La angustia ante el inminente desahucio

Se dice que firmar una hipoteca es un acto voluntario y que a nadie le obligan a que lo haga. Eludir las responsabilidades es así de fácil. Ya no interesa recordar que con la crisis encima, ya de modo palpable, los ayuntamientos, las consejerías de Urbanismo, el ministerio de la Vivienda, incitaban a comprar.
Por supuesto que también lo hacían los promotores, sobre todo los llegados a última hora al negocio de la construcción, y también lo hacían los bancos y las cajas. Han pasado a la historia aquellos folletos que se remitían masivamente a los particulares ofreciendo créditos y préstamos para todo. Lo ponían tan fácil que parecía de tontos no aceptarlos para salir de vacaciones, para comprar electrodomésticos o un automóvil o lo que fuera. Lo ponían tan fácil que picaron muchos. Las entidades financieras no tienen el porqué preocuparse por sus clientes, su cometido consiste en obtener suficientes garantías para el préstamo. Si en el momento de estudiar el préstamo se dan cuenta de que es azaroso para el cliente, eso no les preocupa.
Quienes quieren conseguir algo del público, políticos, vendedores, etc., suelen manipular el mundo emocional de sus posibles clientes. Intentan atraerles con toda clase de tentaciones difíciles de resistir, pero una vez firmado el contrato el mundo emocional queda a un lado y a partir de este momento todo se plantea ya de forma racional.
Muchos de quienes hicieron cuentas en aquellos momentos olvidaron varios factores, como que los tipos de interés podían subir mucho más de lo que ellos podían soportar, que podían perder su empleo (que en ese momento veían seguro), o que los precios de las viviendas podían bajar, entre otros. Las entidades financieras, los políticos y los constructores tampoco tuvieron en cuenta que se estaban pasando de la raya. Y eso que estos últimos disponen de asesores de todo tipo. Unos han ido a la crisis porque querían, porque el negocio les parecía muy bueno y otros fueron arrastrados, seducidos por los cantos de sirena, porque no supieron hacer bien los números, etc.

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Vicente Torres

Vicente Torres es Coautor de '1978. El año en que España cambió de piel' y autor de 'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades' y 'Yo estoy loco', 'Diario de un escritor naíf', 'El Parotet y otros asuntos' y '2016. Año bisiesto'. He participado en los libros 'Tus colores son los míos', 'Enrique Senís-Oliver' y 'Palabras para Ashraf'.

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