Qatar ha expresado su interés en gestionar estos importantes sitios arqueológicos egipcios por un periodo mínimo de cinco años
Fue alli, en 1978, donde Napoléón, dirigiendose a sus tropas que se prestaban para aplastar a los mamelucos dijo aquello: «Desde lo alto de estas pirámides, cuarenta siglos nos contemplan».
Ahora están en alquiler.
El Gobierno egipcio planea «alquilar o dar en concesión» a los touroperadores e inversores extranjeros las tres Pirámides de Giza, la Gran Esfinge, la zona de los templos de Abu Simbel y de Luxor para hacer frente a la grave crisis económica a la que se enfrenta este país desde hace años, según cuenta Al Arabiya —Cash-strapped Egypt considers offering pyramids, other monuments for rent–.,
Según los cálculos gubernamentales, el movimiento podría generar unos beneficios a las arcas egipcias de cerca de 150.000 millones de euros, lo suficiente para pagar la enorme deuda nacional y relanzar su economía.
Adel Abdel Sattar, secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades ha confirmado en estos días en una entrevista emitida en «OnTv» que la propuesta ha sido formulada por el Gobierno.
Se trataría de dar en concesión a inversores de otros países -por ejemplo a «touroperadores internacionales»- algunas de las «joyas de la familia» del Estado egipcio.
Según informaciones publicadas por «Al Arabiya», Qatar –entre los primeros apoyos de la revuelta contra el exrais Hosni Mubarak– habría expresado su interés en gestionar estos importantes sitios arqueológicos egipcios por un periodo mínimo de cinco años.
Por el momento, Adel Abdel Sattar ha confirmado solo la existencia de la propuesta del Gobierno, mientras que ha negado que Qatar y otros Estados ricos del Golfo estén metidos en el negocio.
El responsable del Consejo Supremo de Antigüedades ha explicado que la propuesta habría sido lanzada por el Ministerio de Economía y que su autor sería el intelectual egipcio Abdallah Mahfouz. Según el plan, estos sitios arqueológicos –o al menos su gestión– se subastarían en un concurso público en plazo muy corto.
No obstante, la iniciativa no ha sido acogida con entusiasmo entre el pueblo egipcio y el propio Abdel Sattar ha mostrado su disconformidad con esta idea. Pero la crisis económica sigue mordiendo este país que, en ausencia de estabilidad política y de recetas económicas creíbles, se estaría jugando su última carta ofreciendo al mejor postor sus atractivos turísticos y culturales.
LA BATALLA DE LAS PIRÁMIDES
A mediados del verano de 1798 ,Napoleón marchaba con su ejército de Alejandría a El Cairo, después de conquistar la primera, se encontró con las fuerzas mamelucas a 15 km de las pirámides y a sólo 4 km de El Cairo.
Las pirámides se veían pues a lo lejos, en toda su majestuosidad. Bonaparte, que sabía muy bien de las artes de la propaganda, se cuidó mucho de asociar la batalla con las pirámides milenarias y les hizo referencia en su famoso discurso de inicio de la batalla:
«¡Adelante soldados! Recordad que desde lo alto de las pirámides, cuarenta siglos os contemplan».
La batalla que se desencadenó no fue nada igualada: por un lado, 25.000 tropas francesas repartidas en 5 divisiones, perfectamente alineadas en escuadrones rectangulares, con la caballería en el centro y los cañones en la periferia, y con una potencia de fuego irresistible.
Por el otro, la caballería mameluca de Murad Bey, 6.000 jinetes, apoyados por unos 15.000 infantes de muy inferior calidad. Armados con sables y lanzas, de los cuales eran maestros en su uso, apenas disponían de armas de fuego.
La caballería mameluca se lanzó a la carga contra las huestes francesas, pero fue parada en seco por toneladas de acero, disparadas con gran sincronía por los escuadrones de Napoleón.
En pocas horas murieron más de 3.000 jinetes mamelucos, y el resto del ejército huyó junto con su jefe hacia el Alto Egipto. Ibrahim Bey huyó a Siria para reorganizar la resistencia, pero todo estaba perdido. Tras 700 años de dominio, los mamelucos entregaban Egipto.