Sostener a la Iglesia en sus distintas realizaciones, redunda en favor de los pobres
(Diego Murillo, Xtantos).- «El resultado de estas campañas ha sido doble. Por un lado, en la eficacia: en los últimos cinco años ha aumentado el número de ‘ X ’ en más de un millón. Y, en segundo, por la satisfacción de que los cristianos se han visto identificados en la verdad de la Iglesia”, afirma Antonio Algora, obispo de ciudad Real y responsable del Secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia, en una entrevista en XTantos.
¿Cómo es la gestión del Secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia?
La gestión del Secretariado es muy colegiada, pues cuando me eligió el Consejo de Economía de la Conferencia Episcopal Española creí conveniente que los trabajos estuvieran supervisados por una comisión de seguimiento. A ella pertenecen la Secretaría General de la Conferencia, la Vicesecretaría para Asuntos Económicos, la Comisión Episcopal de Pastoral, la de Comunicación y la Oficina de Información de la Conferencia. Todas las propuestas y acciones que elabora el equipo de tres personas del Secretariado para el Sostenimiento están contrastadas por esta comisión. Esta supervisión da tranquilidad, seguridad y solvencia a la hora de obtener los mejores resultados en la contratación de los profesionales.
Su departamento fue pionero dentro de la Iglesia en lanzarse al mundo de la publicidad. ¿Qué le movió para dar ese paso que tan buenos resultados ha dado?
Fue una necesidad sentida por toda la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal. No solo se trataba de explicar el mecanismo de la ‘X’ de la Declaración de la Renta, sino también de ofrecer un servicio a las 69 diócesis de España, de cómo se puede hacer la gestión económica, y de cómo se podía incentivar los ingresos de las parroquias en las instituciones eclesiales para llevar a cabo el sostenimiento de la Iglesia a través del Secretariado.
¿Por qué se vio esa necesidad de estar presentes en los medios a través de publicidad?
Desde hace décadas había una gran mentalidad en la sociedad de que el Estado sostenía a la Iglesia católica. Y aún hoy existen coletazos de esa idea en algún sector político y de la sociedad española. Pero ya no es así. Las cosas han cambiado radicalmente. Los acuerdos Iglesia-Estado aseguran una colaboración necesaria donde se incluye una parte económica para la autofinanciación de la Iglesia, sin renunciar al tema central que son los impuestos. Después se aprueba un nuevo modelo de financiación donde se elimina la dotación directa y se aumenta la asignación del IRPF del 0,5239 al 0,7% en 2006. Este modelo se vio como la salida normal. Y es ahí donde cuesta cambiar la mentalidad de la gente. Hoy el Estado no financia directamente a la Iglesia. Los ciudadanos, en su libertad, eligen hacer esa donación. Luego están aquellos que recuerdan las grandes cantidades que ingresa la Iglesia a través de los servicios de capellanías en hospitales, cárceles, o el sueldo de los profesores de religión. No son partidas directas a la Iglesia. Es el derecho que tienen los ciudadanos de ser atendidos en su libertad religiosa
Todas las campañas Xtantos han conseguido calar con diferentes mensajes en la sociedad española con anuncios claros, sencillos y muy efectivos. ¿Cuál ha sido la clave de este éxito?
La clave ha sido reflejar la verdad de lo que realmente es la Iglesia. Es decir, el conjunto de todos los católicos, bien organizados, que con sus obispos, sacerdotes, vida religiosa, seglares, hacen cosas por la sociedad, buscando la dignidad de la persona y el bien común. El bien común, por ejemplo, es estar bautizado en Cristo Jesús, al asumir el compromiso de que vas a ser leal con la sociedad de tu tiempo. También lo es la formación y cualquier actividad catequética dentro de la comunidad cristiana. Queremos cristianos que, desde su racionalidad y desde su libertad, asuman los compromisos de la fe que le lleven a amar a los demás, como Jesús nos ha amado. Resumir en un spot publicitario de 20 segundos las tres realidades de la Iglesia –formación de la conciencia, la celebración gozosa de la fe y la ayuda a los pobres– era un gran reto. Aun así, las agencias de publicidad que trabajaron con nosotros lo consiguieron y les estoy muy agradecido por su profesionalidad.
Trabajaron con grandes profesionales de la comunicación y contrastaron con estudios de mercado para que la inversión publicitaria fuera efectiva y reflejara la labor de la Iglesia en la sociedad.
