Desde el Atlántico

Carlos Ruiz

Afganistán: ¿morir por Karzai?

Para analizar la situación de Afganistán conviene partir de dos hechos: 1º. Se trata de una guerra; y 2º. Esa guerra se está perdiendo por los occidentales. La pregunta es ¿por qué? ¿cómo es posible que unos guerrilleros estén derrotando a la primera potencia mundial y sus aliados? La respuesta está en varias preguntas: ¿saben USA y sus aliados por qué y contra quien lucha? y si lo saben, ¿por qué no actúan en consecuencia?

Uno de los portavoces del discurso oficialista sobre la guerra de Afganistán, el gran amigo de Marruecos Gustavo de Arístegui, lo define así en La Razón del día 23 de octubre de 2009 (página 15):

Desde 1996 a 2001, se instaló un régimen de terror absoluto y sin escrúpulos, el talibán, que lo prohibió todo, incluida la música y la danza.
(…)
Lo que preocupa hoy es que muchos gobiernos son incapaces de reconocer la trascendental importancia de la tarea que allí se desarrolla, una guerra total contra uno de los regímenes más terribles de historia reciente.
La derrota de la débil e incipiente democracia afgana y la retirada precipitada de las tropas internacionales podrían muy bien preocupar a un movimiento de euforia en el yihadismo.
(…)
Una retirada sin que la misión esté cumplida, o una claudicación ante los talibán, supondría un gravísimo riesgo para el mundo entero. Tampoco entiendo que desde EE UU se haya llegado a decir que existen talibanes buenos y malos, cuando es evidente que en tiempos del Mullah Omar y de Ben Laden la confusión entre Estado talibán y Al-Qaeda era total.

Así pues, el discurso oficialista sobre la guerra de Afganistán contiene estos elementos básicos:
1º. La guerra de Afganistán es una guerra contra una tiranía: «guerra total contra uno de los regímenes más terribles de historia reciente»
2º. El régimen talibán y Al Qaida si no son, al menos eran lo mismo: «en tiempos del Mullah Omar y de Ben Laden la confusión entre Estado talibán y Al-Qaeda era total»
3º. Los talibanes son la encarnación del «yihadismo». Por lo que la derrota del «yihadismo» pasaría por una derrota de los talibanes.
4º. El régimen de Karzai es una «débil e incipiente democracia» cuya victoria es positiva «para el mundo entero».

El problema de este discurso oficialista es que no es muy coherente, porque:
1º. Si combatimos a los talibanes por querer un régimen terrible, ¿por qué no se emprende una guerra contra otras tiranías, como la saudí que puede considerarse objetivamente como «uno de los regímenes más terribles de historia reciente»?
2º. Si combatimos a los talibanes por estar relacionados con Al Qaida, ¿qué ocurriría si Al Qaida estuviera confundida con otros Estados distintos del talibán, como Pakistán o Arabia Saudí?
3º. Si combatimos a los talibanes por ser la encarnación del «yihadismo» ¿por qué no hacer la guerra también a otras organizacions que avalan el «yihadismo», como numerosas entidades saudíes que financian el wahabismo?
4º. Si el régimen de Karzai es una «democracia» positiva para el mudo entero, ¿por qué se critica a otros regímenes que falsean las elecciones?

El problema de Afganistán es que, en última instancia, los defensores de la guerra:
– o bien mienten sobre los verdaderos objetivos, porque saben que el «yihadismo» va a continuar aunque Afganistán esté controlado por un régimen pro-occidental
– o no se atreven a sacar las consecuencias últimas de emprender una guerra contra el «yihadismo».

Para conocer la verdadera naturaleza de la guerra de Afganistán, bastaba leer el mismo periódico en el que Arístegui publicaba sus reflexiones, pero una página más adelante. Allí se hablaba de un atentado cometido contra la embajada de India en Kabul, aunque India no participa en la guerra. En el artículo oculto en un titular sesgado, se dice lo siguiente:

explica a LA RAZÓN el actual director del Institute for Topical Studies en Chennai y miembro del National Security Advisory Broad del Gobierno de India (2000-2002), Bahukutumbi Raman
(que …)
«Islamabad utiliza el terrorismo para intimidar a nuestro país. No quiere que mantengamos buenas relaciones con Afganistán
(…)
El también autor de numerosos ensayos como «Terrorism: Yesterday, Today and Tomorrow» establece además una conexión entre los atentados de Kabul y los de Bombay en noviembre de 2008, que terminaron con la vida de 166 personas.

