El diálogo interreligioso tiene que incluir también a los ateos
(Jesús Bastante).- El sacerdote Ricardo Latorre fue misionero durante década y media en la pampa argentina, al norte de la Patagonia. Acaba de publicar «La libertad religiosa y España, 2011«, de la Asociación Sol, como parte del trabajo para un máster. En suopinión, «el tema de la libertad religiosa no se está imponiendo por la agenda de ningún grupo político, sino por el verdadero valor que tiene por sí mismo».
-La libertad religiosa, lamentablemente, nos aboca a pensar en casos de represión como los de India, China, Sudán, Nigeria… Explícanos las dificultades que entraña que haya tantos países donde los cristianos son aún perseguidos por su fe.
-Para cualquier persona es complicado que se le oprima la parte más profunda de su ser, que es la que busca el encuentro con Dios. Todo el mundo tiene derecho a confiar y a creer en quien quiera o en lo que quiera. Es una parte de la libertad religiosa. Pero, para poder tener esa expansión interior, son precisas unas series de condiciones que en muchos países del mundo no se dan. Falta mucha sensibilidad en torno a esto. Somos sensibles con el tema de la falta de agua o de alimentación, con la sanidad… pero a esto como que le damos poca importancia, siendo una cuestión que determina la felicidad de cada persona y su salvación. Porque el que no puede buscar libremente, es muy probable que no pueda encontrar lo que busca. Jesús dijo «el que busca, encuentra». Pero para buscar hay que poder buscar.
-¿Qué casos son los que te han revuelto especialmente?
-Lo que más me ha impactado no son tanto los casos que nos suelen llegar a través de los medios, espantosos, sino el haber conocido a personas que han vivido directamente esa opresión. La opresión contra lo que uno lleva dentro.
Estar en contacto con ese sufrimiento es lo que me ha sensibilizado y me ha hecho interesarme por este tema.
-¿Por qué es tan importante la libertad religiosa en nuestros días?
-Por muchísimas razones. Lo que afirmo en el libro, entre otras cosas, es que hoy por hoy un político, es decir, una persona que se ofrece a gestionar la vida pública, no debería desconocer la libertad religiosa. No es de recibo que no tengan formación sobre esto, porque afecta a todos los campos de la convivencia: a las relaciones internacionales entre los países, a la vida cotidiana en los municipios… y a la misma familia. Los medios de comunicación pueden aportar mucho a favor de que esta libertad sea disfrutada, cada vez más y mejor.
-¿Y cuál es ese papel que tienen los medios en esta tesitura?
-En el libro he incluido un decálogo con propuestas concretas tanto para los periodistas como para los dueños de los medios.
-El hecho religioso suele estar excluido de las noticias habituales, salvo cuando se trata de sucesos inusuales o escándalos. ¿Cómo normalizar la información religiosa?
-El primer paso fundamental es que haya una especie de conversión a nivel social, porque yo creo que a nivel personal lo tenemos más claro todos. Hay una especie de miedo social a tratar temas religiosos. Es un tabú. Se entiende como algo negativo, algo que ofende. Y no es así.
El tema de la libertad religiosa se está imponiendo, pero no por la agenda de ningún grupo de interés político o económico, sino por el valor que tiene por sí mismo, por la verdad de las cosas. Es algo que viene, y que no vamos a poder eludir. Por tanto, los que antes se adelanten y tengan la visión más abierta de empezar a darle un lugar a los temas religiosos per sé (no porque sean llamativos o escandalosos), sino porque la religión es algo importante para las personas y para la sociedad, habrán tomada una decisión acertada.
-¿Es necesario que las propias religiones se hagan más atractivas o vendibles, de cara a aparecer en los medios de información?
-Totalmente. Cada religión tiene que hacer el esfuerzo de entender las cosas como Dios quiere que las vivamos, en vez de mirarnos desde nuestro lugar (que siempre será el nuestro). El tema parece muy simple, pero tiene muchos matices. El diálogo interreligioso, que es esencial, tiene que incluir también a los ateos, pero tiene que partir de la fe de cada uno. No se trata de hacer una mezcla, sino de que la fe de cada uno no sea un obstáculo para escuchar y hablar con el otro. No hay que renunciar a la propia fe para poder dialogar. Precisamente, una condición necesaria para que el diálogo sea enriquecedor, es que seamos sinceros y hablemos desde nuestra fe.
-¿Cómo estaba España, en 2011, en materia de libertad religiosa?
-Entramos a un terreno que es muy personal, cada uno puede tener su percepción. Yo creo que vamos a estar cada vez mejor. A mi juicio, España es un país ejemplar en el tema de la libertad religiosa. Estamos dando muestra de ello en los últimos años de gran inmigración, que ha traído muchas personas musulmanas, protestantes de países como Brasil, por ejemplo… Y no está habiendo ningún tipo de problema de convivencia. Cáritas no hace distinción de ningún tipo, y la sociedad española en general es muy abierta. Creo que es difícil encontrar sociedades con un nivel tan bueno de vivencia de la libertad religiosa.
También es verdad, como dato negativo, que en España quedan pequeños grupos, trasnochados ya, con ideologías de hace 70 año, sin ningún futuro. Grupos que siguen coleando y dando la nota, como sucedió en la Jornada de la Juventud, cuando un grupo de radicalizados intentó amargarnos la fiesta. Esas cosas no se pueden permitir, simplemente, porque en una sociedad abierta todo el mundo tiene derecho a expresarse bajo el respeto de la ley, y sin ofender a los demás. Lo contrario, yo creo que irá muriendo, como de hecho parece que ya está sucediendo.
-¿Veremos pronto una sociedad en la que esté normalizada y garantizada la libertad religiosa de todo individuo y de toda comunidad religiosa?
-Yo soy bastante optimista, pienso que sí. Pero eso depende de las decisiones libres de cada uno de nosotros. Las leyes de libertad religiosa en España, con respecto a Europa, son buenas. Está considerado un derecho fundamental, y ocupa el lugar correspondiente en nuestro ordenamiento. Pero, en la práctica, tenemos miedo a vivir plenamente la fe. Eso está en manos de los gobernantes, del mundo educativo, de las familias, de cualquier ciudadano. Todos podemos hacer nuestra aportación para esta lucha.
-¿Volverás a Argentina, o te quedas?
-Juan Pablo II animaba a los sacerdotes a que dieran 5 años de su vida a las misiones. Yo he dado tres veces esos años, así que creo que he cumplido. De momento quiero estar aquí, en Madrid.
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