En primer lugar, había que pulsar a la sociedad a través de estudios de opinión y sociológicos para lanzar una estrategia de comunicación. En segundo lugar, se contrataron a importantes agencias de marketing con el objetivo de elaborar el conjunto de ideas para lanzar el mensaje. Y, por último, buscar las agencias de medios para colocar los spots en los medios de comunicación más adecuados. Nada queda a la improvisación. El objetivo ha sido siempre la máxima eficacia al menor precio para optimizar los recursos, siendo conscientes de que para ser eficaces la inversión debía ser alta.
En el seno de la Iglesia existe una satisfacción generalizada por cómo se han desarrollado las campañas.
Es cierto. La inmensa mayoría de la comunidad cristiana ha visto con buenos ojos estas campañas. Según las encuestas y el retorno de opinión de los ciudadanos, los niveles de aceptación han sido muy altos. Incluso, ha habido testimonios directos de miles de cristianos, sacerdotes, religiosos y seglares que se han visto reflejados en los spots publicitarios. El mensaje que nos trasladaban era: “¡Esos somos nosotros!”, “¡Esa es la verdad de la Iglesia!”.
¿Cree que la publicidad ha ayudado a que la sociedad tenga una mejor imagen de la Iglesia?
La publicidad ha actuado como escaparate de la verdad de la Iglesia y del compromiso personal de cada católico. Y creo que ha sido bueno. Sobre todo en tiempos donde cierto sector crítico se ha encargado de levantar calumnias y falsedades sobre la institución. Estas campañas han suscitado incomodidad en aquellos que no querían que la Iglesia se revelara tal y como es. Por este motivo, creo que esta herramienta de la publicidad ha sido oportuna.
Uno de los objetivos de las campañas era animar a los católicos y a la sociedad española en general a marcar la X en la Declaración de la Renta. ¿Lo han conseguido?
Hubo dos momentos. En primer lugar, el principal objetivo fue informar y aclarar a la sociedad de cómo funcionaba el sistema. Se tenía la falsa idea de que la X en la renta suponía un incremento en los impuestos o, incluso, se pensaba que el dinero iba directamente al clero. La X de la renta solo financia entre el 20 y 30 por ciento del sostenimiento de la Iglesia. El resto se completa con los bienes que aportan los fieles en cada parroquia. Por estos motivos era necesario dar a conocer bien el sistema porque, además, algunos gobiernos intentaron confundir a la opinión pública confrontando las dos X y excluyendo la posibilidad de marcar ambas. El segundo reto era convencer a la sociedad de la bondad de la ‘X’ y mostrar qué es lo que se hacía con la recolecta que llegaba a través de la renta de todos los contribuyentes. En este sentido, fuimos explícitos con los fines que han identificado a la Iglesia durante veinte siglos: formación, celebración y atención personal.
Las campañas han incrementado el número de ‘X’. ¿Pero no cree también que han provocado una mayor sensibilización en los católicos para hacerles ver que es necesario un sostenimiento de la Iglesia?
Mi satisfacción es agridulce. Hemos dados pasos importantes pero aún queda un largo camino por recorrer. El cristiano ha encontrado argumentos para defender la actividad de la Iglesia, gracias al mensaje de las campañas. Hoy, los españoles tienen un mejor conocimiento y opinión de lo que es la Iglesia católica. De entrada, se rompe el mito de que la institución son solo los curas. La Iglesia son los católicos haciendo muchas cosas.
Con la actual crisis, ¿cree que los católicos tienen la idea de que ayudar a las instituciones de la Iglesia es el camino para ayudar a los más necesitados?
Esta reflexión tiene dos caras. Sostener a la Iglesia en sus distintas realizaciones, redunda en favor de los pobres. Se puede ayudar de forma directa, es decir, echar una mano al cuñado, al vecino en paro, etc. O de forma indirecta a través de las distintas campañas y colectas de la Iglesia, pues ya sabe que ese dinero va a ir directamente a los colectivos más necesitados, a los que no atiende nadie. Y con la crisis esto va en aumento. Pero es necesario aclarar que la Iglesia no tiene ninguna obligación legal de atender a los más necesitados. Porque los pobres son de la sociedad que los engendra. Y corresponde a la sociedad y a las distintas instituciones gubernamentales atender a los más necesitados. Especialmente aquellos que no tienen ninguna cobertura social ni familiar, como son los desarraigados, los excluidos, los sin techo, transeúntes o drogadictos .
¿Y cómo actúa la Iglesia?
En primer lugar, para denunciar a la sociedad la situación de esas personas que tiende a ocultar. Y la segunda, es que la Iglesia no se retrotrae en arreglar los problemas de la sociedad. Con la crisis, algunas regiones están cambiando el modelo de colaboración para atender a estas personas. Pero la comunidad cristiana sabe que si la sociedad falla a los más necesitados la Iglesia estará a su lado para trabajar por ellos .