La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

En la vida hay cosas que pueden pasar desapercibidas, pero que son parte esencial de la misma. Vamos muy rápido, corremos, avanzamos sin mirar a nuestro alrededor. No caemos en la cuenta de que a nuestro lado, mientras pasamos impetuosamente en rumbo recto, hay un alma. Hay una mirada. Que se posa en nosotros o en el infinito.

Miradas… hay miradas glaciales, que petrifican, que matan. Otras son cálidas. Son las que te abrazan, las que te sonríen, las que te hacen sentir importante para la persona que te la dedica. Un mudo puede hablar con sólo mirarte. Y un ciego puede mirar y hablar con sólo abrazarte.

Miradas… bajo sombreado azul, turquesas con olor a mar, verdes con sabor a resplandor. Miradas divinas, prodigiosas, infernales, apasionadas, muertas. ¿Cabe mayor expresión, mayor impacto, que el de una mirada que va más allá, que profundiza en ti, que te golpea y te hace sentir?

¿Has visto alguna vez la mirada perdida de una mujer rota ante una copa de ron? ¿Has visto la mirada ilusionada de un niño ante el regalo recién traído por los Reyes Magos? ¿Has visto cómo miran los niños que están ‘al otro lado’, en el mundo alternativo a nuestros ojos, en la frontera del hambre? ¿Has visto la mirada del que está a punto de morir? Para unos es de angustia y para otros es de esperanza, pero son miradas que no se olvidan. ¿Cómo será mi mirada en ese momento trascendental? ¿Cómo le dirán hoy mis ojos un ‘te quiero’ a la que algún día será mi mujer?

¡Hay tantas miradas! Miradas de odio, de amor, de pasión, de preocupación, de placer, de seducción, de ingenuidad, de ira, de incomprensión, de esperanza, de alegría, de paz, de terror, de dolor… Existe la mirada del drogado tanto como la del que reza. Otras veces las miradas cambian, evolucionan. Una mirada perdida puede acabar siendo firme y segura. Pero la que nunca pierde su esencia es la mirada con lágrimas. Es la mirada del sentimiento en estado puro, a flor de piel. Unas veces son lágrimas de tristeza infinita, de desesperanza, pero muchas otras son el símbolo que brota en nueva vida. En vida feliz. Lágrimas… sois el mar que oscurece la mirada para hacerla brillar aún con más fuerza.

Miradas, miradas, miradas… Paraíso e infierno. Reflejo del alma que algún día fue nuestra.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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