Me siento profundamente palentino, los ciudadanos siempre me han reconocido como su obispo y pastor
El vínculo de Nicolás Castellanos (Mansilla del Páramo, 1935) con Palencia nació en los años cuarenta del pasado siglo, cuando llegó a la capital palentina para estudiar en el Colegio Seminario San Agustín, y se fortaleció en 1978, cuando fue nombrado obispo de la ciudad. Lo entrevista Raquel Martínez Carrascal en El Norte de Castilla.
Tras más de una década de servicio a la diócesis palentina, en 1991 presentó su renuncia para trasladarse a Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) e iniciar el proyecto Hombres Nuevos, con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de los más necesitados. Sus acciones humanitarias le han valido altísimos reconocimientos, como el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia o el Premio Nacional Justicia y Paz. A ellos sumará mañana el título de Hijo Adoptivo de la Ciudad de Palencia, en un acto que tendrá lugar a las 17:00 horas en el teatro Principal y en el que también se reconocerá con la misma distinción a José Vicente de los Mozos, presidente de Renault en España.
¿Qué supone para usted ser nombrado Hijo Adoptivo de Palencia?
Creo que reconocen lo que soy, porque yo me siento desde las raíces y profundamente palentino, aunque he nacido en León y no renuncio a mi pequeña patria leonesa, pero me siento palentino.
Usted ya tiene otros reconocimientos en la ciudad, como una calle y un puente. ¿Le parecen demasiados agasajos?
Me he identificado mucho con Palencia, la quiero y la he querido siempre, desde que tenía 11 años y empecé a estudiar aquí. Me siento muy agradecido y reconocido porque en Palencia, tanto las instituciones como los palentinos, siempre me han reconocido como palentino, como su obispo y pastor.
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