de la política la frecuencia de la sociedad española, con la que necesita resintonizar si quiere ganar las elecciones generales y, lo que es más complicado, hacerlo con el suficiente margen como para gobernar.
En ésas está un Partido Popular renovado, al menos en la imagen, que este viernes presentó en sociedad a sus nuevas caras: Pablo Casado, el veterano entre los nobeles, Fernando Martínez Maíllo, Andrea Levy, Javier Maroto y Cristina Cifuentes, que en el discurso inaugural fue sentada a la izquierda de Mariano Rajoy. Un guiño más a la nueva lideresa.
Menudos contrastes los de esa primera fila: a un lado los nuevos vicesecretarios; al otro, los presidentes regionales del partido que están de salida, sólo esperando a los congresos sucesorios que Rajoy ha decidido posponer hasta el próximo año. Los Alberto Fabra, Luisa Fernanda Rudi, José Ramón Bauzá, Esperanza Aguirre… Ésa es una de las paradojas en las que vive instalado PP en los últimos meses.
El nuevo logotipo del partido fue la estrella de los corrillos. «Ya os dije que íbamos a sorprender», decía Casado con su perpetua sonrisa. Quien, por cierto, estaba en el Ifema antes incluso que los técnicos de sonido.
La remodelada marca PP ha generado división de opiniones entre los populares. ¿Es una gaviota o un ceño fruncido?, ¿era necesario lo del círculo?, se preguntaban unos y otros. Para gustos los colores. Por cierto que en esta Conferencia la formación se ha decantado por el negro y los fluorescentes.
Pero la nueva imagen del PP es más que eso. Es ver a Rajoy, como se le vio este viernes, saliendo a un escenario a oscuras desde un lateral, al más puro estilo Barack Obama. Con traje y corbata, que lo cortés no quita lo valiente. Aunque el presidente del Congreso, Jesús Posada, se la quitó.
¿Que Pedro Sánchez se hizo arropar por la imagen sobreimpresa de una gran bandera de España? Rajoy se la lleva de tela, una que presidió toda la Conferencia en el plenario. Porque ahí sí no han cambiado un ápice los populares, ni piensan hacerlo: la defensa de la unidad de España ha sido, es y será una de sus señas de identidad. De la vigencia de la Constitución y de renovar el consenso constitucional habló precisamente Soraya Sáenz de Santamaría.
«Estamos poniendo las bases del futuro de nuestro partido (…). Este partido es el partido del cambio», reivindicó Maíllo, el vicesecretario de Organización y Electoral, que ha heredado de Carlos Floriano todo su equipo. Así el aterrizaje ha sido menos brusco.
El PP tenía el reto de demostrar que esta Conferencia es algo más que un escaparate del cambio estético llevado a cabo tras el 24-M, y la organización se esmeró en abrir el debate incluso a temas peliagudos.
Puso el cascabel al gato el líder del PP andaluz, Juan Manuel Moreno, que propuso la limitación de mandatos a ocho años ya no sólo para los miembros del gobierno central, los autonómicos y los ayuntamientos de más de 20.000 habitantes; también para los cargos orgánicos del partido y para los cargos electos, como los diputados y senadores.
Moreno abogó además por conseguir que todos los congresos del partido (nacional, regionales, provinciales y locales) sean realmente asamblearios, como recogen los estatutos sobre el papel. Y fue más allá: apostó por la fórmula de una persona, un cargo.
Y llegó el debate sobre las primarias, el punto candente, que varios de los asistentes entre el público sacaron a colación. Moreno, en nombre de Rajoy sin duda, dejó claro que por ahí no van a ir los tiros: «Es una pose electoral que tiene truco», señaló. «Yo no he visto ni en Ciudadanos, ni en Podemos, ni en el PSOE unas primarias con dos candidatos», añadió.
El debate se puso al rojo vivo con la intervención de Cayetana Álvarez de Toledo, reconocida voz crítica. Ésta pidió un partido de centro derecha «fuerte, valiente y ganador», insinuando que el PP no lo está siendo.
La propia Sáenz de Santamaría pidió la palabra para contestar, visiblemente molesta. Primero señaló que éste es el mismo partido de centro derecha al que ella se afilió y después reivindicó el orgullo de ser del PP, «un partido del que podemos sentirnos orgullosos». «En los momentos más difíciles de este país hemos estado al pie del cañón», remachó.
Los pasillos fueron fiel testigo del estado de ánimo por el que atraviesan los populares, entre el desánimo y la expectación por ver hasta dónde puede llegar Rajoy con su nuevo dream team.