A falta de un análisis más profundo y detallado, hay que concluir que -a la hora de la verdad- los políticos y sus torpezas influyen menos de lo que imaginamos en las sesaciones de la ciudadanía.
Caso contrario no se entiende que España, con más de 100.000 muertos por coronavirus, una crisis devastadora que tiene ya en el paro real a 6 millones de personas y un Gobierno, como el que forman PSOE y Podemos tan sectario como inepto, aparezca en el puesto 24 del ranking mundial de felicidad.
En la última edición del Reporte Mundial de la Felicidad, patrocinado por Naciones Unidas, Finlandia vuelve a liderar el listado de 149 países por cuarta vez consecutiva.
El equipo a cargo del informe, que suele comparar el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, la esperanza de vida, la asistencia social, las libertades individuales y hasta la percepción de la ciudadanía sobre la corrupción, añadió en esta ocasión un análisis sobre cómo afrontó cada nación el covid-19.
El segundo lugar del listado lo ocupa Dinamarca, seguida por Suiza, Islandia y los Países Bajos.
El sexto puesto es para Noruega y luego aparecen Suecia, Luxemburgo, Nueva Zelanda —de nuevo el único país no europeo entre los diez primeros— y Austria.
El ránking continúa con Australia, Israel, Alemania, Canadá, Irlanda, Costa Rica —la nación latinoamericana mejor ubicada—, Reino Unido, República Checa, EE.UU. y Bélgica, que cierra el bloque de los 20 países con las sociedades más prósperas.
Detrás de Costa Rica, que ocupa el puesto 16.º, aparecen las naciones de la región peor posicionadas: Uruguay figura en el puesto 31.º y por detrás aparecen Brasil (35.º), México (36.º), Panamá (41.º), Chile (43.º), El Salvador (49.º) y Colombia (52.º).
Más abajo aparecen en la lista Argentina (57.º), Honduras (59.º), Perú (63.º), Ecuador (66.º), Bolivia (69.º), Paraguay (71.º), República Dominicana (73.º) y Venezuela (107.º).
Esta región del planeta es una de las más afectadas por la pandemia, como lo reflejan sus altos índices de desempleo y trabajo informal, que se han visto afectados por la paralización de la economía.
En líneas generales, mostraron una peor respuesta sanitaria que otros países más desarrollados a causa de sus históricas carencias estructurales.
A escala global, el estudio advierte que «la salud mental ha sido una de las víctimas, tanto de la pandemia como de los bloqueos resultantes».
De todos modos, en comparación con los tres años precedentes, este muestra que las evaluaciones de vida individual mejoraron con un aumento general de 0,036 puntos, en un promedio calculado sobre 95 países.