El sacerdote español se encuentra en prisión preventiva en el edificio de la Gendarmería vaticana, mientras que la ex relaciones públicas fue puesta en libertad vigilada
El portavoz vaticano, Federico Lombardi, aseguró este sábado que, por el momento, sólo hay dos investigados, el sacerdote español Lucio Ángel Vallejo Balda y la italiana Francesca Chaouqui, por el llamado «Vatileaks 2» sobre la filtración de documentos considerados reservados.
Lombardi respondió así a los periodistas acerca de algunas informaciones publicadas sobre la existencia de una o dos personas más que estarían siendo investigadas por el promotor de Justicia de la Santa Sede (fiscal).
El portavoz vaticano confirmó que ayer fue interrogado nuevamente el sacerdote español, de 54 años, exsecretario de la ya disuelta Comisión investigadora de los organismos económicos y administrativos de la Santa Sede (COSEA), como parte de una investigación que sigue su curso.
Vallejo Balda y la que fuera miembro del COSEA fueron detenidos el pasado fin de semana dentro de esta investigación, abierta tras comprobar que se habían filtrado documentos de carácter económico considerados reservados por la Santa Sede y que estos aparecerían en dos libros que se publicaron el jueves: «Via Crucis», de Gianluigi Nuzzi, y «Avarizia», de Emiliano Fittipaldi.
El sacerdote español se encuentra en prisión preventiva en el edificio de la Gendarmería vaticana, mientras que la ex relaciones públicas fue puesta en libertad vigilada. Ambos están a la espera de que concluyan las investigaciones preliminares y se formulen los cargos.
Como adelantó RD, su marido, Corrado Lanino, se encuentran en una posición difícil. Ambos están siendo investigados por la Fiscalía de Terni en un caso de «extorsión e intrusión informática» que podría tener lazos con el ya conocido como «Vatilaks II», y que también podría salpicar al todavía presidente del Pontificio Consejo para la Familia, Vincenzo Paglia.
La tesis que está cobrando más fuerza apunta a Francesca como la instigadora de la trama -se desconoce, hasta el momento, quién más podría estar detrás, aunque fuentes vaticanas no descartan ninguna hipótesis-, y quien pudo contactar con los periodistas. Su nombre ya apareció en la investigación del primer Vatileaks, dada su amistad con Nuzzi.
Lanino, por su parte, trabajaba hasta el comienzo del escándalo para la Fundación Santa Lucía de Roma, un organismo dependiente de la Santa Sede, siendo máximo responsable del tercer nivel de seguridad del sistema de comunicaciones vaticanas, conocido como «arcángel Gabriel». El nivel pirateado es el segundo, o «arcángel Rafael», mientras que el máximo nivel -que no se ha tocado- es el «arcángel Miguel».
(RD/Agencias)