Si mezclas en una partida de póker cinematográfico a un actor como Russel Crowe, una actriz como Elsa Pataki, un escenario de lujo, una carrera de coches de alta gama y un multimillonario que echa su última partida junto a sus amigos de toda la vida descubriendo sus más íntimos secretos, tiene que ser sin duda una película apetecible. Y lo es. El problema es que hay cartas marcadas.
Lógicamente pensé que iba a ver el típico film de una partida de cartas mezclada con algo más, cosa que no me apetecía nada, pero me equivoqué totalmente. La partida es lo de menos y el director, guionista y actor principal, Crowe, opta por un thriller curioso e inesperado donde nada es lo que parece. Hay herencias, cuernos, arte, violencia, asesinatos, intentos de suicidio, veneno, políticos corruptos, fracasados y forrados. Solo falta sexo para tener la baraja completa.
A pesar de esta suculenta mezcla de contenidos la peli no engancha del todo, sin dejar de ser entretenida, y mantiene el interés por lo que va ocurriendo, pero sin la fuerza que debiera. Aun así pasé un buen rato hasta el final, y eso vale mucho.
2½ ★★½