Lo revela y cuenta ABC, el «huracán Greta» se acerca al puerto de Lisboa… y no, no es un fenómeno meteorológico sino social y mediático porque la expectación se dispara en Portugal a solo unas horas del desembarco de la abanderada de la causa medioambiental.
Pero acaba de salir a la luz una imagen que enturbia su discurso beligerante para salvar el planeta: ella sentada en su casa de Estocolmo con su madre en un sillón de cuero animal y madera refinada que cuesta más de 6.700 euros, casi 7.800 sin rebaja.
La carísima pieza de mobiliario responde al estilo del diseñador estadounidense Charles Eames, un arquitecto de interiores fallecido en 1978 y cotizadísimo para decorar los ambientes más chic.
La joven Thunberg suele arremeter contra esta sociedad consumista en la que vivimos y ha hecho de su alegato «Escuche a los científicos» a Donald Trump su gran activo para movilizar al mundo en la lucha contra el cambio climático. Su periplo en catamarán hasta Lisboa, como paso previo a su traslado hasta Madrid para la cumbre del clima, es un reflejo de esta actitud.

Greta Thunberg junto a su madre y el millonario sillón.
Solo que ahora la fotografía en cuestión puede ponerla en un aprieto y ante la tesitura de tener que explicar cómo es posible que lance semejantes diatribas si tiene en casa un sillón cuya cuidada madera requiere la tala de numerosos árboles y la piel del cuero no solo presenta una alta calidad sino que fue elaborada después de matar varios animales.
Greta y su madre en su casa. ¿Sabéis cuánto cuesta ese sillón? Se trata de la Eames Lounge Chair, un icono clásico del diseño moderno. Elaborado con piel de animal y madera, cuesta más de 6.000€. Estos se están forrando a costa de los tontos útiles. pic.twitter.com/fpXl1tUWCY
— Barbarellah (@iBarbarellah) November 30, 2019
Su ecologismo a ultranza no cuadra nada bien con la instantánea, que muestra a Greta Thunberg muy confortable en un hogar con un «atrezzo» de tal calibre, donde probablemente celebrará su 17 cumpleaños el próximo 3 de enero.
De momento, en Portugal ya se alzan las voces que comienzan a acusarla de «hipócrita» y de «estar forrándose» a costa del marketing internacional que crece a su alrededor en progresión geométrica.
Lo que está claro es que la difusión de la imagen la coloca en una situación algo comprometida, que de cualquier modo no ha sido provocada por nadie. Simplemente, fue la propia familia Thunberg la que divulgó la fotografía semanas atrás y ahora se airea en un momento «inoportuno» para ellos.
El país vecino vive también con extrañeza la decisión del presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, de no ir al muelle de Alcántara a recibir a Greta este martes 3 de diciembre porque no quiere que le echen en cara un hipotético «aprovechamiento político».
Acudirá el alcalde de Lisboa, Fernando Medina, y probablemente una delegación del Parlamento, aunque parece descartarse finalmente que ella pronuncie unas palabras en el hemiciclo ante los diputados.
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