(Yo sí acostumbro, en principio, / a intercalar en mi prosa / siempre algunos de mis ´ripios´ / para aligerar las cosas).
Y ratifico lo que dicho he. Porque es que si no, ¿qué podría acontecer si mi señoría hoy se refiere o desarrolla profundas reflexiones acerca del pin parental, pongo por caso? Sería una auténtica catástrofe, ya que al hablar de pin no voy a hacerlo en el contexto de un pin pan pun. Eso nunca. El enfoque que se requiere en este caso es asaz profundo. Bien es cierto que no sería uno quien se atreviese a cuantificar las dimensiones de esa profundidad. Ni muchísimo menos. Sería un craso error por mi parte. Y sabido es que cuando interviene en el intento de ponderar una magnitud, la susodicha presenta esa característica de ser algo ´craso´, ¡ojo!, que las grasas no son buenas, que hacen daño, que dan pena… No, mi señoría no afirma que se acabe por llorar porque una pena no tiene por qué ser una pesadumbre, un dolor, un sufrimiento, una tristeza, un duelo…, no. Pero eso no quiere decir nada. Y cuando una cosa no quiere decir nada, ¿cuál es la actitud de las fuerzas políticas, pongo por caso, ante una situación de esta índole? Vuesarcedes tienen la palabra, porque este blog es interactivo. Si pertenecen a face book, opinen, ¡caramba! Abajo está su sitio. Pero ándense con cuidado, que uno bastante les ha dicho ya acerca del pin. ¿O no?
Quizá pueda interesarles la lectura que, ´pinchando´, encontrarán en «¿Pública? ¿Privada?..»
18-01-2020.