Vacía porque como demuestra la trampa final, la felicidad y la armonía surgen de un orden que no se cuestiona y que en el fondo se acepta
(Peio Sánchez).- Aterriza como el gran estreno del verano lo que parece la conclusión de la trilogía de Batman del director Christopher Nolan. A pesar de la crítica benevolente y del público movilizado por la campaña publicitaria, la película no termina de convencer. Cinematográficamente el guión es una vuelta de tuerca tramposa a la mirada compleja de Batman Begins (2005) y de The Dark Knight (2008); mientras que la realización, tras el despliegue de Origen (2010), resulta repetitiva y demasiado envolvente para no ser manipuladora.
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