Me preocupa mucho la Iglesia porque la quiero con toda mi alma, en contra de los que me tachan, acusan y ofenden con exceso de hacerla daño
(Jesús Bastante).- Fue la guinda al homenaje que tuvo lugar anoche en el Colegio Mayor Chaminade. El protagonista, el maestro José María Castillo, admitió, a preguntas de sus cercanos, que el pasado mes de agosto recibió «una carta del Papa, que está escrita, hasta el sobre, de su puño y letra». «Te perdí en los años 80, y ahora te vuelvo a encontrar», anunció, emocionado, el padre de la Teología Popular. Décadas después de ser condenado, sin pruebas ni juicio, por Doctrina de la Fe, el propio Pontífice es quien -como ha hecho recientemente con Gustavo Gutiérrez- aboga por su necesaria rehabilitación.
«Él me tenía que conocer cuando era provincial de los jesuitas en Argentina, y el pasado mes de abril, a través de la periodista Elisabetta Piqué, le mandé mi libro ‘La Laicidad del Evangelio’ -explicó Castillo-. Un día, en agosto, me llegó una carta del Papa, que está escrita, hasta el sobre, de su puño y letra. Y allí me decía: ‘Padre José María Castillo…‘. Eso se lo podía haber ahorrado, porque no hay más padre que Dios (bromeó). Y en la carta me dice: ‘Te perdí en los años 80, y ahora te vuelvo a encontrar’. Me dijo que le ha dado mucha alegría, y ‘te pido reza por mí como yo rezo por ti’, y acaba con un gran abrazo».
«Son unas letras breves, pero de su puño y letra. Eso, expresado de esa manera, para mí representa muchísimo. Por eso me gustaría poder hablar con él», subrayó Castillo, quien definió al Papa Francisco como «uno de los hombres más influyentes del mundo«, que utiliza esa influencia para cambiar las cosas para todos. «El mundo, a su vez, vislumbra por dónde va Francisco, que posee una humanidad, cercanía, saber estar y firmeza que nos sirve a todos como ejemplo».
En cuanto al futuro de la Iglesia, Castillo reclamó, y creímos escuchar al mismo Papa, «recuperar cuanto antes un gobierno sinodal en la Iglesia, que toda la gestión del gobierno no esté centrada en Roma. Irle quitando poderes a la curia y dándoselos a las conferencia episcopales, y que éstas procedieran como en el primer milenio, hasta la reforma gregoriana, donde las decisionesla tomaban los sínodos».
«Cuanto antes se haga esto, ya está dando pasos que veo difícil que tengan retorno, muy decisivos. No es quitar poder al papado, sino redistribuir su poder, hacer la tarea más compartida, más internacionalizada…», insistió Castillo.
Tras la carta del Papa, el teólogo confesó que «me gustaría poder hablar con él un rato, aunque solo fueran diez minutos. Me pondría nervioso, pero le agradecería el bien que está haciendo y le pediría, en nombre de tanta gente que espera mucho de él, que no se canse, que siga adelante, todo el tiempo que su salud le permita. ¡Y que no venga con renuncias ahora!».
El acto arrancó con unas breves palabras del editor de Desclée, Manuel Guerrero, quien admitió que «a José María le conozco desde antes que él lo sepa: quedé prendado y enamorado por su mensaje», y presentó los últimos libros de su autor: La laicidad del Evangelio, Teología Popular, o La Religión de Jesús. «Estos libros te oxigenan, te echas para atrás tranquilo, en el asiento, te liberas…. Yo quiero de esto».
Por su parte, el director de Religión Digital, José Manuel Vidal, incidió en que «somos muchos los que admiramos, queremos, seguimos y debemos mucho a José María Castillo». En su intervención, el periodista, que se autodefinió como «seguidor, discípulo y amigo» del homenajeado, apuntó a Castillo con tres palabras: «Alimento, pontífice y primavera».
