Supongo que a quien no conozca la figura del maestro Waldo de los Ríos le parecerá un buen documental y poco más, pero para los que admiramos la genialidad compositora de Waldo es un film imprescindible.
La mezcla de contenidos que hacen los directores Charlie Arnaiz y Alberto Ortega es espectacular: excelente música, comentarios de personas muy conocidas, aborto, homosexualidad, droga, esoterismo, complejo de edipo, la fama, la depresión y la muerte preparada en la fecha señalada. ¡Ahí queda eso!
En una época en la que la homosexualidad era un pecado y con una relación con su madre devastadora y cruel, Waldo tenía una cara alegre y feliz hacia fuera y mil demonios que no podía superar hacia dentro.
Muy recomendable para conocer a un personaje que ha pasado a la historia de la música con más pena que gloria, siendo en cambio un verdero genio incomprendido.
La secuencia de cómo compone Waldo la música con su íntimo amigo Chicho Ibáñez serrador es absolutamente magistral. Solo por eso merece la pena.
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