Treinta y tres días después, la guerra sigue en Ucrania mientras que informativamente se cronifica. Pasa a ser una sección más de los informativos como los sucesos, los deportes o el tiempo. La integramos en nuestra dieta mediática y acabamos pensando, sin darnos cuenta, de que se trata de una serie de Netflix o algo por el estilo. Pero no es ficción. Es realidad pura y cruda.
(Mientras combates y bombardeos se suceden nuestras vidas se normalizan, ajenas al grave riesgo que vive el planeta en forma de amenaza nuclear, de hecatombe total).