Y ¡qué sabe mi señoría!  Pero si es que, por lo que tengo oído, el otro día vino una señora llamada ella Delcy Rodríguez que no podía venir porque la EU (o la UE, que da igual) prohibido le había pisar nuestra tierra,  ya que nuestra tierra es como si fuera suya (sí, de la UE o de la EU, no de la señora) aunque no lo sea y… Pues ella vino y todavía no se sabe si, de hecho, la pisó o no (en efecto, a la tierra española) porque lo cierto es que mi señoría cree que el ministro, señor Ábalos, en alguna ocasión dijo que no, que ella no la había pisado, sino que él la vio y habló con ella en el avión y en la sala BIP, pero que de pisar tierra española, nada. Y nada es nada, o sea, que nada. Y esto parece que la opinión pública no lo acaba de entender. Y digo la opinión pública porque mi señoría sí que lo entendió. ¡Quién le dice a mi señoría que la susodicha dama no pudo pisar una alfombra roja, o de cualquier otro color, que se hubiera instalado desde el pie de la escalerilla de la aeronave en que hubiera o hubiese  accedido a nuestro aeropuerto doña Delcy? ¡Quién se lo dice a mi señoría, vamos a ver!  Y si esa alfombra, que no tienen por qué ser persa, va o se extiende desde el pie del avión hasta la propia sala BIP, y el suelo de esta sala es una tarima de madera, reconozcamos que la visitante, hasta el momento, librado se ha de pisar nuestro suelo. Otra cosa sería que se le pudiese acusar de pisar nuestro sobresuelo que es distinto. ¿O no?

7-02-2020.