«Cinco horas con Mario» afronta el reto de subir a la escena en el siglo XXI

"Cinco horas con Mario" afronta el reto de subir a la escena en el siglo XXI
Una imagen de Josefina Molina. EFE/Archivo

Tres décadas y un año después de su estreno, el 26 de noviembre de 1979 en el Teatro Marquina de Madrid, Josefina Molina vuelve a afrontar el reto de llevar hasta las tablas «Cinco horas con Mario», esta vez en Valladolid, la ciudad donde nació y falleció Miguel Delibes, el novelista que alumbró la obra.

Tres desafíos afrontará Molina a partir del próximo jueves, día del estreno en esta nueva etapa del montaje: el debut de Natalia Millán en el papel protagonista, la traslación al pleno siglo XXI de Mario y la sociedad de su época, y la tarea de recobrar a Delibes apenas seis meses después de su fallecimiento.

Y todo ello casi con las mismas armas de entonces, que fueron la adaptación del texto a cargo del propio novelista, la producción de José Sámano, la escenografía de Rafael Palmero y la música de Luis Eduardo Aute, excepto el papel protagonista que ahora recaerá en Natalia Millán en lugar de Lola Herrera.

«Si un texto está bien escrito y logra mantener el interés del público, no importa que la ideología no se corresponda con la actualidad», ha explicado hoy a en una entrevista con Efe la filóloga Elisa Delibes, hija del novelista y profesora de Lengua en un Instituto de Educación Secundaria de la capital vallisoletana.

Se refiere así a los severos condicionamientos políticos, sociales y morales de la España franquista de la segunda mitad del siglo XX donde se enmarca la obra y que se mostrarán al público de hoy, habitante en un nuevo milenio en apariencia más liberalizado, global y desinhibido.

Carmen Sotillo «Menchu», prototipo de una mujer cuarentona, conservadora, de clase media, frustrada en sus aspiraciones y oprimida en la atmósfera de una ciudad provinciana de la España franquista, vuelca sobre el cadáver de su marido en una solitaria noche de vela -de cinco horas-, toda una sarta de arrogantes reprimendas a su marido, Mario, catedrático de Instituto, intelectual desafecto al régimen y cristiano aperturista.

«No creo que existan hoy mujeres de cuarenta años que digan las tonterías y barbaridades que decía ‘Menchu’, sobre todo con esa seguridad de estar en posesión de la verdad, pero también creo que la sociedad es hoy mucho más tolerante y permisiva, y no juzgaría a las ‘Carmen Sotillo’ tan duramente como fueron juzgadas en los años setenta», ha reflexionado Elisa Delibes.

La novela «Cinco horas con Mario», que Miguel Delibes dedicó a José Jiménez Lozano, fue publicada en 1966, y trece años más tarde ha pasado a la historia de la literatura española como la primera adaptación al teatro de un texto del académico vallisoletano, a cargo de Josefina Molina, quien en 1977 rodó para TVE la adaptación en capítulos de la novela «El Camino».

Ha pasado casi medio siglo desde la publicación de «Cinco horas con Mario», y en todo ese tiempo el propio autor llegó a modificar ligeramente su punto de vista sobre la carga de culpabilidad que al componer la novela asignó a «Menchu» contra Mario, a quienes los críticos, entonces y ahora, vieron como la encarnación de las dos España del momento resultantes de la Guerra Civil.

Así lo ha revelado a Efe la hija del novelista cuando recientemente releyó la dedicatoria manuscrita que Miguel Delibes plasmó a su hijo Juan sobre un ejemplar de «Cinco horas con Mario» donde le decía: «Espero que seas indulgente con ‘Menchu’ y sepas ver que Mario tampoco era perfecto».

Es decir, ha puntualizado Elisa Delibes, «el propio autor, después de cincuenta años, interpretó su obra de otra manera».

Esta nueva etapa escénica de la novela había sido acordada en 2009 por el productor José Sámano con Miguel Delibes, meses antes de su fallecimiento, el pasado 12 de marzo, según fuentes de la sociedad productora.

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