Una psicópata en toda regla que no mostró un ápice de arrepentimiento, y que se afanó por disimular hasta lo indecible su execrable crimen. Ana Julia Queza profirió frases vejatorias hacia el pequeño Gabriel Cruz cuando transportaba desorientada su cadáver en el maletero del coche. (La aterradora carta del asustado funcionario que vigila a la bruja de Ana Julia).
Hasta ahora no se sabía el contenido del soliloquio que fue grabado con micrófonos que había instalado en su vehículo la Guardia civil, aunque durante estas últimas horas ha trascendido una de sus horrendas frases dirigidas al pobre niño, a su paso por varias zonas de invernaderos:
«A ver qué hago ahora con este»,
masculló, mientras conducía errática durante casi 75 minutos antes de ser detenida, tal y como da cuenta ‘El Periódico‘. (La presa asesina que tiene que aguantar los humos de una dopada Ana Julia).
El domingo 11 de marzo de 2018, 12 días después de que matara al pequeño hijo de su pareja, la mujer condujo su coche hacia la finca. Los investigadores habían colocado dos días antes varios dispositivos de grabación en su vehículo, un Nissan Pixo gris, que permitían grabar y escuchar lo que se decía en su interior.
Los guardias civiles que vigilaban a Ana Julia salieron tras ella. Vieron que iba hacia la finca, situada a cuatro kilómetros y medio del lugar de la desaparición de Gabriel. Al llegar, y desde unos 600 metros de distancia, los agentes hicieron fotografías y una grabación de vídeo con lo que la mujer hacía. Vieron que quitaba unas piedras y sacaba algo de un agujero. Las imágenes registradas por los guardias civiles, que constan en el atestado enviado al juez, no dejan lugar a dudas: en ellas se «aprecia claramente el cuerpo desnudo de una persona, no se sabe si viva o muerta».
Luego, ven y fotografían como Ana Julia lo envuelve en una manta y lo mete en el maletero de su coche.
Los investigadores creen que el crimen no fue planeado a conciencia, que la mujer «encontró» a Gabriel jugando y le animó a subirse a su coche para ir a la finca. Tras golpearlo con un hacha en la cabeza, lo asfixió con sus manos, tapándole la nariz y la boca, según su propia confesión. Luego, lo desnudó y lo enterró en un hoyo que estuvo cavando aquella misma tarde, mientras el niño jugaba en la finca. «Lo dejó allí y no lo movió hasta el 11 de marzo», explican fuentes del caso.
El juez concluye en su auto que Ana Julia
«desenterró el cuerpo del niño y lo introdujo en el maletero, vertiendo expresiones vejatorias que revelan, presuntamente, una falta de sentimientos y humanidad que, de ser ciertas sus palabras, serían de pura crueldad».