Ya han pasado varios lustros desde que Anton Reixa acertara en proclamar a Vigo como “sitio distinto”. Era la época de “Vigo capital Lisboa”, “Fai un sol de carallo», “gora Vigo camasutra», una época en la que desde Os resentidos, una “esquimal bus band de funkie depresivo”, Vigo estaba en el corazón de la movida. Poco después aquello se convirtió, desde Siniestro total, en “menos mal que nos queda Portugal”, quizá lo más firme que nos va quedando en nuestras proximidades.
Hoy, Vigo, la ciudad más poblada de Galicia, languidece hacia una decadente penumbra progresiva consentida, a lomos de una adelgazada clase empresarial auto marginada, unas instituciones y entidades domesticadas, unos medios entregados y una población acostumbrada a contemplarse el ombligo, resentida ante un mundo adverso y entregada al sumo sacerdote de la demagogia hecha carne, extasiados ante políticas pueblerinas de horteradas varias y de sustitución de pavimentos, como único objetivo político de progreso.
Hace ya ahora unos años y con ocasión de la aprobación del Plan General de Ordenación Municipal, hoy paralizado judicialmente, el actual regidor terminó de cuajo con todo el sector de la promoción inmobiliaria, y de rebote con el potente sector de la construcción, que suponía el 15% de la economía de la ciudad y de sus puestos de trabajo, paralizando cualquier iniciativa de crecimiento para Vigo, lo que desgraciadamente habrá de prolongarse largos años, pues nada se hace, ni se hará, por remediar el desaguisado, salvo anunciar que se apostará de nuevo por el mismo Plan anulado, lo que haría ya de Vigo una ciudad paralizada durante lustros.
Uno ya resulta cansino de tanto dar la voz de alarma, de tanto alertar sobre una decadencia que nadie parece tener en cuenta y menos a las puertas del verano, la estación en la que la constante celebración de fiestas locales de exaltación de nuestros manjares como único protagonista de nuestros mensajes culturales, parece invadirlo todo, y con ello cerrar más, si cabe, nuestra visión de caída libre hacia el mas absoluto derrumbe económico y social.
Vigo sigue siendo una ciudad industrial, aunque cada vez menos, turística, aunque cada vez menos, y comercial, aunque también cada vez menos. De las grandes industrias del naval y la pesca, nos resta la del automóvil, centrada exclusivamente en la factoría PSA-Citroen (ya veremos hasta cuando), con su industria auxiliar, mas o menos en retirada.
Hace unas semanas conocíamos el éxodo masivo que se está dando en gran parte de nuestra industria hacia los nuevos polígonos industriales del norte de Portugal, con precios del suelo ridículos y en algunos casos regalados, donde el coste de la mano de obra no llega ni al 50% de la viguesa, donde el absentismo laboral es algo puramente anecdótico y donde las licencias de actividad no tienen, ni las dificultades, ni las demoras de nuestro ayuntamiento, empeñado sempiternamente en poner todo tipo de dificultades a cualquier nueva implantación o iniciativa.
Hoy, tras unas semanas en las que se ha ido de nuestro puerto a la competencia mas cercana, el principal agente mercantil que aquí operaba, un artículo inusualmente publicado en Faro de Vigo, con la firma de Felix Gonzalez Ramilo, editor de Infocruceros, un experto de campanillas en la materia, hace sonar una nueva voz de alarma y esta vez en el sector turístico, dando en la llaga de la auténtica desgracia de la ciudad, de unos años a esta parte.
No me resisto a transcribir algunos párrafos del mencionado artículo “Las ciudades unidas triunfan”, donde hace referencia a puertos como los de Bilbao, Gijón, La Coruña o Leixoes, lugares competencia directa de Vigo en los que sus regidores, ajenos al victimismo insolidario local, han sabido ir de la mano con todos aquellos agentes para unificar criterios en pos de comunes objetivos, todo lo contrario a lo que le ha ocurrido y le sigue ocurriendo a Vigo, una ciudad en la que a su regidor únicamente le preocupa acaparar poder, valiéndose de todo tipo de subterfugios, engaños y falsas promesas, enfrentándose con todo y con todos en aras de mantener el sempiterno complejo de persecución que parece ser ya la marca de identidad de los vigueses, a quienes se está acostumbrando al llanto permanente, en lugar del aliento hacia la colaboración de todos en pos de verdaderos objetivos de progreso para una ciudad que no ha hecho otra cosa, en los últimos años, que buscarse enemigos.
La politica no es más que marcarse objetivos, gestionarlos, trabajar en equipo y buscar apoyos externos. Sin objetivo alguno de consideración, sin la mas mínima capacidad de gestión, mintiendo permanentemente, enfrentándonos a todo el mundo y con una máquina municipal absolutamente lenta, caduca, desnortada, mal protegida y contraria a cualquier iniciativa, es imposible levantar una ciudad, por mucha acera que se cambie, mucha bravuconada diaria, o muchas horteradas con que salpicar al personal.
