No más Mentiras

Antonio García Fuentes

Música Andalusí y los estruendos actuales

Música Andalusí y los estruendos actuales

Andalucía es “tan vieja” en la cultura occidental, que en nada tiene que envidiar a la que se desarrolla al otro extremo del Mediterráneo; tan es así, que hasta en la Biblia hay datos de relaciones, entre el Rey Salomón y aquel mítico reino, de los Tartessos o “Tarsis”. Los judíos vinieron aquí y se establecieron, antes de que llegaran cartagineses y romanos. La actual ciudad de Cádiz (antes Gadir) ya pasó en su longevidad de los tres milenios; de todos esos enormes “trasiegos”; los judíos sefardíes ya atesoraron esa muy agradable música “andalusí”, que enriquecida con el canto del viejo “castellano”, con sus muy dulces matices, imagino que reúnen un conjunto único en el mundo; y que como suele ocurrir en esta “peculiar” España; aquí queda poco o casi nada y menos se fomenta como un tesoro nacional, ya que aquí fue su crisol, hasta la expulsión injusta de aquellos judíos sefardíes, a quienes sin embargo debemos su conservación, así como su idioma (“el ladino”) que tuvieron que conservar, para su propio control y relación entre las muchas “colonias”, que aquel éxodo produjo en 1492; lo que por su importancia hoy es una lengua oficial en el moderno estado de Israel; hoy les hablo de todo ello y lo hago con gran satisfacción, por cuanto tengo la facilidad, de que, “yo no me encuentro extraño en ningún lugar donde haya estado y de ahí ese hecho feliz disfrutado por mí y mi esposa en el Marruecos de 1993”, del que escribí un libro, que como tantos otros está en mis archivos y sin editar.
Visitamos un grupo de “jiennenses” ese “otro mundo”, cuál es el africano y marroquí, en la que fuera, “Semana Santa del año 1993” y donde ocurrió lo que hoy cuento:


Nos encontramos en la vieja ciudad de Fez, en su mañana de “viernes santo cristiano”; estamos muy cansados de andar por ese dédalo que conforman las tortuosas y muy estrechas calles de la medina de esta gran ciudad, y en la que como en “el relato del Minotauro nos perderíamos todo el grupo si no fuera por los varios guías que nos acompañan, capitaneados todos por el buen profesional turístico que fue Carlos en aquel y tantos otros viajes turísticos.


Llega la hora de comer y lo haremos en la medina y en el denominado «Palacio Al Firdaus», el que ha sido convertido en restaurante para grupos turísticos y donde se nos ofrece un menú típicamente marroquí, compuesto de varios platos y en el que destacan los «pinchos morunos» y un pastel de carne, denominado «pastila», el que resulta excelente. La comida ha resultado la mejor y más abundante de todas cuantas hemos realizado en el largo recorrido que llevamos, puesto que ni ha faltado el vino, ni el té, ni abundante dulcería, aparte de que este «largo» menú, ha sido amenizado con música «andalusí» (considerada aquí, música clásica) y que ha interpretado un grupo compuesto por cuatro músicos, los que situados en un pequeño estrado en el salón principal o central del palacio, el que junto a otras dependencias anexas y de menor tamaño, sirven de comedores. También y al final de la comida, se realiza un simulacro de boda marroquí, para la que han elegido a una pareja de recién casados que viaja con nosotros formando parte del grupo (estamos aquí varios grupos y estimo que somos más de doscientas personas) para lo que han caracterizado a ambos cónyuges con los atuendos propios de estas ceremonias y en los que destacan los de la novia, a la que suben en unas «andas» y la pasean por el gran salón, portada por cuatro «sirvientes» femeninos; todo lo cual crea un ambiente simpático y muy agradable de vivir y lo que también ocasiona el clásico jolgorio y contento de todos cuantos allí nos encontramos. A continuación aparece y actúa… un original «danzarín», el que con una bandeja metálica sobre la cabeza y en la que se encuentran cuatro vasitos llenos de té y dos trozos de velas encendidas, realiza docenas de contorsiones y movimientos en diferentes posiciones (da vueltas, danza, se arrastra por el suelo, etc.) sin que en el considerable tiempo en que actúa, se derrame ni una sola gota de té, ni se le apaguen las velas, por lo que es enormemente aplaudido. Al final surge en escena una bella y «robusta» danzarina y nos obsequia con las voluptuosas danzas denominadas… «del vientre»; y todo ello, igualmente acompañado por la citada música, que incansablemente interpreta la pequeña orquesta citada; y todo lo cual, llega a crear un peculiar ambiente cálido, en estas estancias palaciegas, las que decoradas al estilo más típico de este país, se encuentran en unas agradables penumbras, que proporcionan lámparas apropiadas y la luz natural del día, que «por alguna parte se filtra»; todo ello llega a crearnos una sensación francamente agradable y feliz, por lo que hay que felicitar efusivamente a quienes han conseguido, tan magnífico atractivo turístico en este encantador lugar, al que auguro «muy larga vida», si lo saben mantener y cuidar.


