Somos muchos. Y tenemos mucho que decir. Y decirlo como católicos, sí, pero sin confundir el ser católico con votar o no votar a un partido concreto.
(Martín Gelabert, op).- Con motivo de la retirada de la así denominada «ley del aborto» por parte del Gobierno, algunos han opinado que los católicos «no podemos» votar al Partido Popular (sin duda con buenos argumentos, que hubieran valido más o menos igual hace unos años).
Lejos de mi pretender incitar a nadie a votar a un partido u otro. Pero el supuesto de que «el voto católico» debe o no dirigirse a una determinada opción política da que pensar. Si se identifica el «voto católico» con el voto a un partido de derechas mayoritario, la conclusión es que hay un considerable número de ciudadanos católicos. Pero si ahora se dice que los católicos no podemos votar a ese partido que habría hasta ahora recogido, supuestamente, nuestro voto, y que sólo la abstención o el voto a opciones políticas minoritarias es católico, quedará claro que los católicos somos minoría. En realidad no va a ocurrir nada de esto, porque aquí también funcionan «las mayorías silenciosas» de católicos, de uno u otro signo, que viven su fe y su piedad sin estridencias.
Según estadísticas fiables, en España, hay un 29,2% de católicos practicantes; un 51,3 % de católicos no practicantes; los no creyentes serían un 8,9%, los ateos 7,6%, y creyentes de otras religiones 2,1%. Si comparamos estas cifras con el número de votantes de los distintos partidos, queda muy claro que no existe el «voto católico».
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