Alimento, porque Castillo es «un gran teólogo, que tiene una gran obra, pero que además sabe transmitirla». Y es que «su teología es capaz de dialogar de tú a tú, con los grandes pensadores, pero también la virtud de poder conectar con la gente sencilla. Una teología clara, fecunda, divulgativa y al alcance de cualquiera». «Ésta es la Teología de Francisco. Él no es teólogo ni divulgador. Ha bebido su teología de teólogos y pensadores como Castillo y otros muchos. El Papa ha leído a Castillo, y que ha estado muy cerca del Papa, y ha sido uno de sus referentes claros», apuntó Vidal, antes de que el teólogo hablase de la carta del Papa.
Como pontífice, Vidal destacó el carácter de «tendedor de puentes» de Castillo. «En las universidades y desde hace años, también en Internet». Desde su «púlpito» de Religión Digital, el teólogo es seguido, a diario, por más de 23.000 personas. «Hay muy pocos teólogos tan decisores»
Finalmente, «partera de la primavera». «Hoy estamos donde estamos porque mucha gente como él ha sufrido mucho en estos años. Él fue castigado, le prohibieron enseñar sin causa, sin juicio, sin razón y sin explicación. Pretendieron callarlo, pero no lo consiguieron. Quisieron ahogarlo, y tampoco lo logarron. Siguió con su denuncia profética, incansable en su militancia. Dice lo que siempre dijo, sin cambiar de chaqueta. Por lo menos, le debemos parte de esta primavera. Hoy es posible porque muchos de estos teólogos no dejaron perderse la herencia del Concilio Vaticano II»
Concluyó Vidal reclamando «que se reconozca la labor de Castillo y de tantas parteras de la primavera (aplausos). Que se les rehabilite pública y solemnemente por parte de esos mismos organismos, vaticanos o españoles, que les condenaron. Boff, Sobrino, Kung, Gutiérrez… Nombres nuestros: Forcano, Estrada, Pikaza, Marciano Vidal, Faus, Queiruga, Pagola… y por supuesto nuestro Castillo».
«El Papa ya lo está haciendo. Hace unos días veíamos la foto del papa con Gustavo Gutiérrez. Es todo un poema esta foto. Me atrevería a pedirle al Papa que vaya un poco más. Que se le devuelva a Castillo su honor y su gloria».
El filósofo Reyes Mate, por su parte, definió a Castillo como «una persona libre», y sus libros «responden perfectamente a la persona. Son libros libres de una persona libre, lo cual es una rareza en un teólogo, que suele verse obligado a tener en cuenta tantas cosas, que al final anula su libertad».
En sus libros, «Castillo lleva a cabo una inteligente estrategia, que consiste en volver a las fuentes, a los Evangelios». Porque, como dice el teólogo, «Jesús no vino a fundar una religión, sino que es el anunciador de una promesa o una esperanza«.
Además de los evangelios, se ayuda de los testigos, y también del propio Francisco cuya actuación, en opinión de Reyes Mate, «no es una reforma más, sino un auténtico cambio de rumbo«. Para el filósofo, el papel de Castillo «es necesario en un momento en el que las convenciones se están disolviendo, y las gentes se preguntan dónde ir». También el del Papa, cuyo «cambio en el estilo de gobernar en el Vaticano puede tener un impacto en la forma de gobernar en todo el mundo».
«Castillo no solo es claro, sino que además es subversivo. Ha preferido tomarse en serio al Rabbí de Nazaret cuando decía que la verdad, su verdad, ésa os hará libres», concluyó.
Finalmente, el homenajeado, que habló sin papeles, visiblemente emocionado, mostrando su «profunda gratitud a Dios Nuestro Señor, así como lo llamamos, sin saber exactamente lo que decimos cuando afirmamos esto». «La palabra ‘Dios nos remite a una realidad trascendente. Y si nos traciende no está a nuestro alcance».
