Filipinas es el motor de la evangelización de este continente único con dos tercios de la humanidad
(Luis G. Sobrado, Filipinas).- Estas líneas llegan a RD en las primeras horas de la mañana, al comienzo de la segunda jornada de la primera visita del Papa Francisco a Filipinas. Esperamos que nuestro querido viajero haya tenido una buena noche, después de las jornadas intensas en Sri Lanka y de las nueve horas de vuelo desde Colombo a Manila.
Llegó en un Airbus A 340-300 de la Sri Lankan Airways. Aterrizó en el aeropuerto militar de Villamor a las 5.32 de la tarde de ayer, 15 de enero, con ocho minutos de adelanto sobre el horario previsto. Las campanas de todas las iglesias parroquiales estuvieron repicando durante 15 minutos, desde las 5.30 a las 5.45 de la tarde. Las de mi parroquia sonaban como en los viejos tiempos en El-Gloria de la Misa de Gallo.
Se me ocurrió que esta primera visita a Asia, a Sri Lanka y ahora a Filipinas, es también la primera vez cuando Francisco tiene que funcionar en inglés.
Se le veía escuchando atentamente a lo que el Presidente Benigno Aquino le decía al oído mientras comenzaban a saludar a los dignatarios junto a la alfombra roja de la recepción. Y Francisco le hablaba también en inglés. El presidente mostraba una sonrisa claramente marcada por el agrado y el gozo. Francisco se está haciendo comprender.
Primer encuentro con este pueblo rezador
Con la llegada de Francisco, el aeropuerto de Villamor se convirtió en segundos en un parque público de cualquier ciudad de Asia un domingo por la mañana. Centenares de gente de todas las edades danzando al unísono y guardando un ritmo al tempo perfecto de una música festiva. La transformación del rostro de Francisco reflejó claramente el impacto de esta ola de afecto popular. En el momento que ya se paraba el avión las cámaras de televisión captaron el rostro de Bergoglio todavía sentado en uno de los asientos delanteros y no lejos de la puerta de salida, a través de una de las ventanillas. Los uhs‼ y las ahs!! de la multitud empezaban a tocar el corazón de Francisco y animar un rostro marcado por el cansancio de unos días intensos en Sri Lanka y las nueve horas de vuelo.
En todas las parroquias de Filipinas, centenares de fieles, al ritmo del repique de las campanas entraban en tiempo de adoración con el Santísimo expuesto en los altares mayores: un gesto muy significativo de una iglesia rezadora.
El rostro de Francisco se iba transformando al ritmo de todo este calor humano, genuino y espontáneo tanto de las autoridades que le recibían al pie del avión como de los jóvenes, niños y familias que le saludaban con cariño. Se me ocurrió pensar que allí comenzaba a darse, con fuerza, una comunión de corazones unidos por una fe sencilla y robusta. Era el encuentro de un pueblo rezador con un Papa orante.
Durante el silencio que acompañó la interpretación de los himnos de Filipinas y del Vaticano, las cámaras enfocaban en un zoom intenso los rostros de Bergoglio, el Papa, y de Benigno Aquino, el Presidente. Me llamó la atención la mirada de Francisco. Desde su tarima repasaba con evidente admiración la multitud que le recibía. De repente cerró los ojos y bajó la cabeza. Los rasgos faciales eran los típicos de una persona en profunda comunión con el Espíritu. Entraba en oración.
En el abrazo que le fundió con su amigo y Cardenal Tagle – arzobispo de Manila – Francisco dijo unas palabras que alguien consiguió escuchar: «El Espíritu Santo no puede por menos que trabajar en el corazón de este pueblo». Creo que era este sentimiento y su propia oración desde el corazón que operaron la transformación que todos notamos en Francisco. Desde ese momento ya no dejó de sonreír y hacer pinitos en inglés que evidentemente hacían impacto en el Presidente, en el Cardenal Tagle, en la maestra de ceremonias del palacio presidencial. Los corazones de un pueblo rezador y lleno de fiesta comenzaban a latir al unísono con el corazón de un papa.
Y comienza el segundo día
El traslado desde el aeropuerto a la casa de la nunciatura en Manila tuvo lugar en Papa- Jeepney-móvil. Jeepney es la palabra pinoy (filipina) que designa el minibús que sustituye, en Filipinas, los «matatus» africanos o los autobuses urbanos de muchas ciudades en Europa. Está hecho de una furgoneta con dos bancos corridos de cada lado.
Francisco hizo el recorrido en un Jeepney-Papa-móvil preparado para esta ocasión. Lo hizo, manteniéndose de pie y saludando a la gente que le respondía con entusiasmo desde las orillas de la calles por donde pasaba. Pensar que a las seis de la tarde ya es de noche en este país subtropical. Las luces preparadas para que se pudiera ver al papa funcionaron de maravilla y ayudaban a centrar la atención en la «figura blanca». Todos los cálculos dan los números de esta primera bienvenida al Papa en más de un millón de gente.
