Sólo le faltaba haber dicho en 'plan Gila': “¿Está el señor Llull? Pues que se ponga
No es un chiste ni de lejos, y da una triste idea del nivel cultural que tienen aquellos que trazan nuestro diario devenir, de esos mismos que dicen estar luchando para que nuestra ansiada estabilidad no siga zozobrando más en las turbias aguas donde los remolinos económicos se tragan al más desesperado.
Pero cuando vemos cómo se las gastan, qué nivel cultural les ampara en realidad, amén de las bajezas a las que son capaces de llegar con tal de mantener el cargo, nos hacen preguntarnos si en realidad no habría que lanzarles a ellos a los tiburones y mirar para otra parte.
Al fin y al cabo, seamos francos, sólo luchan por mantener a flote la poltrona del poder en la que navegan a la deriva ajenos a este mundo, y desde donde ni siquiera se dignan a lanzar un salvavidas llegado el caso.
LA GRAN PIFIADA
Y como muestra un botón, y de los grandes. Parte como una piedra directo desde el departamento del ministerio de Educación y Cultura que tan diligentemente dirige José Ignacio Wert, y tiene como protagonista forzado al beato mallorquín, filósofo, escritor y misionero Ramon Llull que falleció en el año 1315.
La anécdota, dada a conocer de pasada en un debate del Parlament balear por el nacionalista del grupo MÉS en el Consell de Mallorca, Joan Font, y de la que se hace eco ahora ‘Diario de Mallorca‘, arranca de mañana en uno de los despachos de la Universitat de les Illes Balears (UIB).
Al teléfono está una de las asesoras del ministro José Ignacio Wert, quien se interesa por el beato Ramon Llull. No lo hace para saber qué tal va la cátedra con su mismo nombre, ni siquiera para recabar alguna información en torno a la efemérides que supone su nacimiento hace ahora casi 700 años, sino para saber qué sueldo público está cobrando este ilustre padre del catalán:
«¿Qué sueldo cobra el señor Ramon Llull por dirigir la cátedra que lleva su nombre?»
Tal como suena. La mujer estaba realizando una recopilación de datos laborales para un estudio sobre este tipo de organismos en las universidades españolas, y la respuesta le trajo al pairo.
PACIENCIA Y AL TORO
El interlocutor tuvo que armarse de paciencia y le explicó que, en realidad, el director de la cátedra no se llama así, sino que su nombre es Joan Antoni Mesquida, a la sazón también director del departamento de Filología Catalana de la UIB.
El choteo en el campus es de órdago, y el conseller de MÉS no ha perdido la oportunidad de pedir a los ‘populares’ que informen debidamente a la gente de su partido de quién es este beato, para evitar así futuros patinazos que dejen en evidencia, una vez más, a esos que velan desde las alturas, que no celestiales precisamente.