Los jóvenes de Zaragoza, afectados por las consecuencias de la crisis, consideran que la excesiva obediencia de la sociedad a los logros económicos los convierte en «víctimas» de un sistema que no atiende sus necesidades reales, sino los intereses de los «grandes grupos financieros».
Ésta es una de las principales conclusiones de la reflexión sobre la realidad de la juventud que ha llevado a cabo el IV Gesto Diocesano contra la crisis, una iniciativa en la que por cuarto año consecutivo han intervenido parroquias, asociaciones y movimientos eclesiales del Arzobispado de Zaragoza.
A lo largo de un año, jóvenes de las distintas delegaciones diocesanas han analizado los principales problemas a los que se enfrentan y han presentado sus propuestas en un manifiesto que será presentado al Gobierno de Aragón y al resto de los grupos parlamentarios, como en las ediciones anteriores.
Con el lema «Jóvenes, un espejo donde mirarnos», el IV Gesto Diocesano ha centrado su atención en este sector de la sociedad, cada vez «más frustrado» por el alto nivel de desempleo, que les «impide» desarrollar con independencia su vida afectiva y les acaba convirtiendo en «eternos adolescentes», ha indicado en rueda de prensa el delegado episcopal de Pastoral Obrera, Francisco Pérez.
«No es sólo una crisis económica, es una crisis ética y de valores. Ellos mismos se asustaron al ver la realidad que habían descrito, llena de individualismo, competitividad y consumismo», es decir una «sociedad enferma que provoca jóvenes enfermos», ha apuntado.
En este contexto, en el que predominan «los logros económicos por encima de las personas», se consideran «víctimas» y ven sus intereses «desplazados» al servicio de los «mercados y los grandes grupos financieros», ha señalado.
Sin embargo, a pesar de este panorama, los jóvenes continúan teniendo un «espíritu libre y emprendedor», que les lleva a denunciar la realidad que están viviendo y a plantear soluciones alternativas.
El manifiesto que entregarán al Gobierno de Aragón incluye un decálogo de propuestas en la que instan a la clase política, de la que cada vez «desconfían más», a combatir las causas de la crisis, y no las consecuencias, y a poner la economía al servicio de la persona y del bien común.
Frente a la precariedad laboral, han exigido también la adopción de medidas que promuevan un trabajo «decente», porque lo contrario atenta contra la «dignidad del hombre» y deriva en «desesperación, criminalidad y pobreza».
Para ello, es necesario un sistema educativo orientado a la formación de personas libres, responsables y críticas, que asegure el «éxito» de los valores humanos.
«No puede ser que por las exigencias del mercado laboral los jóvenes asuman la precariedad como algo normal, es decir la consecución de becas o las prácticas no remuneradas, entre otros», ha comentado Pérez.
Por otro lado, han reivindicado también la protección del derecho constitucional a una vivienda digna, mediante por ejemplo la dación en pago, así como la conservación de los servicios públicos básicos -sanidad y educación- y el aumento de las políticas sociales.
Por último, han solicitado la regeneración de la práctica política, mediante mecanismos más participativos, así como la condena de la corrupción, y el fomento de una cultura, no tan «consumista», sino «más solidaria«.
Todas estas propuestas se expondrán mañana en un acto público en presencia del arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña, que tendrá lugar en el Colegio Mayor Virgen del Carmen de la capital aragonesa, a las 19.30 horas.
En él, tres jóvenes contarán su experiencia al frente de trabajos de voluntariado en países del Tercer Mundo y en cárceles y después se concentrarán en las escaleras de la iglesia del Carmen, donde desplegarán una pancarta con el lema «Jóvenes de hoy: transformar la realidad construyendo dignidad». (RD/Efe)
