Palpito Digital

José Muñoz Clares

¿NADIA O NADA CALVIÑO?

El indeseable que para nuestro mal nos trajo el destino ya salió una vez ignominiosamente del psoe. Fue cuando se encastilló en el “no es no”; los únicos afiliados sensatos, avisados de lo que pasaría si hubieran forzado unas nuevas elecciones generales, lo obligaron a dimitir para no verse arrastrados por las obsesiones personales de un perturbado. Su discurso de renuncia puede que fuera la última vez que dijo una verdad. Habló de lo que le enseñaron “sus padres” –nada dijo de “sus madres”-: “lo más importante es sostener la palabra”. Y ya sabemos lo que vale su palabra: para enriquecer a sus padres –y a sus madres- y a su entorno más cercano. Para hundir nuestro futuro comprando las voluntades que le aseguran el poder, los privilegios, el Falcon y todo lo demás, porque nada más le importa.

Los socialistas se abstuvieron parcialmente y Rajoy fue investido. La facción contraria a la abstención se vengó entronizando de nuevo al animal herido, al perro rabioso que aún no parecía ser. Trastornado, obsesionado con vengarse de los suyos, de Rajoy, del PP y de toda la bancada conservadora por aquella afrenta, urdió una coalición instrumental que incluía pactar con las cloacas de la política española y, si era preciso, vender España a los únicos postores a su alcance, los que quienes pretendían cargarse la estructura constitucional, el gran pacto del 78, las instituciones y los presupuestos amasados con nuestros impuestos.

También compra a quien designa para que lo mantenga. Lo de Ábalos, lo de Iván, lo de la payasa de los lunares y cuantos ha ido sacrificando por el camino, no es nada con lo comprada que tiene a Batet, capaz de quitar del diario de sesiones una acusación que dirigió Cayetana Álvarez de Toledo a Iglesias –“usted es hijo de un terrorista”-, que ella misma pidió que se mantuviera asumiendo su responsabilidad y las posibles consecuencias: Batet la retiró mediante un ordeno y mando que la inhabilita para dirigir un parlamento democrático. Y el día 6 de diciembre abroncó a la oposición y no al responsable del pisoteo constitucional. O lo de Calviño. Más estudiada que práctica y sensata, la economía se hunde en sus manos y ni las ayudas europeas ha sabido canalizar para que lleguen a pymes, autónomos, a La Palma, a la FP, a los parados… Y a última hora, angustiada y ansiosa -¿temerosa, depresiva?- por unas encuestas acordes con los cadáveres que van dejando al paso, ha perdido el control de los nervios y de la compostura. Hay tantos afrentados que se hace inimaginable que puedan ganar unas elecciones, y mucho menos gobernar aunque cuenten con la caterva canalla que por precio los apoya. Y eso pese a las torpezas del PP, la primera de ellas Teodoro. Y Cayetana, y Ayuso…

¿Y se atreve Calviño a llamar desequilibrado a Casado cuando su jefe, su Dómino BDSM aparenta cada día más ser el psicópata que ya dijo Rosa Díez que era? Calviño será la próxima en caer si se cumple la lógica del déspota que sacrifica por no asumir ni responsabilidades ni fracasos. Nadie está a mi altura, piensa el perro, nadie a mi nivel Y esto último es cierto: nadie ha caído tan bajo, nadie ha cosechado más ignominia que él porque él se acostumbró a manejarse en el fango cuando los suyos lo echaron para dar paso a Rajoy. Quedó inmunizado contra la honradez, contra la coherencia, contra la verdad y contra el cumplimiento de la palabra. Tanto veneno tragó que se le ha gangrenado la decencia, hoy reciclada en venganza.

El abrazo con el caudillo Iglesias que aseguró que nunca haría -esa fue su palabra-, fue sólo el comienzo de una traición seguida de un proceso de demolición que ha pasado por afrentar a las instituciones a su nivel –poder judicial-, apesebrar al otro –legislativo- comprando votos, malcriando, consintiendo y viciando a unos nacionalistas y a una izquierda populista, reaccionaria y republicana que está destruyendo España y cuanto significa para los españoles que ellos, además, dicen no ser.

La infame cobardía demostrada con lo de Canet, la permisividad con los groseros ataques a la monarquía –con la Reina Letizia y con la Princesa de Asturias TV3 descendió como nunca antes a un pozo de vulgaridad imperdonable-, su indisimulada pretensión de capitanear una revolución cultural con las manos atadas por sus vergonzosos pactos a nuestras espaldas, de hecho, los únicos que cumple: los que encarnan su traición y sustentan su ambición.

Habría que estudiar el episodio de su cese para determinar si está o no capacitado, ahora y desde entonces, para ejercer un mando responsable. Como al coronel Kurtz, de Apocalypse now, habría que enviarle a un capitán Willard para que “le quite el mando” a mano armada. Pero aún nos queda el impulso civilizado de no desearle más que el que lo vea un psiquiatra.


 

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José Muñoz Clares

Colaborador asiduo en la prensa de forma ininterrumpida desde la revista universitaria Campus, Diario 16 Murcia, La Opinión (Murcia), La Verdad (Murcia) y por último La Razón (Murcia) hasta que se cerró la edición, lo que acredita más de veinte años de publicaciones sostenidas en la prensa.

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