La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Honor a Julio Robles, artista de la tauromaquia

Maestro, me dirijo a ti para presentarte mis respetos. Por desgracia, nunca te vi torear, pero mi padre me ha dicho que eras realmente bueno. La pena es que, lo más seguro, no habría sabido de ti de no haber sido por la brutalidad acaecida contigo hace unos días. Da asco hasta decirlo, pues me cuesta creer cómo hay miserables de tal calibre que no dudaron en profanar tu tumba. Intentaron sacar tu cuerpo del ataúd, pero no pudieron. En “compensación”, les bastó con arrancar tu busto de mármol, llenar tu sepulcro de pintura roja y grafitear en él su frase más habitual: “Toreros asesinos”. Se llaman antitaurinos. Pero para mí lo único que son es unos hijos de puta.

Estoy absolutamente convencido de que la inmensa mayoría de las personas que están en contra de los toros están horrorizadas con ese acto salvaje, que sin duda condenan. Por eso, espero como agua de mayo que salga a la luz pública un alto representante de algunas de esas organizaciones protectoras de los derechos de los animales y se desmarque cuanto antes de esa escoria. Inmediatamente. Ya. Tomo nota: Por ahora lo han hecho la ‘Plataforma S.O.S. Stop Our Shame’ y la ‘Asociación Animalsita Libera’. Bien por ellos. ¿Y los demás? Estoy deseando que me hagan ver que no he visto los innumerables comunicados de protesta de los que se rasgan las vestiduras ante el “asesinato” de los toros, de verdad.

¿Sabrían esos cuatro malnacidos que insultaron a tu memoria que pagaste con la propia vida tu amor por la que para ti era algo más que tu profesión? ¿Sabrían esos mamarrachos que en 1990 un toro te dejó tetrapléjico? ¿Sabrían esos malditos que pasaste tus últimos once años de vida sin poder moverte de una silla de ruedas a causa de la derrota sufrida ante ‘Timador’ en Beziers? Porque señores antitaurinos, de eso se trata: La tauromaquia es un combate entre un ser humano con un trozo de tela y una espada y un animal de 500 kilos con dos cuchillos en la cabeza. En la refriega, una danza a compás, lenta, apasionada, sensual. Cuando hay toreo de verdad, hay arte.

Entiendo que sean muchos los que así no lo vean. Comprendo que les horripile ver cómo un animal irracional es matado ante miles de personas que disfrutan con lo que observan. Todo eso lo puedo ver lógico, pero también pido con fuerza a los que así piensan y defiendan tales ideas a través de una asociación creada pata tal fin que no tarden ni un minuto más en decir que los imbéciles que profanaron la tumba de quien no se puede defender fueron unos verdaderos asesinos. Asesinos de la paz de los muertos, asesinos de la memoria.

Maestro Julio Robles, descanse en paz.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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