América Hispánica y “resto del imperio”
Si en general, “el español de la masa”; ignora la propia historia de España; mucho menos sabe de “ese imperio que fue”; y como mucho, incluso siente vergüenza del mismo, por cuanto de lo poco que sabe, es “lo de la leyenda negra”, que las potencias europeas de aquellos tiempos, difundieron y lograron imponer, por cuanto sus intereses (“solo sus intereses”) lo requerían, puesto que “había que liquidar y cuanto antes aquel gigante, que surgió principalmente, “de las Castillas” de Isabel la Católica; puesto que incluso, “los reinos de su esposo”, no quisieron entrar en la aventura, hasta que sus habitantes, no vieron claro “el gran negocio” que había en ello; por tanto fueron la “Castilla del Sur, o sea Andalucía y dentro de ella, las provincias de las hoy Sevilla, Cádiz y Huelva”; las que en principio y en “las primeras oleadas de colonos y combatientes”; las que implantarían la cultura españolas y europea, de aquellos tiempos, “obscuros de un milenio de medioevo tras la desaparición del Imperio Romano”, y del que se estaba saliendo, pero (reitero) con todos los “lastres” de aquel largo milenio; y el que terminó, dominando Europa, una religión “cristiana”, pero contaminada por tantos hechos contrarios a lo que predicara Cristo, que motivó, las divisiones primeras y que llegaron a ser cientos, como hoy demuestran, los cientos de “iglesias que se dicen cristianas, pero que ninguna de ellas practica lo que “el Cristo”, dejó como “constitución de su filosofía o religión divina”. (Simplemente lean y mediten “El Sermón del monte”, del Evangelio de San Mateo…?”.
Igual digo de los “colonizados y sus descendientes”; que más proclives a criticar, “los daños que recibieron, no reconocen o valoran la inmensidad de bienes que les llegaron con aquellos españoles”; los que como seres “de carne y hueso” (y de los que hoy siguen abundando muchísimo en este pobre planeta); obraron como tales; pero ahí queda su historia verdadera (“que es la que hay que saber y difundir”) y para ello, recomiendo el siguiente libro: “América Hispánica” (La obra de España en el nuevo mundo), de Borja Cardelús: Editorial Almuzara, y que más que un libro es “un libro de libros”, puesto que es muy voluminoso (893 grandes páginas) cuesta 35 euros; y en él se recogen, “lo grande, lo pequeño, lo miserable y en general todo lo que se puede sintetizar de un período de la historia mundial, de nada menos que cuatro siglos; y que aseguro, será de grata lectura, para aquellos que de verdad, les interese tan gran historia, como en realidad lo fue; y sigue siendo para los que de verdad, quieren saber; y por ello, buscamos la verdad de las cosas, hasta donde es posible llegar a ella.
Y el libro se extiende a todo el imperio español, puesto que de América, pasa a marcar hechos grandes o notables, como fue la primera, vuelta al mundo circunnavegado el planeta, las conquistas en Asia (Filipinas) y el marcado de rutas en el gran océano (el Pacífico) donde se le llega a valorar como “el lago de España”; y donde colonizan algunos archipiélagos, y partiendo no desde España, sino desde lo que hoy es Perú. Igualmente acometen la gran aventura de establecer una muy larga travesía “comercial”, desde Acapulco (Méjico) a Manila (Filipinas) con el famoso en su tiempo, “galeón de Acapulco” (en su tiempo y por su tamaño, fue el “gran trasatlántico” que cruzaba los mares); marcan igualmente una ruta, “Interamericana y que va desde lo que hoy es el centro de EE.UU. (VER EN INTERNET: hay infinidad de datos, mapas y planos) hasta la Patagonia; lo que lograron con un sistema bien organizado, de los medios con que contaban; “la carreta de “rueda maciza” (“la de los Maragatos”), los bueyes, mulas de carga y poco más”; algo increíble hoy en día, donde, “puedes desayunar en Estocolmo y cenar en el sur de Chile o Argentina”; por tanto se necesita mucha imaginación para valorar todo ello; y muchísimo más que contiene, este gran libro, que aparte de nutrir el propio saber, “es una joya para enriquecer la propia biblioteca”; y de paso, enriquecer ese idioma Español, que llegó como primicia, a través de los ya mentados contingentes del sur de Andalucía, que por ello ese idioma, en lo que fuera la “América Española”, tiene esos sonidos que en gran medida, nacieron en aquella Andalucía de entonces; de la que curiosamente fue un muy preparado andaluz (Elio Antonio de Nebrija) el que codificó el idioma ESPAÑOL, puesto que recogió de todos los reinos de aquellos famosos reyes “católicos”, las palabras que conformaron aquella primera gramática, la que nada más cumplir el primer viaje Cristóbal Colón, ya la enriqueció con las primeras palabras “americanas” que de allí engrosaron el idioma, y que fueron… “canoa, cacique y hamaca”; lo que luego y debido a infinidad de palabras, no españolas, “engrosaría el idioma muchísimo más; por lo que hoy es de bastante (tonto, melón, u orgullo necio) empeñarse en denominar “castellano”; en lo que no lo es en absoluto; y el que creciendo constantemente; es por lo que ha llegado a ser el segundo idioma de más uso o empleo internacionalmente, en “este perro mundo”; donde la generosidad y el reconocimiento, cuesta tanto, a tanto retrógrado como aún vive; “bajo estos cielos”, que la verdad, le temen como si ello fuera “malo”.
NOTAS: Destaco sólo una de las muchísimas que hay: GALEÓN DE ACAPULCO: El Galeón de Manila, también llamado Nao de China o Galeón de Acapulco, era el nombre con el que se conoce a una serie de naves que cruzaban el océano Pacífico una o dos veces por año entre Manila (Filipinas) y los puertos de Nueva España en América, principalmente Acapulco, Bahía de Banderas (Nayarit), San Blas (Nayarit) y el Cabo San Lucas (Baja California Sur). El nombre del galeón variaba según la ciudad de destino. El servicio fue inaugurado en 1565 por el marinero y fraile español Andrés de Urdaneta, tras descubrir el tornaviaje o ruta de regreso a Nueva España a través del océano Pacífico, gracias a la corriente de Kuroshio de dirección este. El sentido contrario de navegación, de América a Filipinas, ya era conocido desde los tiempos de Magallanes y Elcano en 1521. El trayecto entre Acapulco hasta las Filipinas, incluida la escala en Guam, solía durar unos tres meses. El tornaviaje entre Manila y Acapulco podía durar entre cuatro y cinco meses debido al rodeo que hacían los galeones hacia el norte, con el fin de seguir la citada corriente de Kuroshio. (Wikipedia)
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen-ciudad.es (aquí mucho más)