Verano (II).- Maldita playa
A quien me pregunta por qué no voy a la playa, ni siquiera cuando contaba con una casa familiar en Águilas, les suelo decir que es porque no me gusta enseñar las piernas. La realidad es mucho peor: no soporto la playa, lugar infecto lleno de niños con pelota, jugadores de palas, arena y mucha gente virtuosa que se empeña en darte crema