La práctica continuada de ejercicio es la mejor receta para mantener a ralla la báscula, evitar los catarros y lucir una salud envidiable, pero el hastío de la rutina acaba enseguida con las buenas intenciones que el verano acumuló en infinidad de personas que en septiembre decidieron apuntarse a un gimnasio para mejorar su silueta y sentirse realizados físicamente, y muchas veces esa derrota es fruto de una elección poco adecuada del centro.
Es una deliberación importante, ya que si elegimos el gimnasio adecuado que ofrezca multitud de opciones a nuestros objetivos conseguiremos la ansiada continuidad en nuestra práctica deportiva, pero si elegimos mal nos aburriremos, no estaremos a gusto y acabaremos por abandonar. Incluso aunque nos apuntemos para socializar con el género contrario. Aquí van unos consejos que facilitan ese proceso.
Probar antes de usar: Infórmate de las actividades que ofrecen, de si se ajustan a tu horario y del nivel de las clases. Pide que te dejen probar un día para comprobar el estado de las máquinas, la implicación de los monitores de sala con el resto de usuarios y a los programas de clases dirigidas. Si es posible vete en el horario que piensas acudir, así sabrás cuanta gente coincidirá contigo. Asegúrate de que hay suficientes máquinas y aparatos, y que se encuentran en buenas condiciones.
Los monitores son clave: es condición sine qua non que el gimnasio al que vayas tenga en plantilla a profesionales deportivos y de la salud para que te den la atención que mereces. No sólo necesitas unas instalaciones, también personal que te aconseje de forma adecuada. Atento a que elaboren rutinas de entrenamiento personales, que las supervisen y corrijan cuando un ejercicio se realiza de forma incorrecta.
Maquinaria de primer nivel: otro requisito indispensable. Tienes que quedar satisfecho con los equipos de entrenamiento y valorar la utilidad que estas máquinas puedan tener en tus ejercicios. Las máquinas guiadas de última generación reducen el riesgo de lesión pero también pueden llegar a ser menos efectivas.
Huye del gentío: No vas a estar sólo en la sala, sé consciente de ello, sobre todo si te acercas a horas punta como por ejemplo a la salida del trabajo. Es por eso que, probablemente, haya momentos en los que las máquinas que quieras utilizar puedan llegar a estar ocupadas. Fíjate en la limpieza en esos momentos, sobre todo en las duchas y vestuarios
La localización lo es todo: este es uno de los requisitos fundamentales a la hora de elegir gimnasio. Ya no se trata únicamente de comodidad, sino de practicidad. Matricularse en uno que esté cerca de tu casa o de tu trabajo es un motivo de peso para no poder que poner excusas el día que te dé pereza ir «ya sea por cansancio o porque has salido tarde del trabajo». Si lo tienes lejos, por muy buenas instalaciones que tenga, probablemente caigas en el error de dejar de ir cuando tu motivación sea escasa. No más de quince minutos de distancia.
Cuotas sin trampas
Esta dependerá del tipo de actividad que quieras llevar a cabo en el gimnasio. Para entrenar en la sala de fitness, ducharse lo más rápido posible y utilizar una toalla propia la cuota no debería ser superior a los 20€ que ofertan los gimnasios low-cost. Pero si tus necesidades son otras puedes estar dispuesto a pagar un precio más elevado si te interesa asistir a las diversas modalidades de clases dirigidas que te puede brindar un centro como los del grupo O2 Wellnes. Incluso puedes ser tolerante a una cuota superior si tu intención es realizar sesiones de entrenamiento en la piscina o relajarte en la sauna o circuito de aguas.
