¡Rompan filas! (*)

En la antigua Roma, la mayor recompensa militar que podía otorgarse a un general victorioso, era la concesión del triunfo, la corona de laurel. Este honor, ambicionado por todos, lo concedía el Senado únicamente a aquellos que hubieran obtenido brillantes victorias, o que con sus operaciones militares hubiesen contribuido a aumentar los dominios romanos.

En España, 2000 años después, el nuevo César, Rodríguez Zapatero, ha avergonzado a millones de ciudadanos -españoles y de otros 35 países de la coalición internacional contra el terrorismo-, al ordenar unilateralmente la inmediata retirada de nuestras tropas de Iraq. Con la orden de «repliegue» -subterfugio políticamente correcto para enmascarar la huida-, nuestro Ejército ha abandonado la misión que le fue encomendada, precisamente cuando el enemigo, el terrorismo islámico, nos ha golpeado con más saña, causándonos 191 muertos y cerca de 2.000 heridos.

Nuestro Ejército se ha retirado del frente de batalla, precisamente cuando mayor era el riesgo, después de que nuestros soldados hayan derramado -por lo que se ve, inútilmente- su sangre en cumplimiento de su deber y de que el enemigo hasta haya profanado sus cadáveres, pisoteándolos. Cuando más necesaria era nuestra presencia en Iraq para cumplir con los objetivos marcados, nos vamos.

Frente a estos tristes acontecimientos, el Ejército español ha vuelto a dar un extraordinario ejemplo de disciplina y acatamiento del orden constitucional. Sin ser en absoluto responsable, ni merecedor de la deshonra, la decisión política de su retirada de Iraq en tan dramáticas circunstancias, ha arrojado sobre él, y sobre todos los españoles, largas sombras del estigma de la traición, el baldón del deshonor y la vergüenza de la cobardía.

Por mucho que con pretextos éticos y de soberanía nacional se quiera justificar la decisión de retirar nuestras tropas, estos argumentos no convencen a los casi once millones de ciudadanos que votaron al Partido Popular el pasado 14-M, aunque recientes sondeos de opinión pretendan un apoyo mayoritario a la decisión del presidente Rodríguez. Las encuestas se han convertido en potentes herramientas poliédricas de manipulación política, con tantas caras como intereses se pretendan defender, como clamorosamente se ha puesto de manifiesto en las pasadas elecciones generales.

Por el contrario, resulta profundamente inmoral la patrimonialización que de la vuelta de nuestros soldados, ha hecho -y seguirá haciendo- el Gobierno socialista. El mensaje que se transmite a la ciudadanía desde la nueva e independiente RTVE de Carmen Caffarel, según el cual el Partido Popular envió a nuestros soldados a una guerra “ilegal e injusta”, mientras que el PSOE los rescata del infierno y los acoge entre un clamor de banderas socialistas, sollozos, pasodobles y uves de la victoria, constituye otra vergonzosa muestra de manipulación de masas que recuerda a las jornadas previas al 14-M.

Se nota, se siente, la proximidad de las elecciones europeas. Poco días han durado las rotundas afirmaciones de la vicepresidente primera del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega, anunciando el principio del fin de la televisión de partido y el feliz alumbramiento de una televisión independiente, donde iba a prevalecer el derecho a la información por encima de los intereses partidarios, fueran del color que fueran.

El Ejército necesita respeto a su esencia, a su misión y a su liturgia. Y no parece muy afortunado celebrar con “uves” victoriosas, triunfos inexistentes. Ni el recibimiento folclórico y partidista que mezcla llantos y banderas del puño y de la rosa -o del toro de Osborne-, con los uniformes de quienes han cumplido con su deber con la mayor dignidad, y que solo deben tener como bandera la roja y gualda con el escudo nacional.

Por todo ésto, la presidencia de Rodríguez Zapatero (acompañado de José Bono y Rodríguez Ibarra) en el acto de disolución de la Brigada Plus Ultra II en la Base General Menacho de Botoa (Badajoz) resultaría extemporánea, si no obedeciera a oscuros intereses partidistas. Las grotescas contradicciones del triunvirato Rodríguez-Bono-Ibarra en sus discursos de felicitación a las tropas por la magnífica labor que han desempeñado en Iraq -imponiendo diversas condecoraciones por su heroico comportamiento-, y la feroz descalificación que estos mismos personajes han hecho, y siguen haciendo, de nuestra presencia militar en Iraq resultan absolutamente pasmosas.

Ante tanto desatino, y a fin de preservar la dignidad que merecen nuestros Ejércitos, quizás hubiera sido más adecuado que el general Fulgencio Coll, Jefe de la Brigada Plus Ultra II, hubiera procedido a su disolución a la orden de un lacónico y castrense ¡Rompan filas!

(*) Post Scriptum. Reedición del artículo publicado en diversos medios de prensa nacional con ocasión de la retirada de nuestras tropas de Iraq. Tras la llegada al poder del Partido Popular, Rajoy –otro Gobierno y otras caras al frente del Ministerio de Defensa– ha reiterado, corregida y aumentada, la triste historia de traición a las víctimas del terrorismo, a nuestras FF.AA, a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y a nuestros muertos.

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Autor

Antonio Cabrera

Colaborador y columista en diversos medios de prensa, es autor de numerosos estudios cuantitativos para la Dirección General de Armamento y Material (DGAM) y la Secretaría de Estado de la Defensa (SEDEF) en el marco del Comercio Exterior de Material de Defensa y Tecnologías de Doble Uso y de las Relaciones Bilaterales con EE.UU., así como con diferentes paises iberoamericanos y europeos elaborando informes de índole estratégica, científico-técnica, económica, demográfica y social.

Antonio Cabrera

Colaborador y columista en diversos medios de prensa, es autor de numerosos estudios cuantitativos para la Dirección General de Armamento y Material (DGAM) y la Secretaría de Estado de la Defensa (SEDEF) en el marco del Comercio Exterior de Material de Defensa y Tecnologías de Doble Uso y de las Relaciones Bilaterales con EE.UU., así como con diferentes paises iberoamericanos y europeos elaborando informes de índole estratégica, científico-técnica, económica, demográfica y social.

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