Pacos

Paco Sande

Y aquí estamos, a puntito de llegar a los años de la Segunda República.

 

En Campanario –Badajoz- como en tantos otros lugares de España, existe una inscripción en la fachada de la  iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, que recoge los nombres de aquellas personas de todas las edades que en los días previos y una vez desatada la Guerra Civil de 1936, fueron asesinadas, a manos de partidarios del Frente Popular, solo por motivo de su fe.

Hoy la Diputación de Badajos pretende eliminar dichas inscripciones, algo que ha consternado a los vecinos.

 

Francisco Javier Morillo-Velarde, vecino del pueblo, le escribía a HO, “Necesito confesarte el drama infinito que está viviendo mi familia y los familiares de las victimas de la represión llevada a cabo por el Frente Popular. Desde julio de 1936, muchos de nuestros padres y abuelos fueron apresados, torturados y ejecutados por milicias republicanas. 80 años después, cuando las heridas habían cicatrizado… La Diputación de Badajoz quiere resucitar la guerra en nuestro pueblo, destruyendo sus inscripciones fúnebres de la parroquia”

 

Crean una Fiscalía propia para revisar “crímenes del franquismo” de hace 80 años, ya prescritos y con todos los implicados muertos, -ignorando olímpicamente los crímenes de los republicanos- mientras pactan con los herederos de ETA, que se niega a esclarecer 379 asesinatos todavía impunes, no prescritos y con sus asesinos vivos.

 

Y aquí estamos, a puntito de llegar a los años de la Segunda República.

Así empezaron, primero fue lo de Casas Viejas, el Presidente era Alcalá Zamora, y el Ministro de Gobernación, Azaña, que mandó disparar a la barriga, pero la culpable fue la derecha.

Luego en el 34, otro golpe de estado de la izquierda, con Alcalá Zamora de Presidente, seguía siendo el mismo, y un Gobierno formado por el Radical Lerrux, pero lo mismo, según ellos, el culpable, la derecha.

Después de eso, aquello fue un chorreo de desmanes por parte de la izquierda, que sin ambages se echó al monte. Hasta que se levantó el ejército y el resto es historia.

La izquierda perdió la guerra en el campo de batalla, pero no en el campo de la propaganda, y siempre estuvo ahí, acechando, tramando y esperando de forma alevosa y traicionera, esperando a que España se durmiera para dar el zarpazo.

Y ahí estamos de nuevo, poniendo todo al huevo para una nueva revolución…

Nunca la justicia estuvo más ultrajada, la verdad más tergiversada y censurada y la libertad más comprometida y amenazada, como en el momento actual…

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