Me gustaría preguntarles a los israelíes por qué yo necesito un permiso para poder rezar, mientras que cientos de ellos van a llorar al Muro de las Lamentaciones sin que les pare la policía
(Jesús Bastante).- Claudette Habbesch ha sido hasta hace muy poco secretaria general de Cáritas Jerusalén. Es una de las personas que mejor conoce tanto la situación de los cristianos en Tierra Santa como el conflicto palestino-israelí, una mujer libre y muy comprometida.
Beatriz Seara forma parte del equipo de Cáritas española que está colaborando con Palestina en un proyecto llamado «Iniciativa por la paz», que pretende, entre otras cosas, promover el «turismo consciente» en Tierra Santa: «Al viajar a Tierra Santa hay que tener cuidado con dónde duermes, dónde comes y qué sitios visitas, para no fomentar cosas que perjudican a nuestros hermanos palestinos», explica Beatriz.
Claudette nos cuenta que «los palestinos en Tierra Santa tenemos una tarjeta de identidad expedida por Israel en la que dice que somos residentes permanentes, pero no ciudadanos». «Soy una refugiada en mi propia patria, una desplazada interna«, lamenta, y narra las dificultades con las que se encuentran los cristianos palestinos para acceder al culto y a los santos lugares.
«Me gustaría preguntarles a los israelíes por qué yo necesito un permiso para poder rezar, mientras que cientos de ellos van a llorar al Muro de las Lamentaciones sin que les pare la policía», dice, y concluye afirmando que, a pesar de todo, «los palestinos nos consideramos las piedras vivas, la Iglesia viva de Tierra Santa«.
Habéis presentado un vídeo llamado «El invierno en pausa». ¿De qué trata?
B- Es una actividad más de las que pretenden dar a conocer la realidad que se está viviendo en Palestina, poniendo el acento en la presencia de las comunidades cristianas.
Claudette, usted es palestina y cristiana. ¿Cómo se vive esa situación en medio de un conflicto en el que se tiende a identificar a los palestinos con los árabes y los musulmanes?
C- Me siento muy orgullosa y privilegiada de formar parte de las comunidades cristianas de Tierra Santa, que pertenecen a la Madre Iglesia. Yo soy palestina, cristiana y árabe, y vivo en Tierra Santa, que hoy en día comprende tanto Palestina como Israel. En Tierra Santa se vive una situación complicada. Desde 1967, llevamos más de 46 años bajo una ocupación, y ninguna ocupación es buena.
¿Debería haberse luchado por la solución de los dos estados? ¿Por qué siempre se ha fomentado el fortalecimiento del Estado de Israel, mientras se iba olvidando la realidad de Palestina?
C- Como sabes, en 1948 se estableció el Estado de Israel, pero no fue establecido en el desierto, sino en mi patria, en mi hogar, en Palestina. Entonces perdí mi casa, mi muñeca, mi cama, y no podía entender quién podía merecer más que yo dormir en cama, vivir en mi casa, tener mi muñeca. No entendía cómo mi padre, que era un hombre importante, no podía devolverme a mi hogar. Desde 1967 el Estado de Israel ha ocupado Palestina, el 78% de la Palestina histórica. En 1993 se firmaron los Acuerdos de Oslo, después de la Conferencia de Madrid, que fue muy importante porque fue la primera vez que se sentaron juntos palestinos e israelíes. Oslo preveía que en cinco años se estableciera un Estado palestino, pero estamos ya en 2013 y no ha sucedido esta solución de los dos estados, aunque ciertamente es posible y viable.
¿Cómo puede ser viable, mientras Israel sigue expropiando territorio palestino? ¿No hay peligro de que Palestina termine por desaparecer?
Cuando se firmaron los Acuerdos de Oslo hubo un momento de mucha euforia, porque había esperanza de que la solución de los dos estados fuera posible. Palestina contrajo un compromiso histórico mediante el que aceptaba quedarse con un 22% de todo el territorio, pero efectivamente pienso que no es posible un estado palestino a causa de la falta de continuidad territorial, por la construcción de los asentamientos israelíes, de las colonias.
¿Para que fuera posible la existencia de un estado palestino -reconocido por Naciones Unidas en la misma resolución en la que se reconoce al de Israel- no debería el Estado de Israel dar algunos pasos atrás, empezando por frenar su política de asentamientos, o por demoler el llamado «muro de la vergüenza»?
