Lo mejor que podría hacer la ministra Nadia Calviño por los españoles, y de paso por ella misma, es abandonar el gobierno. Con ello, recuperaría parte del prestigio que perdió al aceptar, por dos veces, formar parte de este gabinete infame, y aun peor que infame, y demostrar al mundo que con esta tropa al mando no hay modo de que España siga formando parte del mundo civilizado.

Cabría la posibilidad, además, de que algunos de los masoquistas que les regalan sus votos pensando que sus vidas van a mejorar abrieran los ojos y descubrieran el engaño, lo cual les agradeceríamos en el alma el resto de los españoles. Eso es lo único que nos podría infundir un poco de optimismo en estos tiempos que corren, en los que no hay más remedio que verlo todo negro. Y más todavía al tener noticia de las explicaciones que dan las Yolandas y los Yolandos del gobierno. ¿Cómo es posible que Calviño siga con esa tropa? Hasta se atreven a hablar de la Constitución, aunque, lógicamente, lo hacen de forma engañosa. De tal modo, que merecen que se les diga: Quitad vuestras patas de la Constitución. Además, si éstos dicen Constitución, también deberían decir Constituciona.

Tenemos un gobierno en que la mitad se pasa la vida mirándose al espejo y procurando que no se rompe, aunque alguno está más en las nubes, lo cuál es lógico, dada su condición de astronauta, mientras que la otra mitad se está afilando las coletas para aprovechar la ocasión y poner en práctica los conocimientos adquiridos en Venezuela. Es dramático lo que nos espera. El sector del espejo, en el que está encuadrada Calviño, está nervioso, como lo prueba el hecho de que Iceta haya iniciado una campaña de recogida de firmas en Change en beneficio del felón. Esa es una prueba más de la poca clase que tiene esta gente.

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