Por otra parte, la sobremesa, ha sido larga y agradable; hemos podido incluso fumar tranquilos y es claro que todos salimos muy satisfechos, por esta gratísima sorpresa y la que no podremos olvidar por muchos años que nos queden de vida, ya que el precio pagado (seis mil pesetas por persona) lo considero compensado con largueza y por cuanto hemos disfrutado.


Volvemos a recorrer la medina y «nos perdemos y mareamos» en este dédalo de callejuelas; subidas y bajadas por estas pendientes vías urbanas, que nos servirán para hacer una total digestión de tan copiosa comida como hemos disfrutado.
Nos llevan a conocer uno de los múltiples talleres de artesanía de los metales y en el que predomina el bronce en múltiples realizaciones; allí… «unos compran, otros no».


Después visitamos la entrada y patio de «abluciones» de la «medersa» (escuela coránica) de «Bounania» (ó Bu-Anania) y que data del año 1.350-55 de nuestra era y en cuyo interior existe una (igualmente famosa) mezquita (es viernes y coincide con nuestro «viernes santo», es igualmente día grande de oración, para el musulmán) en la que existe una gran afluencia de «creyentes» de todas las edades y de ambos sexos.


Pasamos también por la entrada de la denominada… «Gran Mezquita», en la que ocurre igual que en la anterior y tampoco nos es permitido entrar en ella, por lo que tenemos que conformarnos con apreciar tan grandiosa obra, desde fuera y sin que nadie nos moleste en absoluto. Seguimos recorriendo este «enorme mundo, formado por esta vieja medina», que en realidad es «una ciudad dentro de otra ciudad» y el que resulta muy complicado para nosotros, que procedemos de «un diferente mundo».
Y así iremos agotando tan grandioso día de turismo, del que terminaremos rendidos al subir al autocar, que nos lleva de regreso a nuestro hotel en la ciudad de Mequinez… Terminamos la «larga carrera» y llegamos casi «derrengados» al autocar. Son las seis de la tarde, cuando emprendemos el regreso hacia Mequinez, donde llegamos a las siete quince y ya anocheciendo, por lo que el corto recorrido que efectuamos por la misma, no nos permite ver gran cosa de ella, salvo el que se encuentra concurridísima y es «un hervidero de gentes». Hemos visto una parte de sus murallas y una panorámica (muy bella) desde un lugar de las afueras y desde donde se dominan, «docenas de minaretes o alminares de las muchas mezquitas que existen» y poco más y… «nos vamos a cenar y dormir pues estamos cansadísimos» y ello es fácilmente comprensible, pues han tratado de que veamos en un día… «Lo que necesitaríamos una semana para ver, medianamente bien visto»… pero… ¡Oh el turismo moderno!


