l libro bíblico del Génesis explica esa incoherencia que nos constituye, reconociendo que el hombre tiene una dimensión o chispa divina, pero confunde esa divinidad con la voluntad de poder, cuando en realidad lo divino es voluntad de amar
(J. I. González Faus, sj).- Desde que nombraron al nuevo papa Francisco, hace ahora un año, he esperado una carta en los medios o alguna declaración del señor Carod Rovira. ¿Por qué?
Hace pocos años, en el programa televisivo «Tengo una pregunta para Ud», un muchacho de Valladolid se dirigió a Carod llamándole José Luis. Nuestro amigo puso el grito en el cielo: «me llamo Josep Lluis». El otro: «bueno, da lo mismo y como este programa es en castellano». «Pero mi nombre es Josep Lluis y Ud. no puede faltarme al respeto».
Me sorprendió la firmeza de Carod por un quítame allá esas consonantes. Hasta me sentí cobarde y amarillista, acostumbrado como estoy a ser tratado de José Ignacio, de Josep Ignasi o de J. I. Por eso pensé que aparecería alguna protesta suya en los medios, porque al nuevo papa le llamamos Francesc (yo el primero cuando celebro misa) y su verdadero nombre es Francisco.
Para leer el artículo completo, pincha aquí: