Este miércoles 18 de junio de 2025, la guerra en Ucrania suma un nuevo frente con el avance ruso en la región de Dnipropetrovsk, la quinta provincia ucraniana donde las tropas de Vladimir Putin han logrado penetrar tras más de tres años de conflicto.
Aunque el avance es aún modesto, representa un golpe estratégico para Kiev y un importante paso para Moscú en su objetivo de consolidar territorios en el este del país.
Desde principios de junio, el Ministerio de Defensa ruso anunció que unidades de infantería habían puesto pie por primera vez en esta región, aunque el Estado Mayor ucraniano inicialmente lo negó.
Sin embargo, fuentes militares y analistas coinciden en que las fuerzas rusas ya controlan terreno en Dnipropetrovsk, avanzando desde la vecina provincia de Donetsk, donde mantienen posiciones fuertes. Este avance ruso tiene como objetivo principal rodear y aislar la ciudad estratégica de Pokrovsk, uno de los últimos bastiones ucranianos en Donetsk, cortando sus líneas de suministro y debilitando las defensas ucranianas en la zona.
El óblast de Dnipropetrovsk es clave por su ubicación geográfica y por su importancia logística. Alberga a más de tres millones de habitantes y su control permitiría a Rusia crear una “zona de tapón” o buffer zone para proteger las regiones ya bajo su dominio, especialmente Donetsk. La ofensiva se inscribe dentro del plan declarado por Putin para asegurar los territorios anexados y evitar nuevas pérdidas territoriales frente a la contraofensiva ucraniana.
No obstante, el avance ruso no ha sido fácil ni decisivo. Las fuerzas invasoras han sufrido bajas importantes y enfrentan una resistencia férrea por parte del ejército ucraniano, que aunque debilitado por meses sin suficientes tropas ni armamento pesado, sigue luchando con determinación. En los últimos días se han reportado combates intensos en las fronteras occidentales de Donetsk y Dnipropetrovsk, con pequeñas unidades rusas realizando incursiones para asegurar posiciones pero sin lograr avances sustanciales confirmados sobre Pokrovsk.
Un elemento clave que está moldeando esta fase del conflicto es la guerra tecnológica, especialmente el uso masivo e intenso de drones por ambas partes. En mayo y junio se han registrado ataques masivos con drones Shahed y otros modelos rusos sobre objetivos civiles y militares ucranianos, incluyendo un ataque récord con más de 400 drones lanzados simultáneamente hacia varias regiones del país, lo que ha provocado numerosas víctimas civiles y daños materiales. Ucrania ha respondido con sistemas antiaéreos eficientes que derriban gran parte de estas amenazas aéreas pero no sin sufrir también pérdidas humanas significativas.
Esta «picadora de carne humana» que supone la guerra actual refleja el alto coste humano que acarrea cada centímetro ganado o perdido en el terreno. Las operaciones ofensivas rusas combinan ataques con infantería, artillería pesada y bombardeos aéreos junto al uso masivo de drones para desorganizar las defensas enemigas, mientras Ucrania depende cada vez más del apoyo occidental para mantener sus líneas defensivas.
La situación actual muestra cómo el conflicto se estanca pero no cesa: mientras Rusia intenta consolidar su control ampliando su presencia hacia Dnipropetrovsk, Ucrania busca resistir con recursos limitados pero con alta resiliencia. El escenario no invita a esperanzas inmediatas de paz; al contrario, expertos militares prevén que mientras Rusia mantenga avances territoriales seguirá apostando por prolongar la guerra y desgastar al adversario hasta forzar concesiones políticas.
En definitiva, el avance ruso sobre Dnipropetrovsk abre una nueva etapa estratégica con implicaciones importantes para el equilibrio militar en el este ucraniano. Este movimiento puede facilitar futuras ofensivas para cercar zonas clave como Pokrovsk y debilitar aún más al ejército ucraniano. Por otro lado, revela también las limitaciones actuales del Kremlin para lograr victorias rápidas y contundentes después de tres años de conflicto.
La guerra continúa siendo una mezcla brutal entre avances tácticos limitados sobre el terreno y ataques tecnológicos masivos a través del espacio aéreo mediante drones. Cada día suma muertos y sufrimiento entre civiles y soldados mientras las negociaciones políticas permanecen estancadas y sin señales claras de solución.
Este 18 de junio 2025 deja claro que la lucha por Dnipropetrovsk será uno de los próximos capítulos decisivos en esta guerra prolongada que afecta no solo a Ucrania sino a toda la estabilidad europea.
