¿Qué ha ocurrido para que los moros, que hace 90 años apoyaron a Franco para matar rojos, ahora sean adorados por los herederos políticos de aquellos rojos a quienes vinieron a matar?
Dejo aquí algunas reflexiones
👇👇👇 https://t.me/desdelatlantico – @DesdelAtlantico
Primero.
Quizá debiéramos considerar que los moros que trajo Franco, mayormente del Rif y de la Yebala del norte de Marruecos, no son los moros a los que ahora adoran los herederos políticos de los rojos, que son, me parece, en su mayoría, de lo que era protectorado francés.
Segundo.
Uno de los argumentos utilizados por Franco para que los moros le apoyaran era que ambos luchaban contra los que no creían en Dios. Era una lucha de «creyentes» (cristianos y musulmanes) contra ateos.
No olvidemos que en la ley islámica a las «gentes del libro» (judíos y cristianos) se les respeta la vida a cambio de un tributo (yissía), mientras que para politeístas y ateos la ley islámica ordena la muerte.
Tercero.
Es un hecho indiscutible que hoy son los ateos españoles endófobos quienes apoyan a los marroquíes hispanófobos.
Cuarto.
¿Por qué los marroquíes hoy aceptan coaligarse con los ateos españoles endófobos, aunque sean los cristianos españoles (vía Caritas, sobre todo) quienes más les ayudan?
Quinto.
Una posible explicación es que esos marroquíes coaligados con los ateos españoles hispanófobos son más nacionalistas marroquíes que musulmanes y, por eso mismo valoran más su común hispanofobia que el ateísmo condenado por la ley islámica.
Sexto.
El nacionalismo marroquí (fenómeno políticamente bastante reciente) tiene un componente de odio étnico a España MUCHO MÁS PODEROSO que su componente religioso de «creyente» en un Dios.
El hecho de que la figura del sultán esté cuasi-divinizada (como se demuestra en la humillante ceremonia de «vasallaje» -beia, inexistente en los demás países islámicos) ayuda a entender este fenómeno.
Séptimo.
El hecho de que el nacionalismo marroquí cuasi-divinice al sultán explica igualmente el ODIO que tiene hacia otros MUSULMANES como son los saharauis y los argelinos.
Y les odia, especialmente a los saharauis, porque NO QUIEREN ARRODILLARSE ANTE EL SULTÁN.
Un odio nacionalista profundamente contrario a la ley islámica que no permite hacer la guerra a otros musulmanes que no han sido agresores y que actúan en legítima defensa.
Octavo.
En definitiva, debajo de una pátina «islámica» hay un agresivo nacionalismo idólatra (como todo nacionalismo) que queda al descubierto en la cuasi-divinización de la figura del sultán con el argumento (más que discutible) de que es un pretendido descendiente de Mahoma. Se ha sustituido, en la práctica, la religión islámica por otra religión, el nacionalismo.
Noveno.
El hecho de que el nacionalismo marroquí sólo superficialmente sea de «creyentes» en el Dios islámico (pues escarbando vemos a prominentes judíos implicados en el nacionalismo marroquí) y de que en realidad sea una religión ultranacionalista de odiadores de España, acerca a ese nacionalismo a la progresía atea española endófoba.
Insisto, es una hipótesis de trabajo, discutible como otras
