Al inicio de esta guerra abierta, el despiadado ataque por sorpresa de los terroristas de Hamás a Israel, perdieron la vida alrededor de 1.200 personas, y 240 fueron tomadas como rehenes, de las cuales 130 aún permanecen en cautiverio, sin conocerse su estado de vida.
En respuesta a este ataque, Israel inició una contraofensiva en Gaza, resultando en aproximadamente 24 mil muertes, incluyendo miles de mujeres y niños.
Según el Ministerio de Salud de Gaza, solo el pasado sábado, 135 personas murieron en ataques israelíes. La infraestructura de Gaza ha sufrido graves daños, con un 85% de la población desplazada.
El incremento de víctimas en Gaza ha suscitado llamados internacionales para un alto el fuego.
La ONU advierte que la mitad de la población, compuesta por 2,2 millones de personas, está en riesgo de morir de hambre debido a la situación humanitaria.
Philippe Lazzarini, comisionado general de la agencia de la ONU responsable de los refugiados palestinos UNRWA, expresó su preocupación por el «trauma psicológico» que afecta a toda una generación de niños en Gaza.
En la ciudad de Rafah, al sur de Gaza, donde más de un millón de personas se han desplazado internamente, la infraestructura y los servicios médicos están al límite.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, marcó los 100 días de guerra con un discurso desafiante, prometiendo continuar los combates «hasta la victoria».
A pesar de la creciente presión internacional, incluyendo de Estados Unidos, para un alto el fuego, los ataques israelíes persisten, y Netanyahu afirmó que la guerra no cesará hasta que Hamás sea «eliminado».
El futuro de la región y de los civiles en Gaza se presenta sombrío, con condiciones descritas como «intolerables» y una incertidumbre sobre el cese de las hostilidades.