En una relación de confianza, de amor, no puede faltar el dialogo, y la oración es el diálogo del alma con Dios
(J. Bastante/Agencias).- La mejoría del tiempo permitió esta mañana retomar las labores de recuperación de cuerpos en el mar de Lampedusa. Varias barcazas repletas de bolsas azules, con cadáveres descompuestos. La cifra de víctimas de esta tragedia, de esta «vergüenza», podría superar los 300. A todos ellos quiso recordar el Papa Francisco durante el Angelus dominical. «Dejemos llorar a nuestro corazón, recemos en silencio«, pidió al Papa a los 80.000 fieles.
Resulta francamente descorazonador que hayan muerto tantas personas, ilegales en este mundo injusto, y que sólo reciben carta de ciudadanía -como ha sucedido en este caso- después de muertos. Para todos ellos, y para los supervivientes, Francisco pidió un minuto de silencio. «Recemos todos en silencio por estos hermanos y hermanas nuestros, mujeres, hombres niños«.
Durante la oración, en la que recordó, agradecido, su reciente visita a Asís, Francisco también ha pedido a los fieles que ofrezcan a Dios su fe «así como es» para que Él «la haga crecer». «Basta con una fe pequeñísima como un grano de mostaza, pero verdadera y sincera para hacer cosas humanamente imposibles, impensables», ha señalado.
En este sentido, ha recordado que hay «personas simples, humildes, pero con una fe muy fuerte, capaz de mover montañas» como «los papás y las mamás que afrontan situaciones muy pesadas; o ciertos enfermos, también gravísimos que transmiten serenidad». «Es más estas personas no se agrandan, sino que son humildes», ha apuntado.
El Santo Padre ha recordado también que el mes de octubre está dedicado de modo particular a las misiones. En este sentido ha llevado su pensamiento hasta «tantos misioneros, hombres y mujeres, que para llevar el Evangelio han superado obstáculos de todo tipo, han dado verdaderamente la vida». Según ha explicado, esta fuerza se toma de Dios en la oración. «En una relación de confianza, de amor, no puede faltar el dialogo, y la oración es el diálogo del alma con Dios», ha concluido.