La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Una Diada falsificada

Respeto muchísimo que Cataluña celebre cada 11 de septiembre la Diada, su fiesta más propia, en conmemoración de la derrota sufrida en 1714 por las tropas del Archiduque Carlos ante las de Felipe de Borbón. Suelo empatizar con los perdedores, por lo que me maravilla que un homenaje histórico se inicie a partir del recuerdo de un fracaso. Igualmente, respeto completamente a las decenas de miles de catalanes que, a lo largo del día de hoy, participan en la cadena humana que, conocida como Vía Catalana, reivindica la independencia de Cataluña respecto a España. Dicho esto, con lo que no paso es con la mentira y la manipulación. La que utiliza un pasado falsificado para influir en la sociedad del presente. Eso es una villanía.

Y en esa trampa han caído muchos de los que hoy se llenan la boca hablando de 1714 y, en el fondo, desconocen qué pasó ese año. Porque, ¿qué es lo que ocurrió? Muy sencillo: en plena Guerra de Sucesión por la que las dinastías Austria y Borbónica decidían en el campo de batalla el próximo destinatario del Trono de España, era tal el choque de intereses políticos que hasta las cancillerías europeas de la época tomaron partido por uno u otro pretendiente e incluso emplearon sus ejércitos en ello. Por lo tanto, se trató de una guerra en gran parte continental. ¿Y Cataluña? Como todas las demás regiones españolas, tomó partido por un bando. Mejor, en realidad, apostó por un caballo y, al final, cambió hacia el que acabaría siendo perdedor. Así, quienes juraron fidelidad al futuro ganador de la guerra, el Borbón Felipe V, trocaron su apuesta y acabaron dando su apoyo al otro candidato, el Archiduque Carlos de Austria.

¿Y qué ocurrió? Siendo el vencedor final Felipe V de Borbón, éste decidió castigar a los que consideró traidores. Persiguió a los que señaló como principales cabecillas y, por los Decretos de Nueva Planta (reflejo del innegable espíritu centralizador de la dinastía originaria de Francia), abolió los fueros e instituciones propias del Principado de Cataluña… y de los Reinos de Valencia, Aragón y Mallorca. En cambio, y esto es lo que muchos olvidan, mantuvo los fueros vascos (al menos de un modo oficial). ¿Por qué? Porque estos le apoyaron y le reconocieron como Rey, apoyándole en la guerra. Por lo tanto, ¿cabe hablar de ataque al nacionalismo? Aparte del error de bulto que supone utilizar este concepto más de un siglo y medio antes de que emergiera, ¿cómo se come que Felipe V siguiera una política con los catalanes y otra con los vascos? Sencillamente, porque estamos hablando de bandos enfrentados en una guerra, no de ideas que entonces ni habían nacido.

Quien se quiera creer que en 1714 los catalanes lucharon por su independencia, están en su derecho de hacerlo. Pero se equivocan, pues, como todos los españoles, engrosaron las filas políticas de uno de los dos candidatos para el Reino de España. Y quienes quieran recrearse en la crueldad del Borbón prohibiendo su ser íntimo, están en su derecho de hacerlo. Pero sabiendo que toda guerra es cruel y supone odio y muerte para todos los que en ella participan, así como que otros ciudadanos (los vascos) sí pudieron disfrutar de ese ser íntimo y distinto simplemente por apoyar un bando concreto.

Entiendo que muchos vean en 1714 el inicio de un oprobio. Pero no lo fue contra una idea ni contra un pueblo. Porque, para un pueblo vecino, esas mismas circunstancias auparon parte de las ideas que hoy también nutren a muchos en sus delirios independentistas. Diada sí, por supuesto. Pero sin falsificar.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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