Javier Fernández, que acaba de ganar el sexto título consecutivo de campeón de Europa de patinaje artístico, nos cuenta cuál fue su gran oportunidad a sus tan sólo 17 años, y cómo supo aprovecharla.
El patinador artístico es hijo de un mecánico militar y una funcionaria de correos y es el claro ejemplo de que los sueños, con sacrificio y trabajo, se cumplen. Empezó en el patinaje con seis años, para divertirse y siguiendo los pasos de su hermana. Quién iba a decir entonces que lo que empezó como una afición acabaría convirtiéndose en su vida.
A los diecisiete años le llegó su gran oportunidad y la cogió, se fue a Estados Unidos solo y lejos de su familia. Unos años difíciles que le han ayudado a formarse sobre el hielo y como persona.
Ahora, con veintiseis años, Javier Fernández es campeón del mundo en patinaje artístico sobre hielo y seis veces campeón de Europa. Valiente, humilde y generoso, el patinador se gana a todos aquellos que se le acercan, incluso a sus rivales. Frente al éxito profesional también es afortunado en el amor, ya que el patinador mantiene desde hace algunos años una relación con la patinadora japonesa Miki Ando.
El deportista nos ha contado cómo vive la experiencia del nuevo título:
«Sigo siendo el mejor de Europa y sigo estando al mismo ritmo en las competiciones. Ni los rusos ni nadie se pueden poner por delante. Sigue siendo una competición complicada y en la que tengo que patinar bien. Tener tantos campeonatos de Europa es algo de lo que puedo estar orgulloso ya que me he metido un poco más en la historia del patinaje sobre hielo».
Además, nos ha hablado también de una posible retirada si consigue ir a los juegos olímpicos:
«Este deporte no es como antaño, la gente con veintisiete o veintiocho es una edad bastante adulta para decidir dejarlo. Hay un nivel de exigencia muy alto, estoy compitiendo con niños de dieciocho años. Aunque tengas la experiencia el cuerpo pesa más y el cuerpo se vuelve más lento. Me conservo bien pero los detalles son lo que nos hacen fallar en este deporte. No es que lo vaya a dejar, tendré que pensar si me conviene dejar el deporte cuando esté en lo más alto o esperar a ver qué pasa después».
Sus origenes en el patinaje son pura casualidad, y es que empezó a patinar por seguir a su hermana:
«Empecé cuando tenía seis años y fue por mi hermana. Ella vio una competición por la televisión y le dijo a mis padres que quería empezar a patinar, después de que ella empezase yo le dije a mis padres que me parecía un deporte divertido y que yo también quería, y desde que empecé apenas me he quitado los patines».
La experiencia de irse de casa con 17 años marcó su vida, a nivel profesional y a nivel personal:
«Fue difícil y dando gracias que en el mismo momento un entrenador español se vino a la misma ciudad, sino hubiese estado totalmente perdido. Tenía diecisiete años y me fui solo, tenía que buscar las cosas y tuve suerte de tener a esa persona. Apenas sabía nada de inglés, solo lo básico de la escuela. Me costó mucho adaptarme a la vida de otro país, cosas simples como con quién tienes que pagar la luz. Se hizo muy complicado. Son cosas duras que se te quedan en la memoria pero cuando las recuerdo sé que me han hecho más fuerte».
«Me cuesta estar separado de mi familia y de mis amigos. Casi todos los días hablo con mi madre y el día que no la llamo me echa la bronca. Los echo mucho de menos porque vengo poco a España, sólo dos veces al año».
Además, nos ha asegurado que le encantaría volver a España:
«En un futuro espero volver a España porque como aquí no se está en ningún sitio. Creo que España tiene que evolucionar mucho en este deporte para que en unos años vuelva. Creo que hasta que no termine mi carrera deportiva desafortunadamente no voy a venir».
«Los patinadores suelen llevar al tope de 27 o 28 años, no sé hasta qué edad estaré. Después quiero ser entrenador, es algo que tengo claro desde pequeño. No sé dónde estaré, a mí me gusta España, si tengo un sitio decente en el que entrenar y puedo tener una escuela me vendré. No sé el futuro y tengo una novia japonesa, nunca se sabe dónde acabaré».
Nos ha confesado también cómo lo ven sus padres:
«Sé que están orgullosos de mí. No vamos a cambiar por nada de esto y siempre vamos a ser los mismos. Estamos todos orgullosos y sabemos que vienen más campeonatos».