Las hostias del cáliz estaban esparcidas por el suelo, cajones abiertos en la sacristía y todo revuelto
Un fuerte olor a quemado inunda la fría estancia. En el altar, candelabros por el suelo, el mantel y el micrófono chamuscados y en el atril, el Libro de los Evangelios totalmente calcinado. Dos vecinas, Consuelo Busto y Emilia Fernández, entraron ayer en la iglesia de Santiago en Pruvia y se escandalizaron ante los destrozos: «¡Dios mío!», exclamaron al unísono. «No quemó todo de milagro». Lo cuenta Sara Arias en El Comercio.
El pasado lunes, unos delincuentes irrumpieron en la parroquia «con ánimo de robar y al no encontrar nada destrozaron todo por rabia», asegura Juan Francisco Cerrio, el párroco.
Por la tarde, unos integrantes de Cáritas que se encontraban en la casa rectoral, al lado del templo, intuyeron que algo estaba ocurriendo al advertir un olor extraño. Al acercarse comprobaron que la puerta lateral estaba forzada y en el interior había un pequeño fuego. Alertaron a la Guardia Civil de Llanera. Según fuentes del cuerpo de seguridad, cuando los agentes llegaron, el fuego ya había sido sofocado y un cerrajero estaba cambiando el bombín de la puerta.
Según una de las vecinas, las hostias del cáliz estaban esparcidas por el suelo, cajones abiertos en la sacristía y todo revuelto. Al salir de la parroquia ayer, Busto reparó en un objeto apoyado en el muro. «Era lo que faltaba», dijo. Son unas gafas aplastadas y degradadas que pertenecen a una escultura del exterior del templo.
En concreto a la réplica del rostro del anterior cura, José Ramón Álvarez, fallecido el pasado año. «Es una vergüenza, no vinieron más que a tocar las narices», dedujo Fernández.
La investigación de la Guardia Civil sigue en marcha y hasta dentro de unos días no se sabrá el motivo por el que entraron en el templo. Los agentes manejan como alternativas el robo o un acto vandálico. Los feligreses de Pruvia esperan que no se repita más, y que el próximo jueves todo esté listo para la misa en honor a la Virgen de la Inmaculada.