Es muy doloroso hablar de este muro. Cuando cayó el Muro de Berlín, al mismo tiempo otro muro más largo y más alto fue construido en Palestina. Israel dice que es por cuestiones de seguridad (de su propia seguridad), y con esa justificación nosotros vivimos bajo tutela militar. ¿No tenemos también los palestinos derecho a defender nuestra propia seguridad? El muro construido por Israel no sigue la línea verde, sino que se adentra en tierras palestinas y ocupa parte de Jerusalén oriental. ¿Es realmente todo esto por cuestiones de seguridad? El muro divide familias, separa zonas como Ramallah o Belén, que no pueden acceder a Jerusalén; y de esa manera en Cáritas hemos perdido gente muy valiosa de nuestro staff, de nuestro equipo de Cáritas Jerusalén, por cuestiones del permiso que se debe obtener de la autoridad israelí para poder atravesar el checkpoint. Un compañero mío que residía en Belén debía salir todos los días de su casa a las 6 de la mañana para poder llegar a tiempo a la oficina. Y lo peor no es que tuviera que atravesar un puesto de control, o dos, o los que fueran, sino la humillación a la que era sometido en esos puntos de control. Al final renunció, y ahora tiene otro trabajo en Belén.
¿Qué estatus concede actualmente el Estado de Israel a los ciudadanos palestinos? ¿Son considerados «ciudadanos de tercera»? ¿Tienen menos derechos? ¿Jurídicamente, a qué estado pertenecen?
De acuerdo al Derecho Internacional, la ocupación de Palestina, que se produjo en 1967, es ilegal. Ningún miembro de Naciones Unidas ha reconocido la anexión de Jerusalén oriental, y nosotros reclamamos y reivindicamos un estado palestino independiente, con Jerusalén este como capital.
En 1948 yo me convertí en refugiada, y mi familia perdió sus propiedades. Hoy en día en nuestra casa vive una familia con la que compartimos navidades, unos niños con los que yo compartí mi infancia, jugué y crecí. Ellos viven ahora allí, mientras yo tengo una tarjeta de identidad azul (la llamada blue card), expedida por Israel, en la que dice que soy una residente permanente (no una ciudadana). Es decir, que soy una refugiada en mi propia patria, desplazada internamente.
¿Su pasaporte qué dice?
Tengo pasaporte jordano, pero el número de identificación es palestino. Además, Israel nos da un documento de viaje que tenemos que renovar cada dos años, y hay países que además nos exigen una visa para viajar. Hace poco recibí la vista de mi hermano, al que llevaba sin ver 25 años. Tuvimos que hacer muchas gestiones, que se prolongaron durante mucho tiempo, para lograr que pudiera venir a visitarme. ¡Y eso que estaba yendo a su hogar, a Jerusalén este!
Como cristiana, ¿qué siente cuando parte de la comunidad internacional identifica al pueblo palestino con el terrorismo? ¿Se ha sentido alguna vez tratada como tal?
¿Tengo cara de terrorista? ¿Realmente parezco una terrorista? Ellos saben que no somos terroristas. Ellos saben que por cruzar un checkpoint no vamos a luchar, pero desafortunadamente la comunidad internacional muchas veces desconoce que hay comunidades cristianas en Palestina que pertenecen a la madre Iglesia. Deberían saberlo.
Los cristianos de Palestina vivimos la misma vida que nuestros hermanos musulmanes. Todos somos palestinos, no tenemos privilegios, todos sufrimos la misma situación y la misma ausencia de derechos reconocidos. Tanto los cristianos como los musulmanes palestinos tenemos dificultades para acceder al culto y a los santos lugares. Necesitamos un permiso para acceder al Santo Sepulcro a orar, y a veces se cierra la ciudad vieja y tampoco se puede acceder a la mezquita.
Hace poco tiempo, el pasado mayo, se celebraba el Sábado Santo, que es una fiesta muy importante para la comunidad cristiana. Para poder llegar al Santo Sepulcro a participar en la festividad, los palestinos necesitamos un permiso especial. Entonces, a mí me gustaría preguntarles a los israelíes por qué yo necesito un permiso para poder rezar. ¿Acaso ellos necesitan un permiso para poder ir a llorar al Muro de las Lamentaciones? Cientos de israelíes van a rezar al Muro de las Lamentaciones, y ninguno es parado por la policía. ¿Por qué a mí me paran?
Este pasado Sábado tuvimos la visita del cónsul general de Jerusalén, que estaba invitado. Nosotros queríamos llegar al Santo Sepulcro, pero la puerta nueva estaba cerrada. La policía la había cerrado, y comenzó a empujarnos para no dejarnos pasar. Nosotros queríamos rezar, pero finalmente no pudimos porque no nos lo permitieron. No nos dejaron. El fuego sagrado estaba dentro del sepulcro, y como nosotros no podíamos entrar, los que estaban dentro tuvieron que salir para poder compartir el fuego sagrado con nosotros. Y finalmente pudimos celebrar el Sábado Santo de esa forma, con el fuego sagrado en nuestros cirios.
¿Qué le parece la postura de la Santa Sede respecto al conflicto?
