Quien esto escribe no pasa de ser un cantamañanas que sí, es verdad que ha dedicado más de medio siglo, es decir, más de cincuenta tacos (de almanaque) a la actividad docente. Como ahora en el bachillerato solo se estudia latín en muy pocas de sus especialidades y además éstas son las de letras… Pues que habrá ciudadanos que no distingan entre la actividad citada y otra, que es la discente. Quizá la primera, es decir, la docente la conocerán y sabrán más o menos en qué consiste, pero la otra, ¿a que no? Mi señoría, sin embargo, la conoce porque en aquel tiempo en que estudió el bachillerato, el latín era una de las asignaturas que teníamos en los siete cursos, siete, que eran los que duraba la enseñanza media -les estoy hablando a vuesarcedes de los años 1.939-1.946– y en los que se le dedicaba una hora diaria de clase al estudio de la asignatura citada. ¡Tela marinera! Pero es que no contentos con eso, en los cursos quinto, sexto y séptimo teníamos otra de las asignaturas que, sin duda, contribuía a la formación humanística que se nos daba: el griego. Y este rollo que precede viene a cuento para decirles a todos aquellos de vuesarcedes que no lo supieran, que la actividad discente es el quehacer mediante el cual uno aprende las cosas. Disco, dices, dicere, en definitiva se traduce al castellano por el verbo aprender. Y bien, el caso es que el cantamañanas que suscribe estas líneas, es decir, mi señoría no solo dedicó esos más de cincuenta años a enseñar sino que hubo de compatibilizarlos con los de aprender, porque para dar hay que tener.
Presentado que me he, me propongo ahora decirles algo acerca de las medidas de evaluación que se dieron ayer para acabar el presente curso, en el sentido de qué pruebas se le iban a hacer a los alumnos y consiguientemente cómo se les va a calificar. Se ha hablado, o al menos así lo ha entendido mi señoría de que no se va a recurrir al ´aprobado general´ porque eso sería injusto, pero se ha admitido por la ministra de Educación, señora Celaá, con acento en la segunda a, que Dios guarde, que los alumnos “como norma general” pasarán de curso. Otra cuestión es con cuántas asignaturas. Conclusión a la que uno ha llegado: en vista del tinglado que está formado con lo de que ya las autonomías, en esto de la educación, mandan más que nadie, la citada ministra por lo visto mantuvo ayer una reunión telemática con todas y todos (ahí va eso) los y las, que diría la ministra, consejeros de educación y les debió proponer algunas directrices acerca de las normas para evaluar cuando concluya la cuarentena, la confinación y demás altercados que causado nos ha el puñetero Covid-19 de las narices, al parecer hubo algunos de los susodichos los y las que no estuvieron de acuerdo y no sé si ahora tienen algún plazo para aceptar lo que les haya dicho doña Isabel (Celaá, claro) o será ésta la que acepte lo que propongan los y las disidentes. De todas formas, ¿no creen vuesarcedes que da igual, que el guirigay proviene de que haya tantos ´mandamases´ como número de autonomías y de que la dificultad -y el caos- la genera el hecho de que se les haya dado tantas prerrogativas y autoridad, en este tema, a los y las -consejeros, claro-? Por eso, dada la situación actual, mi señoría, con todo respeto y sometimiento a las autoridades vigentes, propone que en lugar de dar ´aprobado general´ porque eso sería too much for the body, es decir, demasiado, propone, repito, que a los alumnos en cuestión se les dé ´notable coronel´. Que es igual, pero no es lo mismo. Y si la cosa sale mal, con echarle la culpa a las autonomías… ¿O no?
16-04-2020.
