La administración del presidente Donald Trump ha tomado una medida sin precedentes contra la Universidad de Harvard al revocar su certificación para inscribir estudiantes internacionales,.
Lo anunció el Departamento de Seguridad Nacional este 22 de mayo de 2025.
Esta decisión, que representa una escalada significativa en el enfrentamiento entre el gobierno federal y la prestigiosa institución, obligará a miles de estudiantes extranjeros a transferirse a otras universidades o abandonar el país.
La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, justificó la medida alegando que Harvard ha creado «un entorno universitario inseguro al permitir que agitadores antiamericanos y proterroristas agredan a estudiantes judíos en el campus».
También acusó a la universidad de coordinar actividades con el Partido Comunista Chino, aunque no presentó evidencias que respalden estas afirmaciones.
«Esta administración está responsabilizando a Harvard por fomentar la violencia, el antisemitismo y la coordinación con el Partido Comunista Chino en su campus», declaró Noem en un comunicado oficial.
La funcionaria también señaló que «es un privilegio, no un derecho, que las universidades inscriban a estudiantes extranjeros y se beneficien de sus pagos de matrícula más altos para ayudar a engrosar sus dotaciones multimillonarias».
El impacto en la comunidad estudiantil internacional
La revocación de la certificación del Programa de Estudiantes y Visitantes de Intercambio (SEVP) tiene consecuencias devastadoras para la comunidad internacional de Harvard. Actualmente, la universidad alberga aproximadamente 6.800 estudiantes extranjeros en su campus de Cambridge, Massachusetts, lo que representa más del 25% de su cuerpo estudiantil. La mayoría son estudiantes de posgrado provenientes de más de 100 países.
Con esta medida, Harvard no podrá inscribir nuevos estudiantes extranjeros, y los actuales deberán transferirse a otras instituciones o perder su estatus legal en Estados Unidos. Esto afecta directamente a miles de jóvenes que han invertido tiempo, esfuerzo y recursos económicos considerables para estudiar en una de las universidades más prestigiosas del mundo.
Antecedentes del conflicto
Esta decisión es el último episodio en una creciente tensión entre la administración Trump y Harvard. El conflicto se intensificó cuando la universidad se negó a cumplir con una lista de exigencias impuestas por el gobierno federal en abril de 2025, lo que provocó que la administración congelara 2.200 millones de dólares en subvenciones y 60 millones en contratos.
Entre las demandas del gobierno se incluía la reforma del proceso de admisión de estudiantes internacionales para «evitar la admisión de estudiantes hostiles a los valores e instituciones estadounidenses inscritos en la Constitución y la Declaración de Independencia, incluidos los estudiantes que apoyan el terrorismo o el antisemitismo». También se exigía el cierre de todos los programas, oficinas y comités de diversidad, equidad e inclusión (DEI), así como la implementación de auditorías externas para garantizar la «diversidad de puntos de vista» en el cuerpo estudiantil, profesorado y liderazgo.
Reacciones y posiciones enfrentadas
La universidad ha mantenido una postura firme frente a estas exigencias. Un representante de Harvard declaró anteriormente que la institución «valora el estado de derecho y continuará cumpliendo con la ley, esperando que la Administración Trump haga lo mismo». Sin embargo, el gobierno federal ha interpretado esta resistencia como una negativa a abordar lo que considera un ambiente antisemita en el campus.
La medida ha generado preocupación entre académicos y defensores de la educación internacional, quienes advierten sobre las consecuencias a largo plazo para la posición de Estados Unidos como destino educativo global. Algunos críticos señalan que estas acciones podrían dañar la reputación del país y reducir su capacidad para atraer talento internacional.
El debate sobre el izquierdismo en las universidades de élite
La confrontación entre la administración Trump y Harvard se enmarca en un debate más amplio sobre lo que algunos sectores conservadores denominan «izquierdismo rampante» en las instituciones académicas de élite. Críticos del actual sistema universitario argumentan que campus como el de Harvard se han convertido en bastiones de una ideología progresista que supuestamente silencia voces conservadoras y promueve una «cultura de la cancelación».
Este argumento ha sido central en la retórica de la administración Trump, que ha posicionado sus acciones contra Harvard como parte de una lucha más amplia contra lo que considera un sesgo ideológico en la educación superior. Las exigencias de «diversidad de puntos de vista» y la eliminación de programas de diversidad, equidad e inclusión reflejan esta preocupación por lo que perciben como un desequilibrio político en las universidades.
Por su parte, defensores de las políticas universitarias actuales argumentan que estas instituciones simplemente reflejan valores de inclusión y respeto a la diversidad, y que las acusaciones de censura son exageradas o infundadas.
Datos curiosos sobre Harvard y su comunidad internacional
En medio de esta controversia, vale la pena destacar algunos datos sorprendentes sobre la presencia internacional en Harvard:
La universidad tiene una tradición de más de 150 años acogiendo a estudiantes internacionales, con su primer estudiante extranjero registrado en 1865.
Los estudiantes internacionales de Harvard han fundado más de 400 empresas que operan globalmente, generando miles de millones en ingresos y creando numerosos puestos de trabajo.
Entre los alumnos internacionales más notables de Harvard se encuentran ocho secretarios generales de las Naciones Unidas y más de 60 jefes de estado de diversos países.
El impacto económico de los estudiantes internacionales en Massachusetts supera los 3.000 millones de dólares anuales, contribuyendo significativamente a la economía local.
Implicaciones futuras
La decisión de la administración Trump plantea interrogantes sobre el futuro de la educación internacional en Estados Unidos. Si bien la medida está específicamente dirigida a Harvard, envía un mensaje claro a otras instituciones académicas sobre las consecuencias de no alinearse con las políticas federales.
Expertos en educación superior advierten que esta acción podría desencadenar un efecto dominó, llevando a estudiantes internacionales a reconsiderar sus planes de estudiar en Estados Unidos y optando por destinos alternativos como Canadá, Reino Unido o Australia.
Para Harvard, el desafío inmediato será encontrar una solución que permita a sus estudiantes internacionales continuar su educación, ya sea mediante negociaciones con el gobierno federal o facilitando su transferencia a otras instituciones. Para los miles de estudiantes afectados, la incertidumbre sobre su futuro académico y su estatus migratorio representa una carga adicional en un momento ya de por sí complicado.
Este conflicto entre una de las universidades más prestigiosas del mundo y la administración Trump refleja tensiones más profundas en la sociedad estadounidense sobre el papel de la educación superior, la libertad académica y la influencia internacional en las instituciones nacionales. Mientras tanto, miles de estudiantes quedan atrapados en medio de esta batalla política e ideológica, enfrentando consecuencias muy reales para sus vidas y carreras.