Una visita obligada
Francisco es el tercer Papa que visita Filipinas desde que Pablo VI lo hizo por primera vez en 1970. Juan Pablo II visitó Filipinas en dos ocasiones, la última en 1995. Para un pueblo joven, veinte años son toda una nueva generación. La mayoría de los filipinos que se encontraron ayer por la tarde y se encontrarán estos días con Francisco, es la primera visita de un Papa.
P. Federico Lombardi, el jefe de prensa del Vaticano que acompaña al Papa Francisco, considera esta primera manifestación popular como «impresionante». «He tratado de hacer cálculos y al final me he perdido» – decía en la rueda de prensa.
Observando con atención el rostro de Francisco uno puede concluir que este primer encuentro con el pueblo filipino está ya tocando su corazón sensible a todo lo que sea manifestación de una espiritualidad popular, sana y robusta, que todos estamos necesitando como agua de mayo .
Pienso que la decisión de adelantar un año la visita del Papa ha sido un acierto. Las víctimas de «Yolanda» no podían esperar tanto tiempo. Lombardi añadió una observación que me llamó particularmente la atención: «Este primer encuentro con el pueblo Filipino – de comienzo de visita – ha producido una fuerte impresión en el Papa. Creo que le ha hecho más evidente la importancia de hacerse presente a este pueblo durante todas las actividades de esta visita. Esta es una visita obligada para el Papa Francisco«.
Una visita del Papa Francisco a Filipinas es obligada. Filipinas es el motor de la evangelización de este continente único con dos tercios de la humanidad en él y donde el Espíritu de Jesús se encarna de un modo único y totalmente imprevisible. «Es la hora de Asia» decían los Obispos de Asia en «Ecclesia in Asia». La fe cristiana se ha inculturado en Filipinas: ha producido un talante y una alegría de ser cristiano-católico que yo no he encontrado en ningún otro lugar. Este talante, esta fuerza de vivir la fe, se expresa – en mi opinión y desde mi corta experiencia filipina – en la forma de ser y de comunicar en la gente sencilla y pobre de este país. Ser gente de Dios, encontrar la alegría en hablar a Jesús y de Jesús y sentirse hijo querido de Mama Maria es ser filipino o vice-versa.
Más de nueve millones de trabajadores filipinos se encuentran ahora mismo en Beijing, Japón, Corea, Tailandia, Indonesia, Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Vietnam, Hong Kong…
Además de ser una pieza fundamental de la economía filipina, estos «foreign workers» se están revelando como el medio de evangelización más efectivo que uno se pueda imaginar. En mis funciones de coordinador de presencias maristas en muchos de estos países me he encontrado con cientos de ellos. Típicamente, los encuentros se daban en las misas de los sábados por la tarde o de los domingos por la mañana. Los organizadores de la catequesis, los animadores de los coros, los lectores y monitores de las eucaristías eran trabajadoras domésticas, enfermeros y enfermeras, trabajadores de la construcción filipinos. Con sus guitarras, sus tambores y key-boards organizan animan y hacen vibrar a los fieles locales en la celebración de la fe y la palabra y hacen sentir la realidad maravillosa de ser comunidad en el Reino.
Papa Francisco – enamorado de la evangelización gozosa y sin miedos – gracias por venir a Filipinas. Los agentes de evangelización espontáneos de este pueblo te esperaban con impaciencia. La explosión de alegría de ayer tarde es una expresión impensada del encuentro de estas dos energías evangelizadoras, movidas inexorablemente por la fuerza del Espíritu.
Comienza el segundo día
La primera actividad de Francisco, esta mañana de hoy viernes, es la de la ceremonia oficial de bienvenida del palacio presidencial de Malacañang en Manila, por el Presidente Benigno Aquino.
Francisco ofrecerá su primer mensaje, en esta visita, delante de unos 450 dignatarios que incluyen los ministros y altos cargos del gobierno y los miembros acreditados del cuerpo diplomático.
Desde el Salón de Reuniones de Rizal del Palacio de Malacañang, el Papa se moverá una vez más en Papa-Jeepney-móvil a la Catedral de Manila para la celebración de la eucaristía.
El último acto del día será un encuentro multitudinario con las familias Filipinas en el Centro Comercial SM, uno de los más extensos en Filipinas.
A pesar de la edad, de vivir con un pulmón y del trote que Francisco se ha dado en Sri Lanka seguido por el vuelo de nueve horas, parece que se encuentra en buenas condiciones físicas. Encuentro consolador escuchar a Lombardi decirnos en la rueda de prensa de ayer noche: «El Papa goza de buena salud. Su energía se recarga con la cercanía y alegría de la gente a su alrededor.»
Desde mi observación de ayer tarde, añado: «El Papa se recarga de energía en su humilde y constante unión con Dios.»