Dice Gonzalez Ramilo: “Finalmente se producirá el descalabro en escalas de cruceros que solo unos pocos, en contacto directo con el sector, nos veníamos temiendo a la vista de los pequeños acontecimientos que se han venido produciendo en los últimos años tanto en Vigo, como en las ciudades que compiten con nosotros por las escalas de estos resorts flotantes”.
Mas adelante se pregunta y asegura: ¿Que está haciendo tan bien A Coruña que no está haciendo Vigo? Pues seguir las recomendaciones que hacen todos los altos ejecutivos de las navieras en los foros profesionales a los que asistimos los que nos dedicamos a esto: ir todos a una. Diputación, Ayuntamiento, Cámara de Comercio, Puerto y consignatarios, todos de acuerdo en un objetivo, todos trabajando juntos, y todos haciendo un enorme esfuerzo de contactos profesionales para lograrlo”.
“Los cruceros son sobre todo turismo además de tráfico portuario, y no es al puerto de Vigo al que le corresponde la promoción turística de la ciudad, ni tiene capacidad para negociar ciertas adaptaciones que pueden necesitar los cruceros. Cuando el Puerto de Vigo va a negociar con una naviera y va solo, va cojo, le falta el destino. Solo los representantes de la ciudad pueden decir como se gestionará el tráfico ante la llegada de un gran barco, que facilidades se les pueden dar a las navieras para que los pasajeros puedan visitar los museos y monumentos municipales o provinciales con la mayor comodidad, y son la ciudad y la Diputación las que pueden impulsar, apoyar y promocionar iniciativas privadas que aumenten la oferta de ocio turístico.”
“Mientras no tuvimos competencia estaba bien recibir a los pasajeros de los mayores cruceros del mundo con pasarelas montadas sobre andamios, y no pasaba nada porque se formasen increíbles colas para pasar el control de seguridad cuando coincidían dos barcos en puerto. Pero a lo mejor hay que pensar si eso es competitivo ahora. A lo mejor cuando en A Coruña celebraron su declaración de área turística para poder abrir los domingos y en Vigo celebramos que “nos habíamos librado”, no lo estábamos pensando del todo bien. !Ay! ahora queremos de vuelta a esos turistas que “no gastan tanto”, “se van todos a Santiago” y “no compensa atender los domingos”.
¿Como es posible que los vigueses no vean este continuo descalabro de la ciudad, con un alcalde que ahora que aspira a la secretaria general del PSOE gallego, tiende puentes con todos, pero cuando se trata de Vigo no deja títere (interno o externo) con cabeza, enfrentándose estúpidamente a todo lo que se mueve, o a todo lo que no sean sus ocurrencias o las de su amiga, de quien no se conoce habilidad alguna destacada y a la que ha colocado en todos los cargos carguitos y carguetes, la presidenta de la Diputación? Se enfrentó y sigue enfrentando a Vigo con la Xunta, lo hizo con la Diputación anterior, con los alcaldes de todos los alrededores, con los presidentes del Puerto, con todas las instituciones viguesas, colegios profesionales, entidades, etc. y todo ello no en pos de objetivos de crecimiento y de progreso para la ciudad, cuando no se conoce ni un solo objetivo ciudadano medianamente serio, sino en función únicamente de su propio ego y ambición política.
¿Como es posible que un alcalde de una ciudad que vive de su puerto no haya hecho otra cosa que impedir cualquier crecimiento del mismo, de su oferta de cara al turismo, o de su operatividad? ¿cuantos años más habrá de pasar la ciudad en caida libre de competitividad? ¿cuantos empresas más habrán de seguir cerrando o emigrando a los vecinos polígonos portugueses?
¿Es posible que una ciudad como Vigo, que alardea de ser la principal ciudad de Galicia, se contente con que un alcalde, imputado además por corrupción (hoy “investigado”), le cambie las aceras como única política?.
¿Que sostiene, por otra parte, que mientras Besteiro deba dejar la política por estar imputado, Caballero siga siendo alcalde de Vigo, presidente de la agrupación de municipios y provincias, presidente del área metropolitana de Vigo y pretenda ahora la secretaría general de su partido en Galicia, silenciando, a través de su entregada prensa local, su condición de imputado?
¿Como es posible que para saber algo de lo que ocurre en Vigo, el vigués informado haya de estarlo a través de lo escrito en medios ajenos a la ciudad, leyendo entre lineas la prensa local, o a quien desde el exilio informativo vigués publique en otras latitudes?
¿Será que quien realmente falla es una notable cantidad de aletargados o anestesiados vigueses, con sus principales entidades o instituciones a la cabeza, o es que como auguraba Anton Reixa, Vigo es un sitio distinto?
¿Que será lo siguiente?
Vigo no puede seguir perdiendo inconscientemente sus puntales de progreso sin que nadie haga nada por evitarlo, mientras algunos se aprovechan de la ciudad para sus particulares ambiciones, ¿o si?.