Pero esta jornada de verdadero y cultural turismo, necesita los siguientes anexos.


“SOBRE LA MÚSICA ANDALUSÍ:
En Marruecos basta con salir a la calle y escuchar a los músicos…


Su tradición nos permite retroceder en el tiempo para oír cómo fue, con su variedad de sonidos, la música andalusí; la misma música que se hacía en la Edad Media aunque, lógicamente, ha ido acumulando matices con el paso del tiempo.
Mientras la música medieval europea permanece guardada en museos y bibliotecas, oculta en libros y tratados, o enunciada en la iconografía y en los códices de la época, en el mundo árabe, más concretamente en el Magreb, la música antigua vive todavía en la calle, se trasmite de padres a hijos en su forma más pura y tradicional, y la gente la conoce y la siente.
No podemos determinar con precisión la fecha en la que la música andalusí hace su aparición en Marruecos, pero probablemente las ciudades del norte del país conocían este arte desde principios del siglo X.


A falta de documentos escritos, no es fácil saber hasta qué punto la música andalusí es fiel a la que se escuchaba en el antiguo Al-Ándalus, pero se suele afirmar que conserva su carácter original, ya que Marruecos ha preservado su patrimonio musical de la poderosa influencia de la música turca y de los principales centros artísticos de oriente.
La música de Al-Andalus se relaciona con todo lo que embriaga: los instrumentos interpretados con virtuosismo, las copas de vino y licores en lenguaje figurado o real, el embeleso de jardines perfumados, el enamoramiento arrebatado y la amistad efusiva.
La música de Al-Andalus


La música es sin duda una de las artes más hermosas que nos lleva a conocer el sentir de un pueblo, y en la cultura árabe-islámica constituye junto con la poesía una de las formas de expresión más importantes de su civilización.
El artista árabe encontró en la música y la poesía esa evasión que le permitiría plasmar el genio que encerraba en su interior, de ahí que su patrimonio musical sea una de las más bellas huellas que ha ido dejando a través de su andadura histórica como un auténtico museo oral.


Dentro de este patrimonio, la música andalusí, dadas sus características, es un hecho cultural imprescindible para el conocimiento de la civilización árabo-islámica en su rama hispano-árabe.


La música andalusí que se considera patrimonio de Andalucía es la música que hicieron los musulmanes en la Península Ibérica durante los años de dominación islámica (711 y 1492) y la posterior época de presencia morisca (1492- 1609). No obstante, tenemos que aclarar que estamos ante un género que llega hasta la actualidad y que sigue muy viva en algunos países del Norte de África y el Próximo Oriente Asiático, tales como Marruecos, Argelia, Túnez, Libia o Egipto. Hablaremos, por tanto, de un repertorio musical de nueve siglos, con las dificultades para generalizar que esto supone. Más aún cuando las composiciones andalusíes siempre fueron transmitidas oralmente (salvo algunas jarchas) y no se transcribieron a partituras hasta ya entrado el siglo XX. Quizás de todo este período, la época del Califato de Córdoba fue, quizás, la que mayor riqueza musical tuvo.


Un gran número de los instrumentos musicales usados en la música occidental actual tienen origen andalusí. Los que más usaban estos músicos por entonces eran el oud (actual laúd), el rabel (un instrumento en forma de pera con una, dos o tres cuerdas), la kitra (derivación del laúd y origen de la guitarra), el buq (instrumento de viento con forma de cuerno que es origen de la alboka), las castañuelas o la dulzaina”.

Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen-ciudad.es (Aquí mucho más)

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Antonio García Fuentes

Empezó a escribir en prensa y revistas en 1975 en el “Diario Jaén”. Tiene en su haber miles de artículos publicados y, actualmente, publica incluso en Estados Unidos. Tiene también una docena de libros publicados, el primero escrito en 1.965, otros tantos sin publicar y mucho material escrito y archivado. Ha pronunciado conferencias, charlas y coloquios y otras actividades similares.

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