(…)
En Afganistán, el veterano asesor del Ministerio de Exteriores, Davood Moradian, asume como propia la línea de acusación de Nueva Delhi y señala directamente a la controvertida agencia de inteligencia paquistaní (ISI) como inductora de los atentados con el objetivo de incrementar la preocupación de las potencias occidentales sobre el país islámico y abultar el presupuesto de las ayudas económicas. Un estudio de la Universidad de Harvard constató que, de los 1.800 millones de dólares dados por EE UU para mejorar sus capacidades militares en 2008, el Ejército sólo declaró 300 millones. El ex presidente del país, el general Musharraf, admitió recientemente que el dinero se utilizó para rearmarse contra India.
(…)
La ex embajadora india en la Conferencia de Desarme de Naciones Unidas en Ginebra, Arundhati Ghosh, desconfía, (…), de la determinación del Ejército de Pakistán contra los extremistas islámicos. (…) Ghosh exige que el Gobierno de Zardari concluya la investigación sobre las implicaciones de Lashkar-e-Taiba (LeT), con sede en Pakistán, en los últimos ataques. «No han tomado ninguna medida contra ellos. India no puede entender esta actitud». Critica, a su vez, la liberación de Mohamed Said, el único inculpado por los crímenes de Bombay.

A partir del conocimiento de los hechos, conviene por tanto extraer consecuencias.
Es indiscutible que el «yihadismo» está mantenido por algunos Estados que no son el afgano. Sin ir más lejos, quienes hablan el discurso oficialista contra el «yihadismo» se empeñan en ocultar algo que ha reconocido la nueva administración norteamericana: que los servicios secretos de Pakistán están implicados en «Al Qaida».
Si se quiere luchar contra el «yihadismo» ¿por qué no se lucha contra esos Estados?
Y si no se quiere luchar realmente contra el «yihadismo» ¿se está pidiendo a los occidentales que mueran por Karzai?

POST-DATA 1
Después de escribir este artículo leo que el día anterior, el 25 de octubre, en Kabul, en el territorio controlado por las tropas occidentales, se celebró una manifestación anti-estadounidense al grito de «No a la democracia. Solo queremos el Islam»

POST-DATA-2 (27-X-2009)
Un alto responsable USA confirma la tesis de este artículo.
El prestigioso periódico británico The Times, en su edición de hoy 27 de octubre, publica este artículo titulado, «Primer alto cargo norteamericano que dimite por la guerra de Afganistán«. En dicho artículo se dice lo siguiente (traduzco):

Mathew Hoh, de 36 años, antiguo capitán del Cuerpo de Marines que luchó en Iraq antes de incorporarse al Departamento de Estado USA, dimitió de su puesto como máximo responsable civil USA en la provincia de Zabul, un bastión talibán en Afganistán. Dijo que creía que la guerra sólo había alimentado la insurgencia, según informa el Washington Post.
(…)
Dijo que, aunque la presencia talibán es un mal, y hay que enfrentarse a a Al Qaida, los USA están pidiendo tropas para morir en Afganistán en algo que es esencialmente una guerra civil ajena a nosotros.
A las familias americanas, escribió, «hay que garantizarles que sus muertos se han sacrificado por un objetivo digno de los futuros que perdieron, de los amores que se evaporaron, de los sueños prometidos. He perdido la confianza en que tales garantías puedan ser hechas de ahora en adelante»
(…)
«No soy un pacifista, ni un hippie «fumado» de marihuana que quiere que todos estén amándose», añadió
Sin embargo, dijo que estaba manifestando su opinión porque ya no creía en la guerra de Afganistán y porque creyó que la Casa Blanca no debe desplegar más tropas allí.
Mientras el presidente Obama delibera acerca de si ordenar el incremento de tropas en Afganistán, Moh, dijo que: «Quiero que la gente de Iowa, de Arkansas o de Arizona, llame a sus congresistas y les diga, ‘Oiga, no creo que esto esté bien’ »
Richard Holbrooke, el representante especial USA para Afganistán y Pakistán, dijo al Washington Post que no estaba de acuerdo en que «no merecía la pena luchar». Sin embargo, añadió, «Estoy de acuerdo con la mayor parte del análisis de Moh».

Sigamos atentos al discurso oficialista sobre la guerra de Afganistán, mayormente protagonizado por los mismos que promueven la ideología de la «amenaza yihadista».

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Autor

Carlos Ruiz Miguel

Catedrático de Derecho Constitucional Director del Centro de Estudios sobre el Sahara Occidental Universidad de Santiago de Compostela

Carlos Ruiz Miguel

Catedrático de Derecho Constitucional
Director del Centro de Estudios sobre el Sahara Occidental
Universidad de Santiago de Compostela

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