(PD).- El Real Madrid no es invencible. Así lo ha demostrado el Almería, que tras realizar un gran partido se ha impuesto (2-0) a los blancos con los goles de Juanito y Negredo. El Maddrid lo ha intentado, pero se ha topado con un sensacional Diego Alves, que lo ha parado todo.
Desde noviembre sin ceder un punto, ocho partidos seguidos ganando hasta esta visita a Almería. La única explicación que hay que buscar a esta derrota es el gran planteamiento del equipo andaluz y, especialmente, de su entrenador, que en una gran primera parte, ha hecho una lectura precisa primero, y después una puesta en escena impecable, de cómo el Madrid puede dejar de funcionar en un momento dado.
Todo esto, más las dosis de adrenalina que añaden los equipos pequeños contra los grandes, que hacen que a ciertos jugadores les salga todo y les salga bien, pueden acabar de explicar lo que hasta esta fecha parecía un enigma.
El Almería comenzó con alegría, abriendo el campo y tirando de la velocidad de sus puntas, especialmente de Álvaro Negredo, que o bien en carrera o bien atrayendo a los centrales a la banda, podía abrir huecos y ocasiones para los suyos.
Pero el primer gol no vino de esta forma, ni mucho menos. Una serie de rechaces dentro del área, una estirada imposible de Casillas, que en un momento dado parecía que iba a sacar eso, y un tiro de Juanito con mucha fe dentro del área pequeña, se tradujeron en el primer gol del partido.
Los mejores minutos del Almería iban a llegar, dominando y dejando a su merced incluso a todo un líder invicto desde hacía mucho tiempo. El Almería no pudo aumentar su cuenta antes del descanso, y el resultado, a estas alturas de partido, se antojaba escaso.
Las únicas noticias del Madrid, al menos en los últimos metros, fueron una vaselina de Raúl nada más comenzar el partido, que a punto estuvo de convertirse en uno de los mejores goles de su carrera, un latigazo de Robinho desde la derecha y un tiro de falta de Guti que se fue cerca de la escuadra. Además, la complicación subía cuando Van Nistelrooy tenía que abandonar el terreno de juego por un problema muscular.
El Madrid tenía que cambiar de actitud tras el descanso. Pero no le dio ni tiempo. Ya que en apenas unos segundos, el Almería volvió a ir con descaro hacia arriba y Cannavaro cometía un penalti sobre Álvaro Negredo, que él mismo iba a transformar para hacer el segundo.
A partir del segundo gol, otros cinco minutos sublimes de los rojiblancos, que parecía que habían cambiado los guiones en el vestuario, dieron paso a un asedio del Madrid en busca de un empate desesperado. Era difícil, pero se convirtió en imposible cuando Diego Alves, el joven portero brasileño del Almería, también parecía tocado por algo o por alguien.
Hasta tres paradas imposibles, una tras cabezazo a quemarropa de Raúl, otra tras otro disparo violento de Higuaín, y una tercera con el mismo protagonista, hicieron que la portería del Almería estuviera cerrada con llave hasta el final.
El Madrid no podía, aunque sí quería, pero entretanto, los de Emery querían que este partido no dejara de ser perfecto con alguna contra, y tal vez la causa de no haberle metido alguno más al líder, fue el exceso de gusto cuando todo iba de cara.
El líder lo sigue siendo, y con una buena ventaja. Pero si el Barcelona consigue este domingo ganar a Osasuna, la Liga puede recobrar esa emoción que parecía perdida por el paso firme que iban marcando los blancos.
LA FICHA DEL PARTIDO:
2 – Almería: Alves, Bruno, Carlos García, Pulido, Mané, Juanito, Felipe Melo, Corona (José Ortiz, m.64), Juanma Ortiz (Soriano, m.81), Negredo (Uche, m.77) y Crusat.
0 – Real Madrid: Casillas, Míchel Salgado, Sergio Ramos (Baptista, m.63), Cannavaro, Torres, Guti, Diarra, Sneijder (Balboa, m.74), Van Nistelrooy (Higuaín, m.46), Raúl y Robinho.
Goles: 1-0, M:15: Juanito. 2-0, M.47: Negredo, de penalti.
Árbitro: Clos Gómez, de Aragón. Mostró tarjeta amarilla a los locales Alves, Melo y Soriano, y a los visitantes Casillas, Ramos, Guti y Sneijder.
Incidencias: Partido disputado en el Estadio Mediterráneo, ante 21.300 espectadores. Terreno algo resbaladizo, aunque en buenas condiciones.
