Pacos

Paco Sande

Lo que estudian ahora los chavales.

Me paso el otro día. En mi trabajo suelo tener a mis ordenes entre diez y doce chavales, todos recién salidos de la escuela, suelen ser, casi siempre, chavales sin estudios superiores, pero todos ellos recién graduados de la ESO, lo otro, o como se llame lo que estudian ahora los chavales, pero todos con el graduado escolar en el bolsillo. A mi me encanta hacerles preguntas de cultura general, ¿Qué es eso?, ¿lo otro?, o ¿donde esta tal sitio? o ¿como se llamaba antiguamente tal ciudad? o la capital de tal o cual país. Nunca son preguntas preparadas de antemano, si no, lo que va surgiendo, en la radio del coche, en un letrero de la carretera, algún comentario que sale en la conversación etc. Así, tratando de pillarlos, cosa que hago infinidad de veces. Ellos a su vez, siguiéndome el juego, tratan de hacer lo mismo conmigo.
A estas estábamos el otro día, cuando uno de ellos me espetó a bocajarro: Paco, ¿Cuál fue el rey más poderoso que haya existido jamás? Felipe II dije, -pues a mi entender y en lo que a dominios se refiere, este fue sin duda el rey mas poderoso- Carlos V dijo, -no se donde lo habría leído o oído pero lo traía muy fresco-. Dije: a si, Carlos I, el padre, pues si fueron muy similares y, como en poderío armamentístico y guerrero, este fue sin duda el mas grande, pero en territorios, si no me equivoco, fue el hijo.
– ¿Cómo que Carlos I? quinto, dije quinto, Carlos I fue otro.
-No hombre no, le dije, Carlos de Gante, que así se llamaba, fue también emperador de Alemania y ahí era Carlos V, pero como rey de España, era Carlos I. Se quedo boquiabierto por unos segundos y luego dijo: ¡ah! Pues no lo sabia, y era verdad, el pobre no tenia ni la mas mínima idea.
Y esta no fue la primera vez, sin ir más lejos la semana pasada, ocurrió algo muy similar. Hablábamos entonces de la película Gladiador y uno de ellos comento que el gladiador del titulo debía ser español, pues los demás personajes se referían a él como él hispano.
-Si, dije, se supone que era de Trujillo, ¿Sabéis donde es? Tampoco esa vez lo sabían.
– Bueno no importa, no todo el mundo lo sabe.
Entonces uno de ellos pregunto, -¿pero no era también romano?
– Bueno si, también era romano, porque por aquel entonces los españoles también eran romanos, por algo Mérida, que cae cerca fue un día la capital romana en Hispania, ¿Sabéis donde esta Mérida? Otra vez lo mismo: nada.
Les ayude, diciéndoles ¿y Badajoz, sabéis donde esta Badajoz? esta vez si, en Extremadura dijo uno. ¡Menos mal!
Y así ocurre con muchas mas cosas. Con los Reyes Católicos, por ejemplo, estos mas o menos, les suenan a casi todos, igual que Colon o el Cid, pero es inútil preguntarles sobre Viriato, -que creen que es una fábrica de camisas- los almogávares, el Gran Capitán, Hernán Cortes, Pizarro o Juan Sebastián el Cano, este ultimo les suena por el barco, pero no saben de que va.
Y la verdad es qué los chicos son demasiado brillantes como para haber olvidado algo así, y demasiado receptivos como para ser de los que pasan de estudiar. Lo más probable es que les hayan estado enseñando otras cosas, cosas consideradas «relevantes» para la vida que llevan en Galicia y la cultura en que se desenvuelven. Como por ejemplo el curso bajo, medio y alto del rió Tambre, de que va la fiesta, “tradicional”, del “pan payin” o y el gallego normativo, -o sea el que nadie habla en Galicia- eso que no falte. Aunque haya que imponerlo.

Estos muchachos de que hablo no son sólo ciudadanos de una comunidad llamada Galicia, también son ciudadanos de un país llamado España, y tienen derecho a estar en cualquier parte del país, tanto en Bilbao como en Sevilla o Barcelona. Deberían ser ellos mismos quienes decidieran, al alcanzar la mayoría de edad, si se quedan en Galicia o si, por el contrario, prefieren sacar provecho de las muchas oportunidades que ofrece el mundo exterior. Sin embargo, esas oportunidades no serán más que humo si la educación que se les brinda no está en consonancia con los conocimientos que necesitan poseer para desarrollar sus habilidades, capacidades y posibilidades.
Si se le pregunta al respeto a cualquier progre galeguista que se precie, manifestara un profundo respeto por los muchachos y la cultura gallega. Y no hay por qué dudar de que tengan buenas razones para ello, pero ha de tenerse en cuenta que toda cultura –sea o no mayoritaria– no es sólo un símbolo de identidad, o una pieza de museo destinada a la contemplación admirada de los forasteros; también es una herramienta con la que alcanzar objetivos vitales, ganarse el pan, superar enfermedades. Y, como tal herramienta, ha de transformarse en la medida en que cambian las tareas que han de acometerse.

El castellanohablante de hoy que pretenda leer textos en el castellano (español) que se empleaba hace siglos lo pasará bastante mal. Y es que los idiomas, como cualquier otro componente de la cultura, varían con el paso del tiempo. Pongamos otro ejemplo: los veleros representaron un enorme avance con respecto a los barcos de remos, pero a su vez aquéllos se vieron superados por los barcos de vapor, y éstos por los que funcionaban con diésel.

Las culturas no son ni pueden ser inmutables.

Hace muchos años otros chavales, que se llamaban romanos, se pasaron por nuestro país y nos dejaron una lengua que se llamo el latín y que nuestros antepasados hablaron durante mucho tiempo. Las diferentes lenguas que se hablan hoy en España, el gallego, el valenciano, el catalán, y muchas otras, que sea hablan en Europa, son derivadas del latín. Para construirlas nuestros antepasados tuvieron que inventar palabras nuevas para definir diferentes cosas que iban apareciendo

Nuestros antepasados, jóvenes o viejos, nunca tuvieron complejos a la hora de aprender y hablar la lengua del otro, si ese otro no entendía la suya, y hasta hablar otra lengua que no fuera la nativa de ninguno de ellos pero que los dos entendieran, así, nació el castellano. Y es que en aquellos tiempos la gente, con independencia de su ascendencia o procedencia, se consideraban españoles y deseaba contribuir a la prosperidad nacional. Ojalá que hoy haya muchos individuos de ese tipo, personas dispuestas a servir a su país y a sus compatriotas, que se encarguen de que estos prometedores chicos que yo conozco acaben sabiendo todo lo que necesitan saber para que puedan ser lo que pueden llegar a ser.

Pero, por desgracia, en esta era de «multiculturalismo» hay demasiados desaprensivos que pretenden meter las culturas en el congelador, dejarlas en conserva, amojamarlas como si fueran momias de museo. Y, lo que es peor, son legión los que pugnan por que los distintos grupos regionales vivan aferrados a los agravios que han sufrido en algún momento de la historia, o directamente que se definan en función de ellos.

Cultivar el resentimiento histórico no suele funcionar como tratamiento para superar la miseria y acceder a la prosperidad, salvo para quienes lo convierten en una manera de ganarse la vida. Y todos estos muchachos que yo conozco y muchos mas que no conozco, se merecen algo mejor.
Y esto que he escrito aquí, no solo vale para Galicia. Se puede también aplicar sin problemas a la Vascongadas y, sobre todo a Cataluña. Si no me creen, salgan a la calle y pregunten.

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