Lo hemos ido dejando poco a apoco con la llegada de las nuevas tecnologías, pero los expertos comienzan a reparar en los efectos negativos que tiene dejar atrás esta saludable práctica.
La escritura estimula tres regiones concretas de nuestros cerebros; la motora, la visual y la cognitiva, lo que incide en la activación y acción de muchas redes neuronales.
Desde un punto de vista emocional, la escritura a mano supone un gran canal por el que derivar determinadas tensiones y frustraciones, de una forma saludable.
Nuestra memoria también se ha visto perjudicada al dejar la escritura manual, ya que con ella activábamos y trabajábamos la memoria semántica y nuestro “almacén de memora general” a largo plazo.
En muchos casos de estrés o ansiedad extrema, focalizar la atención con la escritura manual favorece notablemente a reducción del estados alterado.
Los científicos afirman que escribir a mano implica usar nuestro cerebro de una forma más activa ya que debemos pensar más, fijarnos más, y crear imágenes abstractas que luego traducimos en textos manuscritos. La mayoría de los escritores reconocidos escriben a mano porque mejora la calidad de sus trabajos.
Hay que destacar que la escritura manual también es una gran manifestación de distinción y personalidad propia, lo que suma un plus de creatividad e interés a cada escrito.
Así que ya sabe, retome la escritura manual en la medida de lo posible como ejercicio intelectual y de mantenimiento de sus actividades cerebrales superiores.