La Santa Sede es muy consciente de la situación que se vive en Tierra Santa y del conflicto palestino-israelí, y me consta que también se preocupa por la presencia de los cristianos en Tierra Santa. Juan Pablo II dijo que nuestra tierra necesita puentes en vez de muros, y Pablo VI dijo en los años 60 «si quieres la paz, lucha por la justicia». La posición del Vaticano es clara, pero los cristianos de Tierra Santa pensamos que todavía puede hacer más. Sus procedimientos son muy respetables, pero creemos que todavía el Vaticano puede demostrar más implicación. El Santo Padre representa una voz muy fuerte y muy respetada en el mundo.
Hay otro problema que nos afecta directamente, y es la emigración de los cristianos de Tierra Santa. Las comunidades cristianas no van a desaparecer de Palestina, pues llevamos teniendo una presencia ininterrumpida desde hace más de 2 mil años y, aunque hemos vivido situaciones muy difíciles, siempre hemos permanecido allí y seguiremos permaneciendo. Pero la realidad es que mis tres hijos se han tenido que ir a vivir a Estados Unidos. Por eso los cristianos palestinos necesitamos sentir que el Vaticano está cerca de nosotros y que nos apoya.
¿En qué consiste la Iniciativa por la Paz de Cáritas Española? ¿Qué hacéis sobre el terreno?
B- Iniciativa por la Paz de alguna manera representa el compromiso que Cáritas Española tiene con Cáritas Jerusalén, que se caracteriza por la cooperación fraterna y va más allá de la mera transferencia de fondos. Es un compromiso a largo plazo, basado en el deseo de compartir y de ser hermanos, iglesias hermanas. La iniciativa está compuesta por diferentes Cáritas diocesanas (hay gente de Zaragoza, de Castellón, de Madrid, de Alicante…), y creo que esto es lo bonito de la iniciativa: que se ha diseñado conjuntamente. Lo que hemos hecho ha sido definir líneas de acción comunes para ambas Cáritas (la de España y la de Jerusalén), que de alguna manera repercuten tanto en las comunidades cristianas de Palestina como en las comunidades cristianas españolas. Por ejemplo, intentamos estar al tanto de la situación socio-política de allí, difundirla y darla a conocer a través de nuestros agentes (en esa línea va el vídeo que comentábamos al principio de la entrevista); por otro lado promocionamos la artesanía palestina, productos solidarios hechos por cooperativas cristianas, lo cual nos parece una manera muy digna de dar a conocer lo que ocurre en Palestina, además de poner rostro a la gente que hay detrás, elaborando ese tipo de productos. También tenemos, por supuesto, proyectos de desarrollo, y estamos trabajando con el concepto de peregrinación. Nos parece que las peregrinaciones deberían ser una herramienta de producción de paz, y fomentar los intereses de las comunidades cristianas en Palestina.
¿Una especie de turismo solidario?
B- Turismo consciente. Porque a veces sin darnos cuenta podemos estar fomentando algo que no están bueno para nuestros hermanos que están viviendo en Palestina. Hay que tener cuidado con dónde duermes, dónde comes, qué sitios visitas… Y también nos parece muy importante que los cristianos que viajan a Tierra Santa se acerquen a ver a las comunidades cristianas, en vez de ir sólo a ver piedras.
Este verano tenemos un campo de trabajo en Belén, con chicos jóvenes de varias diócesis. Es un trabajo muy bonito, enriquecedor y de largo recorrido. Y por supuesto continuaremos.
Ahora que se habla tanto de primavera, el título del vídeo que presentáis lleva todavía el nombre del invierno. ¿Cambiaremos ya de estación en Palestina?
B- Ojalá. Se lo merece.
Claudette, ¿qué va a hacer ahora?
C- Muchas cosas. He sido nominada como miembro del Comité Ejecutivo de Cáritas Jerusalén para mantener la memoria del pasado y ayudar al futuro y al nuevo director de Cáritas. Y tengo muchas cosas más por hacer: el mes que viene voy a visitar Roma como parte del equipo directivo de la Universidad de Belén, que estará presente en la audiencia del Santo Padre. También soy miembro del equipo directivo del Consejo de las Iglesias de Oriente Medio, y además mi familia ha creado una agencia de viajes para promover no sólo viajes turísticos, sino peregrinaciones para cristianos que quieran tener una experiencia profunda en Tierra Santa. Porque ciertamente los palestinos nos consideramos las piedras vivas de Tierra Santa, la Iglesia viva más allá de los santos lugares.
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Claudette Habbesch
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Beatriz Seara
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-Al viajar a Tierra Santa hay que tener cuidado con dónde duermes, dónde comes y qué sitios visitas, para no fomentar cosas que perjudican a nuestros hermanos palestinos
-Nos parece muy importante que los cristianos que viajan a Tierra Santa se acerquen a ver a las comunidades cristianas, en vez de ir sólo a ver piedras