Y es que «Dios inevitablemente es una proyección de nuestras apetencias y anhelos más profundos. Por eso Dios es un producto tardío en la historia de la religión», añadió el teólogo, que se definió como «un ser humano, muy limitado, con un deseo de búsqueda y de comunicación de esa búsqueda«. «Por eso no paro de leer, no paro de rezar, no paro de pensar. En esa doble tarea de búsqueda y comunicación es con lo que doy sentido a mi vida».
«Me preocupa mucho la Iglesia porque la quiero con toda mi alma, en contra de los que me tachan, acusan y ofenden con exceso de hacerla daño», dijo, rotundo, el teólogo Castillo, declarando su «adhesión a la Iglesia en la que pienso seguir y morir. Porque es la que me ha transmitido la memoria y el recuerdo de Jesús».
«Si yo conozco a Jesús y si Jesús es algo tan determinante en mi vida, Jesús, que era un ser humano, era un ser humano mientras anduvo por la tierra. Y la historia, el gran relato de este ser humano y de lo que representa lo he recibido por la Iglesia y a través de ella», admitió, con orgullo.
Para el teólogo, la historia de Jesús «es la historia de un conflicto moral: el de Jesús con la religión. Porque fue la religión la que lo mató. Cuando los sumos sacerdotes, representantes oficiales, con el máximo poder, afirmaban que tenía que morir, afirmaban que ellos, responsables de esa religión, aseguraban que lo que decía su religión era que a Jesús había que matarlo. El Evangelio y la religión, tal y como la entendían aquellos hombres, son incompatibles». ¿Y hoy? «La Iglesia intenta, y aún no ha conseguido, hacer compatible lo que la historia y la vida de Jesús, y su trágico final, nos dice que no lo eran».
«Yo pongo mi confianza en el ser humano que fue Jesús», apuntó el teólogo, quien desarrolló el misterio de la Encarnación para explicar que «Dios mismo, para salvar al ser humano, tuvo que humanizarse. La Palabra se hizo carne. Lo que dice es que Dios, para traer algo a este mundo, se vació a sí mismo, renunció a su condición divina y se hizo uno de tantos. Los cristianos creemos en un Dios que se vació».
«Jesús murió gritando, y gritándole a Dios, y antes rezando y llorando a gritos«, lo que supone «una oración». Porque «la oración no es ponerse a rezar, es expresar un deseo. Y cada uno, según los deseos que tiene, así reza. El que desea el mal para el otro, lo que hace no es rezar, sino vomitar maldad».
«El Padre Nuestro es una organización de nuestros deseos. Por eso Jesús es patrimonio de la Humanidad», necesario frente a tantos «Opulones que vemos a tantos Lázaro sufriendo y pecamos de omisión».
Sus últimas reflexiones fueron para el Papa que le escribió: Francisco. Contó Castillo una anécdota relatada por el propio general de los jesuitas, Adolfo Nicolás, quien propuso al Pontífice que saliera, como él, una hora de madrugada a pasear por las calles. «¿Por qué no te vienes una noche conmigo?«, le dijo Nicolás. Respuesta del Papa: «Te digo en confianza que a eso ya no me atrevo. Porque no te puedes hacer idea de que si se enteran de que hago eso, puede pasar lo que no imaginamos….No te puedes hacer idea de lo que yo he tenido que pasar para cambiar de coche», desveló, entre la risas de la concurrencia, Castillo.
En el turno de preguntas, y cuestionado por el escándalo de abusos en Granada, José María Castillo admitió que «yo no soy quién para verlo», aunque señaló que «a este arzobispo le va a resultar inevitablemente difícil seguir allí».
«En un caso de estos, no solo es un pecado, sino que además es un delito. Los pecados se arreglan en el confesionario, los delitos en el juzgado. Aquí no basta arrepentirse, tirarse al suelo y pedir perdón: ante la sociedad tiene usted que ir también al Juzgado. Eso está tan claro….»