No pudo ser. El Barcelona se ha quedado fuera de la final de la Liga de Campeones al no poder derribar el muro de un Inter que jugó con diez desde el minuto 28 por expulsión de Motta.
Piqué, en el 83′, dio vida a los de Guardiola con un gol en fuera de juego, pero no fue suficiente para remontar el 3-1 de la ida.
Mourinho celebró el pase al final del choque y los jugadores del Barça le han increpado.
ALEGRÍAS Y TRISTEZAS
El equipo milanés sólo permitió opciones de remate a su rival en los últimos siete minutos, a partir del gol de Piqué enardeció a un Camp Nou ya resignado a perderse la final del regodeo en casa del enemigo nacional.
Pero el milagro de Stamford Bridge, sin Iniesta, no se repitió. Pudo reeditarlo Bojan, que marcó un gol en el descuento y fue anulado por previa (e inexistente) mano de Touré Yaya.
El de Linyola, en su corta actuación, había fallado poco antes un cabezazo tras el primer desliz de la defensa del Inter, a las espaldas de Samuel.
Mourinho terminó en el césped del Camp Nou con su número de celebración y medio enganchado con un Víctor Valdés al que no le gustó nada el gesto final del portugués, que suma su tercera final.
A Guardiola, y al barcelonismo todo, le amargaron la fiesta ‘defensores’ como Samuel Eto’o, primero de tapón por la derecha y tras la ausencia de Motta, un lateral izquierdo, pero de aquellos sin carril.
EL PAROXISMO DEL CATENACCIO
Plantado para proteger al equipo y patear la bola lo más lejos posible. El Inter exhibió un compendio de todos los ‘catenaccios’ y ‘autobuses’ inventariados en la historia del fútbol: todos defensas.
Incluso Diego Milito, que se encontró muchas veces defendiendo a su hermano Gabriel, el central, porque al Barça le bastaba con reservar atrás a un solo hombre, normalmente Piqué.El 80% de posesión de pelota no le garantizó nada al Barcelona, porque a esa defensa omnímoda no había manera de plantearle una duda, una sorpresa.
Jugaron los azulgrana a mover el objeto rodante y a esperar el fallo del destructor, que llegaría demasiado tarde. No hubo acierto colectivo ni inspiración individual.
Hasta el gol de Piqué, Julio César sólo había intervenido para sacar con una extraordinaria estirada un disparo de Messi. Y eso había sucedido en la lejana primera mitad.
NADA LE FUNCIONÓ A GUARDIOLA
Nada le funcionó al Barcelona hasta ese estertor final, que no sirvió más que para que el barcelonisma salivara para quedarse en ayunas.
Ni el juego colectivo, ni la inspiración individual estuvieron a tono con los últimos 18 meses de fastos ‘blaugrana’. Ibrahimovic no está para nada y en este tipo de enfrentamientos se convierte en un lastre.
Guardiola lo mantuvo una hora en la pradera del Camp Nou. Con algo más de movilidad, Jeffren y Bojan dieron más sensación de peligro, muy especialmente Krkic, quien tuvo en su cabeza y en su pie el viaje feliz al Bernabéu.
EL BARÇA DE VÍCTIMA
El Barcelona fue la nueva víctima de un muro viscoso ‘a la italiana’ en el que quedó emparedado, pagando al final la cuenta de San Siro, donde no pudo ser mejor que el grupo salvaje de ‘Mou’.
En el Camp Nou, se rindió a una línea de nueve tipos vestidos de blanco que saben de su oficio a la perfección.
Mourinho y los suyos jugarán el próximo 22 de mayo la Final del Bernabéu ante el Bayern de Munich.